Gasteiz - Durante los cuatro primeros meses de 2019, cuatro reclusos de la cárcel alavesa de Zaballa han perdido la vida. Una media de una muerte por mes. Tres de ellos tenían menos de 30 años en el momento de su fallecimiento. “Tragedias evitables”, según el colectivo de apoyo a las personas presas, Salhaketa, cuyos responsables recuerdan que la gran mayoría de estas muertes ocurren por motivos no naturales. Ayer, familiares de los reclusos muertos y representantes de diferentes colectivos sociales se concentraron en Gasteiz para exigir “verdad, justicia, reparación y no repetición”. La pancarta exhibida rezaba Arabako kartzelan inpunitaterik ez. No más muertes.

El cuerpo de Xabier González García, de 28 años, el último fallecido en el penal alavés, fue incinerado antes de que llegaran los resultados de la primera autopsia. Diga lo que diga el informe del forense, no le podrán practicar una segunda prueba. César Manzanos, de Salhaketa, aseguró que resulta habitual esta práctica de “esconder los cadáveres bajo la alfombra”. Sostuvo que el ruido mediático no es del agrado de los responsables de Zaballa.

Adrián Donnay, portavoz de la organización, recordó que la muerte de Xabier ocurrió poco más de tres semanas después de la de Jonathan. “Sus familiares, tal y como hicieron los de Jonathan, han querido estar presentes en estos momentos tan difíciles y ponerle nombre y apellidos al cuarto fallecido en Zaballa en lo que va de año. No quieren que nadie más pase por lo que están pasando ellos ni por lo que pasó su hijo”, explicó.

Descontrol en Zaballa Parte de lo que pasó Xabier en el penal fue, según indicó, que “llevaba dos años y tres meses en Zaballa, tiempo en el que no se le permitió ver a sus tres hijas y ni siquiera a su pareja en los últimos meses”. Los padres del fallecido, a través del representante de Salhaketa, quisieron dejar constancia del “descontrol” que existe en la cárcel alavesa. “Les ha resultado muy difícil comunicar, con garantías, incidencias respecto de la situación de su hijo dentro de prisión”, indicó Donnay. Los padres supieron de la muerte de Xabier por teléfono, “sin ayuda psicológica ni acompañamiento de referencia de ningún tipo”. “A diferencia del caso de Jonathan, el director del penal aceptó reunirse con los familiares de Xabier”. Tal y como relató el representante de Salhaketa, el encuentro duró cinco minutos. Según indicó, el director no asumió sus responsabilidades.Manzanos puso sobre la mesa un listado de nueve medidas que Salhaketa reclama para garantizar que no se den más muertes en Zaballa. “La cárcel no puede ser una trituradora de personas abandonadas a su suerte”, concluyó.