La bahía de La Concha, el mayor icono de Donostia, se disfraza estos "días carnavaleros" de yacimiento arqueológico en busca del pecio de un barco antiguo, naufragado antes de 1753, junto a la barandilla de la mítica playa donostiarra, en pleno corazón de la ciudad.

Arqueólogos de la Factoría Marítima Vasca, Albaola, que desde hace años construye de forma artesanal una réplica de la nao del siglo XVI "San Juan", se afanan desde este lunes en prospectar la zona, distante muy pocos metros de la casa consistorial, pendientes del régimen de mareas y con el límite temporal del próximo miércoles como plazo a sus operaciones.

La intervención arqueológica se ha convertido en un atractivo más de la capital guipuzcoana, pues la actuación de la excavadora y de los cuatro especialistas que trabajan en la zona se puede seguir fácilmente desde el Paseo de La Concha, mirador privilegiado para que donostiarras y visitantes no pierdan detalle del progreso de los trabajos.

La existencia del pecio es conocida a través de diferente "cartografía" del siglo XVIII, que documentó el punto exacto donde fue hallada la embarcación durante la construcción del muro de guardamar iniciada en 1753 para levantar el abrigo de protección de las murallas de la ciudad.

El lienzo se construyó sobre la embarcación "e incluso parte de la estructura del barco se aprovechó para montar el muro encima, porque iba cimentado sobre pilotes de madera", ha explicado hoy "in situ" a los periodistas el director del Museo Marítimo Vasco, Xabier Alberdi.

"El objetivo es localizar el barco y, si aparece, recoger muestras para datar la embarcación y saber su época de construcción, que es fundamental, porque en función de esos datos podremos diseñar otras posibles intervenciones a futuro", desvela el experto, responsable también del área de Investigación de Albaola.

"Si se trata de una nave del siglo XVIII igual no merece la pena llevar a cabo una excavación arqueológica al más alto nivel, porque ya contamos con planos de barcos de aquella época", recuerda el especialista, quien reconoce, no obstante, que las cosas cambiarían si se tratara de un barco del siglo XVI o incluso, por qué no soñar, de la Edad Media.

Con este objetivo y gracias a una subvención de 6.000 euros de la Fundación Kutxa, los técnicos de Albaola esperan ahora "aprovechar estos días" que "coinciden con mareas vivas", en los que "la mar baja y sube mucho" y permiten contar con "un margen un poco mayor", para trabajar cuando las aguas se retiran y se puede "poner pie en tierra".

"Calculamos que tendremos que excavar entre metro y medio y dos metros de profundidad", aclara Alberdi, quien considera que se trata de un dato "lógico" porque con los medios del siglo XVIII "mucho más profundo no podrían excavar" sin emplear una bomba como la que se está utilizando ahora porque el agujero se inundaría.

El responsable de Albaola, lamenta que cuando se encontró el barco por primera vez, en 1753, no se documentara de qué tipo de embarcación se trataba, por lo que en este momento no tienen ninguna "sospecha" sobre la nave.

Ha recordado además que en 1813 Donostia fue incendiada por las tropas angloportuguesas, un episodio durante el que "se perdieron casi todos los documentos" de la ciudad y no existe una relación de las embarcaciones hundidas en la bahía.

Hasta el momento, los arqueólogos han recuperado ya "un montón de escombros de piedras y algunos trozos de madera de pilotes y de embarcaciones" que pueden proceder de cualquier otro hundimiento, ya que, según ha admitido el arqueólogo, aún no ha aparecido el pecio que buscan.

Alberdi ha avanzado que en caso de que la prospección termine con éxito, el siguiente paso será datar el barco con carbono 14 lo que, "en función de la cronología", abriría "un abanico de posibilidades" cuyo "interés" aumentaría en función de la antigüedad y podría determinar la necesidad de una intervención arqueológica mayor.

Una actuación que, sin duda, agradecerían los curiosos de la barandilla y que, ¿quién sabe?, podría tener continuidad en el futuro, pues es conocido que las aguas de la bahía donostiarra esconden también un naufragio del siglo XVI y el pecio de otra embarcación cargada con flejes de hierro de las ferrerías guipuzconas, entre otros misteriosos hundimientos.