donostia - La alavesa Ane Miren sabe lo que es estar en el pozo más oscuro al que suele llevar la depresión y del cual es muy difícil salir. El acoso laboral que padeció por parte del director de la empresa donde trabajaba, con el apoyo de su colaboradora directa como mano ejecutora, junto al silencio de sus compañeros, la hundió hace cinco años en lo más profundo de su ser. La inseguridad se apoderó de ella y los problemas de la mente derivaron en trastornos digestivos y dolores en todo el cuerpo, hasta que tuvo que pedir la baja y ponerse en manos de un especialista. “Fueron meses muy duros. Me sentía una piltrafa y pensaba que la culpa la tenía yo, cuando en realidad seguía siendo la misma. El problema era que el director no congeniaba conmigo. En los cuatro años que estuvo en su puesto solo se dirigió a mí en dos ocasiones. Una, para amonestarme por una cuestión administrativa y decir que me cambiaba de puesto, y la otra, para echar por tierra mi trabajo”, rememora con dolor, al tiempo que reconoce que desconocía que el acoso laboral era un delito penado y que todas las empresa tienen la obligación de tener un protocolo de actuación y darlo a conocer entre sus trabajadores.

Ane Miren entiende perfectamente a las mujeres que no denuncian a sus acosadores. “Es muy duro, porque a la hora de la verdad te sientes más sola que la una. Eres tú la que te tienes que enfrentar a la situación y, aunque ahora hay una mayor concienciación, nadie quiere meterse en jaleos y menos si tienen que testificar en un juicio”, se lamenta.

El proceso del acoso laboral puede incluir características de un círculo viciado en el que los problemas de salud mental son el resultado del acoso y aumentan, asimismo, la susceptibilidad de acoso. “Los estudios indican que hay una relación directa entre el acoso y la depresión, considerándose la depresión junto a la ansiedad como uno de los síntomas más prevalentes en las primeras etapas en las que el trabajador está siendo víctima de acoso laboral”, afirma la psiquiatra Rosa Gutiérrez.

Para aquellas personas que estén pasando por alguna de estas situaciones, Ane Miren, que sabe que es algo difícil, recomienda “que pidan ayuda, denuncien el acoso y hagan por cambiar la situación empezando por variar su perspectiva del problema. Ellas no son los culpables ni tienen que vivir con vergüenza”, sentencia. - N. Lauzirika