cierre de la hostelería la ciudadanía ha agudizado el ingenio para reiventarse

Prueba de ello, la estampa de la ciudad un sábado como ayer, que en otra circunstancia hubiera estado rebosando algarabia por todos sus rincones y en cambio ha bajado decibelios de ruido pero también de buen humor. Los hosteleros dan por amortizadas las medidas adoptadas, conscientes de la gravedad de la situación, si esta penitencia sirve para que puedan salvar la campaña navideña. Este objetivo les mantiene firmes en el cumplimiento, pero no por ello han desistido de buscar alternativas que les abran, al menos, una pequeña gatera.

Es el caso de Ary Rowshan. Reinventarse para esta ocasión no le ha costado porque tampoco era la primera vez que lo hacía. En plena esquina de Mazarredo, el Pershïc ahora ofrece la magdalena, tarta o cualquier otro sólido para acompañar al café, pero es la excusa para recrearse con los diseños con los que Koli, nombre artístico de esta mujer, ha conquistado todo el local. Ya en su día fue una tienda de alfombras y de ahí que no ha querido privar a sus clientes de que disfruten de estas joyas, de manera que si miras al techo te encuentras con un ejemplar que cuesta la friolera de 20.000 euros. Hace unos años convirtió la tienda de alfombras en local de hostelería con tanto capricho que fue seleccionado entre los mejores bares de Londres en lo que se consideran los Óscar en este campo. En el anterior confinamiento tuvo que bajar la persiana, los empleados al Erte y ella a su casa, pero esta vez haciendo gala del motor que representa su nombre artístico, Koli se ha arrojado de energía y tesón y ha dado una otra vuelta a este local. Así, lo que antes era una pequeña muestra de productos con estilo dentro del bar ahora ha colonizado prácticamente todo el espacio. Clientes como Abel y Dalme pueden disfrutar de las novedades coloristas que se muestran mientras Sade les prepara un trozo de tarta con café para llevar. Siempre abierta y flexible a lo que pueda pasar, nadie dice que dentro de unos meses vuelva a reinventar el local.

Elementos diferenciales

Cada uno aprovecha, a su manera, sus elementos diferenciales. Es el caso de Enrique Thate. En el primer confinamiento cerró a cal y canto pero, en esta ocasión, y después de pensárselo más de una vez, el jueves decidió abrir la persiana y preparar pedidos para llevar. "Curiosamente durante toda la semana nos hemos dado cuenta de que lo que la gente quería era pintxos y café". Así que el alemán por excelencia de Bilbao ha tenido que cambiar, aunque sea por el momento, y ahora los cafés han desterrado a las cervezas. Quién se lo iba a decir a su abuelo. Thate cree que "en este país no estamos muy acostumbrados a llevarnos la comida a casa. Somos más de consumir en los bares". Lo dice, al menos, por su propia experiencia. Entre semana no ha explotado mucho este negocio, "la gente venía en los tiempos de descanso del trabajo, pero a por el pintxo con el café". Ayer sábado sí que tenía algunos pedidos de codillo. Espera que todas medidas sirvan para bajar la peligrosa curva de la salud y "en navidades podamos brindar".

También hay quien se ha montado su terraza en su balcón y desde allí y sin salir de casa se toma el aperitivo animado por todo lo que pasa en la calle. Aunque cierto es que para eso hay que tener el privilegio de asomarte a una de esas calles animadas que en otros tiempos son motivos de denuncia por exceso de ruido.

Y es que todo puede cambiar de un día para otro. De hecho, ayer algunos parques parecían cafeterías y los petriles terrazas al aire libre, pero ¿cómo se volverá a reinventar la población si llueve? Seguro que el ingenio vuelve a sorprendernos.