Bilbao - La concatenación de varias experiencias negativas en los viajes realizados en pareja durante su juventud fueron el estímulo para el modelo de negocio promovido por Juan Pablo Juliá en Axel Hotels. La primera cadena hotelera dirigida exclusivamente al público LGBTI -aunque también responde al nombre de heterofriendly- ha percibido un crecimiento espectacular en los últimos años tras comenzar su andadura en 2003: suman nueves hoteles y cuenta con otros cuatro establecimientos proyectados. Una de las últimas aperturas anunciadas es en Bilbao, donde recalarán a finales de 2020 en el muelle de La Merced. Juliá defiende la conveniencia de sus hoteles incluso ahora que parece que todos los derechos están conseguidos. “Como parte de la comunidad, me gustaría que no hiciera falta”, admite el empresario, quien defiende su ayuda al colectivo desde su ámbito.

¿Qué tiene que aportar el mundo empresarial a los derechos de la comunidad LGBTI?

-Lo más importante es crear espacios, en términos amplios, en los que todo el mundo que esté dentro se sienta lo más cercano posible de su casa, tanto a la hora de trabajar como a la hora de estar alojado. Cuando tenemos que elegir a un candidato, los valores cuentan mucho más que según qué experiencia o formación que haya tenido. Cuando una persona viene con unos valores que no se corresponden con los de la empresa es una manzana podrida.

¿Qué hace falta para que una persona de la comunidad LGBTI se sienta cómoda en un entorno laboral?

-Hace falta mucho trabajo por parte de referentes. Aquí es el Estado el que protege mucho a las minorías, si se puede considerar la comunidad LGBTI una minoría siendo el 10% de la población. En cambio, en Estados Unidos son las empresas. Si a una persona le estás dando un mensaje de que puede ser quien quiera ser, deja a un lado toda preocupación personal y se focaliza en su trabajo. Eso aumenta su productividad.

¿Es beneficiosa la discriminación positiva que se hace dirigiendo un hotel a la comunidad LGBTI?

-Como parte de la comunidad, me gustaría que no hiciera falta, pero desgraciadamente hará falta unos años más. De repente los derechos humanos pueden ir para atrás. Hace tres años me llegan a decir que un partido como Vox saldría y no me lo hubiera creído. Hay muchos más hoteles gayfriendly donde se hace un trabajo serio para que la comunidad sea bien acogida. Pero siempre puede haber una trabajador o un cliente homófobo que te arruine el viaje.

A veces ni siquiera tiene que ser producto de la homofobia, sino de la inconsciencia.

-Se asumen estereotipos. La tipicidad de que dos hombres que van a un hotel son amigos y tienen que dormir en camas separadas es un ejemplo. Si hay una reserva con una cama doble no hay que dar por hecho que sea incorrecta. Es porque el trabajador no ha recibido una formación. Cuando se recibe a una persona de la comunidad trans, por ejemplo, ¿le trato de él o de ella? Lo que piensa esa persona es que si es una mujer y aparenta ser una mujer a ver por qué le tienen que tratar como a un hombre, por mucho que tenga rasgos masculinos.

Una creencia extendida dice que las personas homosexuales tienen un mayor poder adquisitivo, por lo que son un nicho de mercado goloso.

-Es un mito. Es verdad que la comunidad LGBTI tiene poca familia. Eso significa que si tienes dos ingresos y no tienes hijos la cesta familiar la puedes dedicar a temas personales de ocio o viajes. No es que todos los gais seamos superempresarios.

¿Está cambiando el hecho de que solo se dé voz al hombre gay blanco de mediana edad?

-Sí, he tardado diez años en darme cuenta de que me estaba enfocando solo en el hombre gay: también están las lesbianas, los transexuales, el género no binario y el fluido, el intersexual? Son cosas que desconocía y estoy aprendiendo. La cuestión es tratarlo con respeto, estamos hablando de cómo se siente uno, no se puede juzgar ni discriminar por eso.

