Los últimos hallazgos efectuados por los investigadores en la colina de Aitzbitarte han convertido a este pequeño monte calizo que se levanta en el paraje de Landarbaso, al sur de Errenteria (Gipuzkoa), en un nuevo referente para el estudio del Paleolítico en el Estado.

En 2017, miembros del grupo espeleológico Félix Ugarte descubrieron en una de las cuevas del yacimiento (Aitzbitarte IV) unos grabados de animales "excepcionales" por su estado de conservación y únicos en la península ibérica por la técnica empleada, realizados 14.000 años atrás por nuestros ancestros sobre las paredes de arcilla de la gruta.

El hallazgo, junto con otros anteriores, puso de relevancia la importancia de este conjunto de cavidades (cuatro de ellas con arte paleolítico), en las que expertos del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y la Universidad de Salamanca (USAL) han hecho ahora un nuevo descubrimiento "especialmente significativo".

Su trabajo, realizado en esta ocasión sobre los grabados rupestres de Aitzbitarte V y publicado por la revista del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha permitido identificar, por primera vez, "dos fases decorativas distintas", separadas por 10.000 años, en una misma cueva de Euskadi.

"Los dos períodos representados son el Gravetiense (hace unos 26.000 años) y el Magdaleniense (hace 14.000). En el primero se grabaron siete bisontes incompletos con las extremidades en un solo plano y con un cuerno unido a la frente y el otro a la giba", explica Diego Garate, director del estudio y miembro del IIIPC.

"En el segundo -agrega- se grabaron otros cuatro bisontes mucho más detallados, con las extremidades en perspectiva y señalando detalles como la barba, el hocico y el ojo".

Otro miembro de su equipo, el investigador de la UPV/EHU Iñaki Intxaurbe pone de relieve la importancia del hallazgo pues, aunque "la utilización recurrente de las cuevas con fines decorativos es habitual en el Cantábrico central y occidental, hasta el momento, no se había constatado en las cuevas vascas".

Un dato que, para la prehistoriadora de la USAL Olivia Rivero, convierte a las cuatro grutas decoradas de Aitzbitarte en "un lugar de importancia mayor para el estudio del paleolítico".

El hallazgo, cuya investigación ha sido financiada por la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Errenteria, ha sido valorado ya por especialistas de relevancia internacional como la profesora de la Universidad de Toulouse y directora del proyecto de la cueva de Chauvet (Francia), Carole Fritz, en cuya opinión, se trata de un descubrimiento que permite "matizar un registro arqueológico que diferenciaba el cantábrico oriental del resto de la cornisa".

Hasta cuatro de las cuevas de Landarbaso contienen arte paleolítico, la mayor concentración del Cantábrico oriental. La III y la IX cuentan con figuras grabadas de época Gravetiense. La IV manchas rojas muy perdidas de época indeterminada y animales grabados y modelados sobre arcilla del Magdaleniense, mientras que en Aitzbitarte V es posible ver grabados tanto gravetienses como magdalenienses.

"En este último caso, los magdalenienses respetaron los grabados previos que, sin duda, vieron. En otras grutas, sobre todo del cantábrico centro-occidental es habitual que sobre un mismo panel se decore una y otra vez, en varias fases, tapando las obras de arte anteriores. En este caso, en Aitzbitarte se actuó de otra manera", describe Garate.

"Ahora conocemos a la perfección cómo se decoraron las paredes de la cavidad, aunque quedan pendientes de examinar los posibles restos de ocupación humana en la entrada de la cueva", destaca su colega del CHIEH Joseba Ríos Garaizar, quien agradece además el trabajo de los grupos de espeleología Aizpitarte y Félix Ugarte sin cuya ayuda "este patrimonio seguiría siendo desconocido para la humanidad".