ALGUNOS renuncian a tener un empleo por el infierno que les supone pasar una entrevista de trabajo. Otros no se atreven ni a salir para hacer las compras. No son tímidos, ni seres antisociales, sufren trastorno de ansiedad. “No puedo entrar en una habitación donde haya personas charlando, me resulta difícil mantener la mirada cuando hablo con alguien, sólo pienso que me están mirando y que me voy a poner nervioso sí o sí”, confiesa Fernando.
SIGUE LEYENDO LA NOTICIA EN: Presst.net