Cuando el barco de Salvamento Marítimo que los había rescatado tras cuatro días en el Atlántico enfilaba el muelle, ellos comenzaron a cantar. Veintiocho jóvenes africanos daban así gracias por haber llegado a Gran Canaria ante los ojos atónitos de tres niños, en especial los de Mace.

Los más pequeños no entienden nada. Ella sí se da cuenta de lo que pasa a su alrededor, porque habrá cumplido siete u ocho años, aunque en realidad ni siquiera sabe cuántos años tiene.

Está asustada, ha pasado frío y tiene algo de hambre, pero todavía le sobra entereza para contar a los voluntarios de la Cruz Roja que desde hace unos minutos cuidan de ella su terrible historia.

Mace está sola. Es difícil sacarle las palabras. Su madre murió y su padre vive en Francia... o eso cree ella. No se sabe. La niña se subió el viernes pasado, ella sola, a una patera en una playa del sur del Sahara Occidental, nadie sabe muy bien cómo.

Sus compañeros de travesía festejan su suerte. "¡Las Palmas! "¡Las Palmas...!, grita una de las doce mujeres del grupo, alborozada y con alguna lágrima. Acaba de descender de la Salvamar y le ha sonado el móvil. ¿Es su padre, su madre, su marido...? Es alguien que le quiere y que le pregunta dónde está. "¡Las Palmas, Las Palmas!".

Mace no tiene esa suerte. Nadie viaja con ella, si es que lo que ha vivido se le puede llamar viajar. Quizás en los cuatro días de travesía alguien ha estado pendiente de la niña, pero ahora no hay nadie conocido a su alrededor. Solo unos extraños con trajes de protección y mascarillas. Seguramente tampoco sabe por qué.

El vicepresidente de Cruz Roja en Canarias, Gerardo Santana-Cazorla, es uno de los adultos que se ha preocupado la niña nada más desembarcó de la Salvamar Menkalinan. Él no recuerda otro caso igual... y es un veterano con muchas pateras a su espalda.

Desde este verano, llegan muchos niños pequeños en las pateras que enfilan la ruta atlántica hacia Canarias, a veces bebés. Es algo que diferencia esta oleada de pateras de las que las islas vivieron hace una década, en la crisis de los cayucos. Entonces llegaban muchos menores, pero en la mayoría de los casos eran adolescentes.

Ahora, no es extraño encontrar a las pateras a dos, tres y hasta cinco bebés. Y varios niños como Mace, pero su caso es singular.

"Nos han llegado niños con familiares, con amigos, pero solos... nunca", corrobora a Efe el vicepresidente de Cruz Roja.

Desde Tánger (Marruecos), en la ONG que este sábado avisó a las autoridades españolas de que al menos habían salido hacia Canarias desde Djala cuatro pateras, Caminando Fronteras, también están sorprendidos. Aunque ellos sí creen adivinar cómo embarcó Mace.

"Estas son las cosas que pasan en la playa, cuando los llevan a todos como animales a la patera y los suben a la carrera", especula su portavoz, la activista española Helena Maleno.

De momento, la niña ha contado poco más. ¿Qué le pasó a su madre? ¿Estaba con ella? ¿La separaron de ella y se subió a otra patera?

En las ONG tienen noticias de que alguna de las pateras que salió desde Dajla ha naufragado y les llegan reportes -sin confirmación oficial- de que alguien murió en el accidente. ¿Lo saben los 28 adultos que acompañan a Mace? De momento, ellos cantan. "¡Las Palmas!¡Las Palmas!".