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"Si eres vasco tienes las puertas abiertas en Chile"

Empeñada en la promoción de Chile en Euskadi, se reconoce algo apabullada por una tarea que acaba de arrancar. Pero no le asusta ningún reto y reivindica Chile y sus sinergias con Euskadi. "Lo que más me apena es cuando sale alguna cosa que puede empañar su imagen", afirma

Usted predica con el ejemplo. Es una asidua de Chile.

Mis padres nos empezaron a llevar a Chile hace treinta años. Porque mi madre, vasco-chilena, ha enganchado a toda la familia. Primero a mi padre, que empezó a acudir con negocios y empresarios (fue presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao durante 12 años) porque le parecía un sitio maravilloso para invertir. Primero se enganchó mi padre y luego toda la familia. Yo he seguido visitándolo porque hasta hace poco trabajaba en una empresa de aeronáutica que celebraba en Chile la feria más importante de Iberoamérica. Me compré un apartamento, tengo un coche... voy regularmente. Además soy la delegada en el País Vasco de Emprebasc, una asociación de empresarios de origen vasco en Chile.

Y ha seguido cultivando los fuertes vínculos entre los dos países.

Sí, hay muchas sinergias porque existe una forma de hacer las cosas, una manera de hacer negocios que posibilita que haya mucha conexión con los vascos. No hay que olvidar que en torno al 25% de la población en Chile tiene origen euskaldun. Hay una presencia vasca impresionante. Si eres vasco tienes las puertas abiertas en Chile. Por el hecho ser de aquí tienes gran parte del camino andado pero eso está poco aprovechado. No hay que olvidar que allí hay un montón de apellidos que aquí prácticamente no encuentras. Es muy normal el apellido Errazurriz, Indurraga, Arrain... Te dicen: Madariaga apellido chileno y yo les contesto ¿y un poco vasco también, no? Y muchos descendientes de vascos forman parte de la burguesía chilena. También me ha pasado que como saben que en nuestros apellidos hay muchas erres, oyen alguno así y ya creen que es vasco... y tampoco les voy a quitar la ilusión.

Es una presencia apabullante.

Sí, es muy alta y además está muy bien vista. Por donde vayas hay un vasco. La última vez estuve celebrando San Ignacio -me invitaron las dos euskal etxea, la de Santiago y la Valparaíso pero yo tenía que ir a la que fundó mi aitite-. Pues allí estuvimos en una comida más de 150 personas. Fue tan bonito lo que me organizaron que les hablé en euskera. Allí también intentan aprender el idioma y tienen cursos de euskera, de dantza y hasta de txistu. La historia del txistulari es curiosa porque no es vasco, pero le encantaba el txistu y el tamboril y aprendió a tocarlos cerca de Iruñea. Comenzó a tocar en el metro y vascos que pasaban por allí empezaron a contratarle para bodas y acontecimientos familiares. A raíz de eso, pasó a la euskal etxea a dar clases.

Creo que hay un negocio peculiar.

Sí, el del queso chilozabal, que se elabora en la isla de Chiloé después de que hace más de un década llegara un avión con un rebaño de 300 ovejas latxas que José Miguel Goikoetxea introdujo en la región.

¿Cómo es la representación chilena en Euskadi?

Hay en torno a 4.000 chilenos inscritos pero luego hay mucha gente no registrada. Lo primero que intenté fue comprobar el listado de asociaciones, porque yo conocía mucho vasco chileno pero no conocía la gente chilena que estaba establecida aquí y me he encontrado con ciudadanos que están muy integrados, trabajadores, colaboradores, con mucho sentimiento hacia Chile pero también hacia Euskadi, el país que les ha acogido.

Usted les facilita su estancia. ¿En qué consiste la tarea de cónsul?

Haces un montón de papeleo, renovación de pasaportes, trámites para alguien que quiere sacarse la doble nacionalidad, o cobrar pensiones que tienen en Chile para las que están obligados a validar ciertos papeles, documentos que necesitan las empresas, fes de vida...

Pero sobre todo su objetivo es la promoción de Chile en Euskadi.

Sí, es que es un gran desconocido. Siempre te hablan de Argentina y desconocen Chile por completo. A nivel de naturaleza es una auténtica maravilla. La gente lo tiene que conocer porque es una explosión de paisajes. Tiene cuatro y pico mil kilómetros de costa y pasas del desierto más árido del mundo a la parte más austral del planeta en Puerto Williams, con hielos eternos. Tienes desde los mejores observatorios para ver las estrellas a una zona de lagos, volcanes. Desde Santiago te puedes ir a esquiar en tres cuartos de hora y luego, en hora y media, puedes ir a la playa. Pasas de la cordillera de Los Andes al mar. Y lo que te encuentras por el camino es una maravilla. Tienes la isla de Pascua, que es Chile y, sin embargo, parece que estés en la Polinesia hasta que ves que son católicos y hablan castellano.

Y se trata de un país con grandes oportunidades de negocio.

Chile mantiene un crecimiento medio de un seis y pico por ciento. Prácticamente no hay paro. Es un país muy abierto, que tiene unos acuerdos comerciales estupendos, también con el Pacífico, y que es una extraordinaria puerta de entrada para Iberoamérica.

¿Y cómo asume que en un solo año Chile haya pasado de estar en el candelero por el rescate a los mineros a los conflictos con los estudiantes?

El rescate de los mineros tuvo mucha trascendencia porque fue un hito. No olvidemos que era una mina privada y que, en el fondo, el gobierno podía haber dicho que no se metía, pero se la jugó. Llevaban mucho tiempo bajo tierra y todos pensaban que habían muerto. Yo estaba allí esos días y viví en primera persona aquella situación de euforia. Cuando les encontraron estábamos todos emocionados. Sebastián Piñera apostó, el país se lo pedía y salió todo muy bien. Lo que está pasando con los estudiantes es una cuestión que tiene Chile pendiente desde hace más de veinte años, y es que la educación es cara. Es un problema que viene desde la época de Pinochet y que ahora, no sé por qué, se está enquistando. ¡Con el cariño que yo le tengo a Chile, me da rabia todo esto!