Donostia. "Le he cortado el cuello y al otro no sé si le he llegado a dar porque había mucho jaleo. Sé que me he arruinado la vida, pero sé lo que he hecho porque me las ha hecho pasar putas. Al otro le he metido -el cuchillo- por meterse donde no le llaman". La abogada de la madre de Yasmín Rodríguez, asesinada la madrugada del 8 de mayo de 2009 en Irun, aseguró ayer que esta fue la confesión realizada por el presunto asesino, Edward Enrique San Clemente, a uno de los policías que le tomó declaración el mismo día de los hechos. Las afirmaciones de la letrada tuvieron como escenario la primera sesión del juicio con jurado que comenzó ayer en la Audiencia de Gipuzkoa contra San Clemente, que se enfrenta a peticiones de más de cuarenta años de prisión.
El hombre está acusado de matar de una cuchillada en el cuello a su esposa, Yasmín, e intentar asesinar a Juan Pablo Urtizberea, a quien apuñaló en el abdomen y la espalda cuando intentaba separar al agresor de su víctima.
La declaración del implicado se aplazó a hoy dado el prolongado desarrollo de la elección del jurado, así como por las exposiciones del Ministerio Fiscal y las distintas acusaciones particulares.
Todos ellos coinciden en imputar al acusado dos delitos de asesinato, uno de ellos en grado de tentativa por la agresión al vecino de Irun, otro de amenazas graves contra la propia Yasmín y uno más de coacciones continuadas hacia ella.
A estos se suma otro delito por conducción temeraria al chocar de forma voluntaria contra el vehículo en el que viajaba la mujer asesinada junto a una amiga, que resultó herida, hecho por el que los letrados de la acusación solicitan una condena por un delito de lesiones.
La abogada de la madre de Yasmín explicó que la mujer asesinada "se desangró en pocos minutos", tras recibir una puñalada que le atravesó el cuello con un filo de 12 centímetros. Las heridas provocadas a Urtizberea con el mismo cuchillo eran "lesiones incompatibles con la vida", si bien los médicos consiguieron salvarle tras permanecer ingresado 19 días en el hospital. "Pudo haberlo matado y está claro que quería matarlo", manifestó la abogada.
Persecución Por su parte, la letrada de la hija de Yasmín señaló que la mujer fallecida y su agresor, casados en 2003, "estaban retomando su relación", tras atravesar un bache sentimental. Sin embargo, la actitud de San Clemente era vigilante, de manera que "la perseguía, la esperaba a la salida del trabajo y llamaba a sus amigas para ver dónde estaba". En este contexto, la noche del suceso, el acusado aguardaba a Yasmín a la entrada de un bar de Irun, donde se encontraba junto a su amiga. "Comenzó a discutir y la cogió del brazo. La amiga intervino y el acusado le dijo: te juro que la mato", detalló esta abogada.
Después, las dos amigas se dirigieron a sus casas en coche, si bien San Clemente seguía sus pasos desde su automóvil. En la avenida de Letxunborro, el implicado embistió el automóvil de ellas, que quedó cruzado. Yasmín salió del turismo con ánimo de aplacar la ira de su marido, pero este, sin mediar palabra, le hundió el cuchillo en el cuello "hasta la misma empuñadura" y, después, apuñaló en dos ocasiones a Urtizberea.
Esta abogada recalcó que el acusado "no declaró hasta pasados siete meses", cuando ya habían pasado todos los testigos. Además, puso de relieve que la violenta actuación de San Clemente no estuvo influenciada "ni por sustancias tóxicas ni del alcohol", según informaron los forenses. "Sabía lo que hacía y lo que quería", subrayó.
El abogado que defiende a San Clemente hizo hincapié en que el matrimonio con Yasmín "no era una relación que se hubiese acabado", por lo que el acusado "no pudo entender" el vínculo que, al parecer, unía a su mujer con otro hombre. Por ello, "cuando se confirmaron sus sospechas, en un arrebato emocional" cometió el violento acto. Con estas premisas, este letrado reduce a tres las "acciones que son merecedoras de castigo", porque existen "unas circunstancias en el acusado que no le excusan pero sí atenúan". Por ello, solicita un total de diez años de cárcel para su defendido.
