Actos simbólicos en la calle, concentraciones de aforo reducido, balcones morados, aplausos desde el hogar y declaraciones institucionales sustituyeron en este año de pandemia a las masivas marchas del 8-M, limitadas en todo el país y prohibidas en Madrid.

La crisis sanitaria empañó las celebraciones del Día Internacional de la Mujer, pero el movimiento feminista buscó alternativas para dar voz a sus reivindicaciones en un tiempo en el que la mujer ha tenido que luchar contra el machismo y el virus.

Este 8 de marzo de 2021 las grandes protagonistas fueron precisamente las mujeres que han cuidado y luchado en primera línea contra el covid: sanitarias, cuidadoras, cajeras, limpiadoras... Instituciones y asociaciones feministas les rindieron homenaje y denunciaron que la pandemia ha agudizado la desigualdad y las violencias entre géneros.

La jornada comenzó con un llamamiento de la ministra de Sanidad, Carolina Darias, a celebrar el 8-M "de otra manera" y sin aglomeraciones: "Existen muchas razones para reivindicar el 8-M, pero queda mucho para vencer al virus", incidió.

Madrid, ciudad donde en años pasados se escuchó con más fuerza el grito feminista, no pudo acoger el lunes movilizaciones debido a que la Delegación del Gobierno prohibió todos los actos en la calle por motivos de salud pública, decisión ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad.

El movimiento feminista, que denunció que esta prohibición -que no tuvo lugar en ninguna otra comunidad- tenía como fin "criminalizar" y "acallar" sus reivindicaciones, desconvocó los actos y pidió que visibilizar la lucha en ventanas y balcones con banderas y pancartas violetas.

A pesar de la prohibición, varios grupos de mujeres salieron a las calles del centro de Madrid, donde -manteniendo la distancia de seguridad- cortaron varios carriles del paseo de Recoletos y la calle Alcalá, coreando proclamas como "no es una fiesta, es una protesta", "libertad de expresión y de manifestación" o "aquí estamos las feministas".

UNA MOVILIZACIÓN DIFERENTE

Aunque en ciudades como Barcelona, Santiago o Valencia varios centenares de personas se concentraron respetando las distancias sanitarias, este año la reivindicación mutó y se centró en las redes y en acciones simbólicas.

Por ejemplo, Zamora amaneció con sus aceras repletas de huellas de color morado, en Madrid muchas estatuas de figuras masculinas fueron cubiertas con imágenes de mujeres y en Valencia la Coordinadora Feminista organizó un acto retransmitido en redes sociales y recreó las cuatro olas del feminismo.