Bilbao - La mujer de Pablo Ibar, Tanya Ibar Quiñones, se dirigió ayer al jurado, entre sollozos, para asegurar que su marido “es un buen hombre” y evitar que dictamine que deba ser condenado a muerte. Al escuchar sus palabras, Ibar, conmovido, no pudo evitar las lágrimas en la última sesión en la que los testigos de acusación y defensa comparecieron en la sala donde el vasco-estadounidense conocerá si es condenado a muerte o a cadena perpetua.

La esposa del acusado puso punto y final a los testimonios de los testigos de la defensa, antes de que las partes expusieran sus conclusiones finales, con la petición de la Fiscalía de la pena capital para el procesado.

El tribunal popular, que el 19 de enero decidió por unanimidad que Pablo Ibar era culpable del triple asesinato cometido el 27 de junio de 1994 en Mimamar, en el estado de Florida, deberá decidir a partir de hoy si recomienda al juez, Dennis Bailey, que le imponga, en su sentencia, la pena de muerte o la cadena perpetua.

Durante esta semana han desfilado por el Tribunal de Fort Lauderdale los testigos de la defensa, familiares y amigos -entre ellos, su padre, el expelotari guipuzcoano Cándido Ibar- que han relatado al Jurado lo que supondría para ellos la vuelta de Ibar al corredor de la muerte.

En un relato conmovedor y sin poder contener las lágrimas, al igual que su marido que la observaba atentamente, Tanya Ibar Quiñones aseguró que Pablo Ibar es “un buen hombre”, un padre “ejemplar” para sus hijos de 7 y 12 años de edad, al que los pequeños “admiran”.

Además, Tanya dijo que durante 21 años ella ha continuado al lado del acusado, pese a que este le ha emplazado a rehacer su vida sin él, porque conoce “firmemente” cuál es la verdad -en alusión al convencimiento en su inocencia- y, por eso, ha continuado en su “lucha”.

Tras destacar cuánto “ama” a Pablo Ibar, su esposa repasó los años que han pasado juntos, los fines de semana interminables para verle en la prisión, cuando el preso se encontraba en el corredor de la muerte, y el apoyo que ha tenido siempre de su familia, que no imagina “una vida sin él”.

A partir de hoy, el tribunal popular deliberará sobre si el juez debe imponer al acusado pena de muerte o cadena perpetua a Ibar por el asesinato de Casimir Sucharski, propietario de un club nocturno, y de las modelos Sharon Anderson y Marie Rogers.

Al finalizar las testificaciones, la Fiscalía tendrá derecho a réplica y será después cuando los doce miembros del jurado se retiren para tomar una decisión sobre la recomendación que hará al magistrado, Dennis Bailey, de imposición de una sentencia de pena de muerte o de cadena perpetua. En caso de que se decidan por la primera opción, el juez Bailey tendrá la potestad de rebajarla a cadena perpetua, pero si es la segunda opción, el magistrado no podrá imponer la condena más alta.

Enfrentamiento con el juez La sesión de ayer fue más tranquila que el turbulento final vivido el lunes cuando Pablo Ibar se enfrentó abiertamente al juez Bailey y al propio fiscal en ausencia del jurado. Todo comenzó cuando antes de producirse el testimonio de Ron McAndrew -un trabajador del sistema penitenciario de Florida desde 1978 y que afirmó estar impresionado por el historial penitenciario de Ibar-, la Fiscalía planteó convocar para su turno de réplica a un preso del corredor de la muerte que afirmó haber sido amenazado por Ibar, un hecho sobre el que los funcionarios no abrieron expediente sancionador al considerar la queja “carente de fundamento”.

A pesar de las protestas de la defensa, el juez acordó convocar al testigo. Fue en ese momento, cuando Pablo Ibar “perdió la paciencia” y se dirigió directamente al juez, para acusarle de “manifiesta falta de imparcialidad”. Ibar reveló, además, que ese preso, desde entonces, ha sido sacado del corredor de la muerte por enfermedad mental y se encuentra bajo tratamiento psiquiátrico. - DEIA/E. P.