IMPULSAR opciones para lograr una vida independiente. Con esa identidad nació la asociación Margotu hace más de dos décadas. "Creemos que en la sociedad hay personas que parten con desventaja y nos parecía importante generar una sociedad con más oportunidades", cuenta Josune García de Albéniz, una de las responsables de esta entidad, que recuerda los inicios con un taller de serigrafía. "Teníamos un colectivo muy artístico y vimos que trabajar con personas vulnerables requería de un trabajo más en profundidad. Ahí arrancó el área de intervención social".

El arte está en constante movimiento como Margotu que durante estos años se ha ido transformando para dar respuesta y ofrecer una asistencia más integral. "Trabajar con chicos y chicas que habían tenido un fracaso escolar no se podía hacer únicamente desde la formación porque creemos que el fracaso escolar es multifactorial", resume Leire Salaberria, otra de las responsables de la entidad, que tiene claro qué es lo que hay que hacer para lograr que estos jóvenes se vean capaces de conseguir sus metas. "Hay que ir desenmarañando el nudo que tienen por las dificultades y que poco a poco puedan ir creando ese futuro", apunta. "Necesitan un trampolín para arrancar. El enfoque que tenemos es de una mirada que cree en ti", añade García de Albéniz.

Esa propuesta educativa engancha con el arte, que "es un vehículo transformador", a través del proyecto que un grupo de alumnos llevó a cabo junto a SOS Racismo. "Estaban trabajando el derecho a la igualdad y a la diversidad y en lenguaje crearon un rap. Conocieron los contextos que les rodeaban. Lo escribieron, lo cantaron y crearon un vídeo con las personas que participan de SOS Racismo para poner de manifiesto que la diferencia de razas es positiva y que la diferencia nos nutre y nos enriquece", explica Josune García de Albéniz. Una mirada que atrapa a los jóvenes.

Mujer y familia

La segunda gran línea de actuación es la intervención con mujeres y familias monoparentales. "Surge como respuesta a la necesidad que veíamos", comenta Leire Salaberria quien reconoce que un "80% de las familias monoparentales" están constituidas por mujeres. "Muchas están centradas en la crianza y necesitan sentir que son capaces de hacer otras cosas. Además de ser madres, pueden ser lo que ellas se propongan", asegura esta responsable.

Y el proceso que se sigue con ellas es un "acompañamiento de inclusión social y laboral" en el que "ellas son las protagonistas y se van poniendo objetivos". Esas metas para lograr el empoderamiento que comienzan con la obtención de "competencias básicas prelaborales, capacitación profesional y experiencias de empleo que les van llevando a algo más estable".

Ese apoyo que se presta a la madres también se traslada a los hijos y a ambos grupos, si lo requieren, se les presta "apoyo psicológico". La labor con los niños se centra en "el refuerzo escolar" y, tal y como desgrana Itxaso Salaberria, coordinadora de este área, "en el trabajo de las emociones, la coeducación, la igualdad, la comunicación y la asertividad con una mirada" desde la infancia.

¿Y qué necesitan para seguir desarrollando su trabajo? Un nuevo local. "Vamos haciendo cosas, nuevos programas que traen a más personas, pero tenemos el mismo espacio", lamenta García de Albéniz que alberga la esperanza de volver a desarrollar "unos talleres artísticos" para seguir pintando otra realidad.