ACE ya tres meses que el personal sanitario y la sociedad en su conjunto venimos realizando un trabajo esforzado para combatir esta enfermedad. A pesar de la tragedia que supone la cantidad de enfermos y muertos registrados, los resultados obtenidos son satisfactorios dada la amenaza que supone una infección tan peligrosa y desconocida como esta. A expensas de ese esfuerzo hemos conseguido controlar lo que de otra forma hubiera podido ser una catástrofe sanitaria.

Pero la enfermedad, la pandemia por coronavirus, no ha terminado. Si bien hemos podido recuperar cierta normalidad en nuestras vidas y el tejido social comienza a moverse el riesgo de nuevos brotes no es una posibilidad, es una realidad incontestable. El que afecta al Servicio de Medicina Interna que dirijo es la muestra de ello. A pesar de las precauciones tomadas, con disponibilidad de medios diagnósticos y de protección apropiados, del testado sistemático de pacientes y plantillas, de la observancia de protocolos específicamente diseñados, la enfermedad ha reaparecido.

Las salas de los hospitales y en general todos los servicios sanitarios, al concentrar pacientes en situación de minusvalía por su enfermedad -los de Medicina Interna lo son especialmente al reunir múltiples patologías simultáneas- son lugares propicios para que aparezcan brotes.

Desde que se ha detectado el brote del Hospital Universitario de Basurto se han tomado estrictas medidas para contener su extensión a nuevos pacientes y trabajadores. Además, vamos teniendo una idea muy aproximada de dónde y cómo pudo comenzar el mismo lo que ha permitido un diseño de control poblacional: de los contactos seguros e incluso posibles, que se ha puesto en marcha desde el Departamento de Salud con toda la intensidad posible y sin escatimar ningún tipo de recurso.

Expreso mi convencimiento y confianza de que el cerco establecido al brote va a ser efectivo en un corto período de tiempo. Que está cercano el control de este foco que está produciendo nuevo sufrimiento a pacientes, ciudadanos y a nosotros, los trabajadores del sistema vasco de salud.

Y mi reflexión final. Si bien los servicios sanitarios son lugares de especial riesgo para los brotes, éstos pueden aparecer en cualquier lugar. Comprendo y comparto la necesidad que sentimos por recuperar nuestros viejos hábitos, pero de ninguna manera eso debe suponer falta en la observancia estricta de las medidas que nos transmiten las autoridades sanitarias: higiene de manos, distancia social, utilización de mascarillas, etc.

Esto no es una carrera de velocidad sino de fondo. Hasta que dispongamos de una vacuna eficaz, quizá para marzo de 2021, la responsabilidad del control de la infección está fundamentalmente en todos y cada uno de nosotros.

El autor es Jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Basurto