Pero dentro de su clientela también hay heterosexuales.

-Sí, por supuesto. Son alrededor del 30%. Hacemos una pequeña encuesta de la tipología de cliente, aunque no lo preguntamos abiertamente. Lo que más tenemos son hombres gais y lesbianas; transexuales, muy pocos.

En mayo se anunció la apertura de un establecimiento de Axel Hotels en Bilbao, ¿qué fechas manejan para su apertura?

-Con las obras no me atrevo a decir nada, me he llevado muchas sorpresas y nunca gratas. Esperamos que para finales de 2020 podamos hacer la inauguración. Puede adelantarse o retrasarse tres meses.

¿Por qué Bilbao para un hotel Axel?

-Quería venir al norte. Me encajaba más Bilbao que Donostia, y es donde empezamos a buscar. Pero a veces salen los proyectos antes en un sitio que en otro. Es lo que pasó. Al de poco de cerrar el proyecto de Donostia se cerró este, el quinto que estudiamos. Había emplazamientos que los descartamos por la ubicación o por el tamaño. Bilbao se está posicionando como el referente del norte de España, no solo de turismo, sino de trabajo con la comunidad LGBTI.

Un sector del colectivo LGBTI de Bilbao ha mostrado su rechazo a la apertura del hotel, alegando que favorece la gentrificación de la zona.

-Cuando abrí el primer establecimiento en Barcelona asociaciones y colectivos, para mí extremistas, atacaron el hotel. Decían que no querían un barrio gay, sino una ciudad gay. ¿Qué tiene que ver? Si te gusta la playa irás a un hotel que esté cerca de la playa; si eres LGBTI irás a hoteles que tengan bares gais cerca. Que la ciudad sea LGBTI friendly se consigue a través de las asociaciones, el gobierno local y la sociedad en general. Eso no significa que no haya concentraciones, básicamente por comodidad.

¿Y qué hay de las críticas que les acusan de mercantilizar las reivindicaciones de la comunidad LGBTI?

-No se ve el valor y el trabajo que hay detrás. Un anuncio que salió hace poco de Coca-Cola a nivel mundial, incluso en países donde la comunidad no está bien vista, puede ayudar a hacer más fácil la vida de las personas LGBTI. Entonces, ¿por qué tenemos que negar que las empresas ayuden? No es solo una labor de las asociaciones. ¿Buscan el bien común o no perder su espacio?

¿La expansión del negocio de Axel Hotels llega tras la consecución de derechos o es al contrario?

-Abrí el hotel Axel en Barcelona en 2003, y la ley de matrimonio homosexual se aprobó en 2005. Abrí el hotel en Buenos Aires en 2007, y la ley se aprobó en 2009. No son cosas que Axel haya conseguido, pero son un granito de arena. Cuando se planteó la apertura de Madeira decidí que no iríamos si no había una garantía con el gobierno local y las asociaciones, algo que se ha conseguido. Con las leyes parece que ya está todo hecho, pero a veces hay que actuar contra la sociedad local; si es muy machista te puede hacer sentir muy mal.

¿Ve viable un hotel en Rusia?

-Me lo he planteado, incluso en Turquía, pero con Erdogan hemos tenido que pararlo. No podemos abrir un hotel y poner en riesgo la viabilidad económica y la seguridad de la gente que está alojada. Lo que me convenció para cerrar el hotel de Buenos Aires fue que al vigilante de seguridad le pegaran un tiro. Sé lidiar con muchas cosas; con eso, no.

Pero las aperturas de Axel Hotels no están ligadas al hecho de que un destino sea ‘gayfriendly’.

-No. Cuba, donde abriremos próximamente en La Habana, es un ejemplo. Es muy divertido pero muy machista. Hay que hacer un trabajo y no va a ser fácil, pero tengo el apoyo del gobierno. Me gusta abrir estos espacios inclusivos.