ensayo clínico del antídoto conocido como Curevac Herald

Ser voluntario en el experimento de una vacuna contra el coronavirus implica tener, sobre todo, mucha paciencia. Una paciencia que ya es necesaria desde el primer momento, antes incluso de saber si eres, o no, uno de los seleccionados. La llamada de BioDonostia para reunir mil voluntarios fue cubierta de manera exprés, por lo que no todos los inscritos pudieron finalmente participar en el ensayo.

Más de un mes después de que se iniciara la prueba y cuando la segunda dosis ya ha sido administrada a algunos de los participantes, el 29 de marzo llegó mi turno. La citación en uno de los edificios del Hospital Donostia es un dos por uno: una revisión médica para saber si el voluntario padece algún riesgo sanitario que le impida participar en el test y la inyección de la primera de las dosis: placebo para algunos, antídoto para otros.

Para acudir, únicamente solicitan dos requerimientos: el DNI, para confirmar los datos facilitados, y llevar el teléfono móvil cargado al 100%, algo que viene estupendo para pasar el rato en el largo y lento proceso que supone el experimento. Porque participar en el ensayo de BioDonostia significa estar mucho tiempo sentado en una sala de espera. Cada voluntario ha de pasar por una serie de reconocimientos y pruebas antes de recibir la inyección.

Unas enfermeras se encargan de organizar y distribuir a los participantes mientras los médicos esperan en diferentes salas de consulta. Cada vez que uno de los voluntarios pasa por uno de estos despachos debe dar parte a una de las enfermeras para que le asigne el siguiente paso. El primero de ellos es informativo. Al ser un ensayo clínico voluntario, cada participante debe dejar su consentimiento por escrito. El médico asignado explica en qué consiste el experimento y lo que implica formar parte del mismo: trece meses de seguimiento, siete visitas a consulta, cuatro llamadas telefónicas y los posibles riesgos sanitarios en forma de fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, cansancio...

Algunos requisitos

Además, el galeno tiene la obligación de responder a cualquier pregunta relacionada con el experimento. Una vez que se firma el consentimiento, es turno de ver si la persona es apta o no para la prueba. Además de comprobar el historial médico y las posibles alergias -también informan de que durante el experimento no se debe quedar embarazada o dejar a tu pareja encinta-, se lleva a cabo un pequeño reconocimiento. Si todo está OK es el turno de extraer sangre. Aquí es donde se genera el primer tiempo de espera.

Para combatir estos ratos muertos, y si no eres uno de los previsores que acuden a la cita con libros, revistas y hasta series descargadas en el móvil, te recomiendan dar con la encargada en explicar la app con la que se lleva a cabo el seguimiento. Una aplicación que, por cierto, avisan, está dando muchos problemas; en mi caso, no recibí la invitación para acceder a ella hasta 48 horas después. Esta sangre se comparará con la que se extraiga antes de la segunda dosis y ver así qué efecto ha hecho la vacuna o el placebo.

Un segundo médico es el encargado de administrar la inyección, pero antes, cómo no, toca volver a esperar. Al parecer, según los datos de cada participante, un programa asigna qué le corresponde a cada voluntario: la vacuna Curevac o el placebo, esto es, agua con sal. Estas dosis van llegando a cuentagotas y nadie, ni el sanitario ni el propio voluntario sabrán qué se inyecta hasta que finalice el experimento dentro de un año. Las únicas excepciones son que haya un reacción adversa grave o que al participante le llegue el turno de vacunación.

En ese caso, se comprobaría si ya ha sido inoculado con el antídoto o no. De ser negativo, podría hacerlo y no perdería su turno. Después del pinchazo, que inevitablemente deja el brazo dolorido, es turno de esperar media hora por si hay alguna respuesta negativa. De no ser así, el voluntario ya puede marcharse. Al menos hasta 29 días después, cuando será el turno de la segunda dosis.

Fiebre=Vacuna

Los efectos secundarios a las vacunas se dan comúnmente durante las primeras 48 horas. Lo que en el caso de ser participante de un ensayo clínico viene muy bien para saber qué es lo que te han administrado. Tras unas primeras horas normales, más allá de un ligero malestar lógico en el brazo -importante escoger por ello el miembro que menos se utilice-, la vacuna Curevac parece que produce fiebre a la mayoría de los que la reciben. En mi caso, unas ligeras décimas a la que se unió destemple, escalofríos, dolor de cabeza y cansancio.

Todos estos efectos, así como los medicamentos que se tomen para combatirlos, no hay problema en tomar Paracetamol, deben figurar en el parte que se dé en la app. En el caso de que los efectos sean muy graves, se dispone de unos teléfonos directos de contacto. Esta aplicación será la principal línea de conexión con los sanitarios, a la que le seguirán llamadas telefónicas y visitas a consulta a lo largo de las siguientes 108 semanas. A buen seguro, mucho antes, Curevac ya empezará a administrarse entre la población. Una nueva vacuna que será posible, entre otros, gracias a BioDonostia y a la participación voluntaria de mil guipuzcoanos que no han dudado en aportar su granito de arena, y un par de noches de insomnio por fiebre, en la lucha contra el covid.

El médico explica la prueba: trece meses de seguimiento, siete visitas a consulta, cuatro llamadas telefónicas y posibles riesgos sanitarios

Los voluntarios en la prueba desconocen si se les está administrando el antídoto o un placebo hasta finalizar el ensayo dentro de un año