Bilbao - Nadie está libre de contradicciones. Mientras sean pequeñas y no afecten a cuestiones esenciales, son perfectamente asumibles y hasta le dan su toque de sal a la vida. Lo que no es de recibo es exhibir unos principios que se incumplen una y otra vez.

Cuando no hay relación entre lo que decimos y lo que hacemos, estamos siendo incoherentes. ¿Va por ahí?

-Pues sí. También va por ahí cuando exigimos a los demás algo y, al vernos en esa misma situación, obramos justo haciendo lo contrario de eso que exigimos. La coherencia es la llave del compromiso y es la que nos hace ser críticos, que no sectarios, a lo largo de la vida.

Me da que es uno de esos pecados de los que la gente se autoabsuelve. Siempre se encuentra un motivo para explicar por qué no coinciden los dichos y los hechos.

-Así suele ser. Sí que me gustaría decir que, como en casi todo, nadie es coherente al cien por ciento. Ya hemos dicho que nadie es perfecto, pero hay personas que en ocasiones rompen su coherencia y se lo pueden explicar a ellos mismos, sin buscar excusas ante los demás. Esto de la autoabsolución tiene una herramienta fantástica, que es el grupo. Cuando se quiere conseguir algo, mucha gente se agrupa hasta el punto de convertirse en algo parecido a una chusma. Luego, cuando los beneficios de la presión no llegan a todos, la gente se olvida del grupo y corre a pisar a los demás. Ya he vivido eso en más de una ocasión.

Además, no sé yo si somos muy laxos al juzgar las incoherencias. Por ejemplo, vemos a esos tertulianos con piquito de oro que obran exactamente al contrario de lo que predican... y ni nos damos cuenta.

-Bueno, cada vez nos damos más cuenta, y no sería correcto citar aquí los nombres de personas con responsabilidades públicas que se han rasgado las vestiduras invocando la necesidad de que la población haga ciertos esfuerzos en beneficio de todos, mientras esas personas, por la puerta de atrás, obran justo de la manera opuesta.

Luego está la gran excusa que ya hemos comentado alguna vez, lo de “son mis pequeñas contradicciones”. ¿Quién está libre de esas contradicciones?

-Nadie. Lo que ocurre es que algunas personas tenemos esas contradicciones de forma ocasional y nos las podemos explicar, pero luego hay muchas combinaciones de posibilidades de las que se obtiene que existen las personas que se están contradiciendo permanentemente y en asuntos de relevancia.

Si pienso en las personas auténticamente coherentes que he conocido, resulta que casi todas las han pasado canutas. ¿No es más cómodo tener unos principios acomodaticios?

-Más tarde o más temprano, se paga un peaje. Y sí, es cierto que las personas que tratan de ser coherentes sufren todo tipo de presiones y comentarios descalificadores del tipo “siempre estás con lo mismo”, “siempre te estás quejando”. Si son pacientes, el tiempo termina poniéndolo todo en su sitio. Hay que resistir, con crítica, flexibilidad e inteligencia, pero resistir a estos comentarios

En otros casos, hay personas que dicen ser coherentes y más bien parecen cerriles. Te hablo de esos que se instalaron en la verdad a los veinte años y no hay quien los saque de sus trece a los ochenta.

-Esos son narcisos o poco inteligentes. Nadie tiene siempre la razón, y quien no escucha y cambia difícilmente mejora. La coherencia se toma muchas veces por obstinación sin que lo sea. La coherencia requiere de constancia y de criterio para no dejarse influenciar en el mal sentido, por ejemplo por miedo o por intereses turbios. Ahora bien, hay gente obstinada que confunde su terquedad con coherencia.

Abundando en lo anterior, ser coherente no está reñido con ir evolucionando a lo largo del tiempo.

-Ya te lo decía en la pregunta anterior. Yo creo que un rasgo propio de las personas coherentes es asumir que la vida, que como muchas veces he dicho es acumular experiencias, lleva implícito crecer, en centímetros y en sabiduría. Adaptarse a los cambios del entorno y a los que nos genera el conocimiento es un muy buen ejercicio de coherencia.

¿Qué hago cuando tengo la sospecha de que hay pelea entre mis actos y mis principios? ¿Cambio de actos o de principios?

-Pues revisar bien la situación y luego proceder. Hombre, yo opino que los principios se podrán adaptar, y/o se podrán flexibilizar, pero serán siempre principios, y deben prevalecer sobre los actos. No siempre se consigue, pero hay que intentarlo y si no se consigue, rectificar, que es de sabios.