Tras finalizar la Guerra Civil y al comienzo de los años de la dictadura franquicia, a lo largo de los Pirineos se levantaron un conjunto de búnkeres de manera estratégica ante una hipotética invasión desde Europa. Aquellos que quedaron clasificados como desafectos al régimen fueron condenados y obligados a trabajar en pésimas condiciones para la creación de los mismos. Hoy, casi cien años más tarde, muchos de ellos se encuentran todavía sepultados bajo la maleza, enterrados en el olvido.

Con el objetivo de sacar a la luz ese pasado, 25 jóvenes de ocho comunidades autónomas han participado este verano en la Frontera fortificada, un campo de voluntariado que tenía como fin la recuperación de una serie de búnkeres en las inmediaciones de Lezama, pertenecientes a un centro de resistencia del franquismo desarrollado en la década de 1940 en el Pirineo navarro.

Organizado por el Instituto Navarro de la Juventud en colaboración con la dirección General de Paz, Convivencia y Derechos Humanos, la Frontera fortificada buscaba prospectar los alrededores de los búnkeres con el fin de localizar y catalogar otras estructuras relacionadas con este centro de resistencia del franquismo. Asimismo, se ha limpiado un conjunto de barracones correspondientes al periodo de construcción de la carretera Lesaka-Oiartzun a través del túnel de Aritxulegi, que habrían servido para alojar a parte de los 1.756 presos que construyeron esta carretera entre 1939 y 1941.

"Por un lado, hemos trabajado en la recuperación de búnkeres repartidos por la zona de Lesaka y, por otro, en las ruinas de un campamento de barracones", explica Nicolás Zuzúa, arqueólogo de la empresa Trama y uno de los monitores del campamento. Para ello han contado con la ayuda de jóvenes de entre 15 y 17 años llegados de la propia comunidad navarra, pero también de Andalucía, Aragón, Cantabria, Catalunya, la Comunidad Valenciana, La Rioja o Murcia. Ellos han sido los encargados de "limpiar los búnkeres por dentro con el objetivo de dejarlos accesibles al público", declara Zuzúa.

Además de las labores de recuperación y trabajo en el campo, el grupo ha desarrollado distintas actividades como una excursión a la cascada de Xorroxin, cinefórum nocturno y visitas a la playa de Hendaia, a Iruñea, Irurita, Lesaka y Elizondo.

UN ESPACIO INTEGRADOR

Tanto con el propio trabajo de exploración como con las actividades, el campo de voluntariado buscaba proporcionar a los y las participantes un espacio integrador, sin exclusiones, donde se trabajaran valores como el conocimiento y convivencia entre iguales, el intercambio de experiencias, el trabajo en equipo, el desarrollo físico y emocional de los y las participantes y la asimilación de valores de paz, igualdad, solidaridad, ecología y respeto a todas las culturas.

"Hemos aprendido mucho sobre la Guerra Civil, que era un tema que nos interesaba mucho", reconocen los jóvenes zaragozanos Leonardo Rojas y Marcos Martín, de 15 años, quienes decidieron apuntarse a la experiencia cuando su campamento habitual se canceló por culpa de la covid. "Por ejemplo ahora sabemos que había diferentes prisioneros, el objetivo de los búnkeres, cómo se construyeron, los materiales que usaron...", enumera, orgulloso, Marcos Martín.

Eider Caballero, una joven lesakarra que formó parte del grupo participante, asegura que "en el pueblo nunca me habían hablado de esta parte de la historia que tengo tan cerca de casa, por lo que el campo de voluntariado me ha servido para conocer un poco mejor mi propia tierra".

"Compromiso con la sociedad"

El vicepresidente de la comunidad foral, Javier Remírez, destaca "el alto grado compromiso con la sociedad y con el bien común mostrado por las y los jóvenes participantes en los distintos campos de voluntariado que se han desarrollado en Navarra a lo largo de este verano". Al mismo tiempo, subraya el interés que han manifestado los participantes de este campo de Lesaka por conocer la historia y preservar la memoria porque conocer el pasado, la cual ve de "indispensable para avanzar hacia un futuro libre de violencia y hacia el fortalecimiento del sistema democrático".

Un proyecto de "recuperación de nuestra historia más reciente y dolorosa" que desde el Gobierno valoran "positivamente" ya que " vale como alternativa del ocio y tiempo libre que los jóvenes no han podido disfrutar este verano". El de Lesaka es uno de los seis campos de voluntariado juvenil que este verano ha impulsado el Instituto Navarro de la Juventud (INJ) en todo el territorio foral.

Para la consejera de Relaciones Ciudadanas, Ana Ollo, es "muy satisfactorio que sean los jóvenes los que desentierren esa memoria que durante tantas décadas ha estado oculta, uniendo así la juventud y la memoria".

La recuperación

¿Cómo se limpia un búnker?

  • Documentación y desbroce. La recuperación de un búnker que lleva más de 50 años enterrado en el olvido comienza por la búsqueda del mismo. Un trabajo en base a documentación, en este caso de mapas del Ejército del Archivo de Ávila junto a la colaboración de la gente de la zona. "Gracias a los mapas los tienes más o menos situados, pero luego tienes que andar por el monte y encontrarlos", explican Maite Echeverría y Pablo Bernaldo de Quiros, parte del grupo de arqueólogos de la empresa Trama que dirige el proyecto."Los búnkeres en el que hemos estado trabajando ya los teníamos encontrados, pero estaban llenos de vegetación y sepultados en tierra", recuerda Maite, "por lo que los primeros días el trabajo consistió en desbrozar la zona para acceder a él". Después pudieron empezar con la limpieza interior, que finalizaron en unos tres días, porque "por dentro no estaba muy lleno", apunta Pablo, "aunque la mirilla sí que nos costó un poco más de vaciar", añade, refiriéndose al ventanal de la construcción. El objetivo era hacerlos accesibles para entrar en ellos y poder leer los paneles informativos en su interior.