donostia. La experiencia nace como un ensayo para lograr la integración definitiva de los menores extranjeros no acompañados que recalan en Gipuzkoa. En breve, dejará de ser extraño ver a estos chavales de la mano de unos familiares ocasionales, dando un paseo por las calles, de compras o participando de cualquier comida familiar que les haga sentirse como en casa. No se irán a vivir con ellos, pero sí mantendrán una estrecha relación. Todo ello será posible gracias a una red de acogida, pionera en el Estado, que surge de un acuerdo de colaboración entre Baketik y la Diputación de Gipuzkoa y que está a punto de ponerse en marcha.

Más allá de episodios delictivos protagonizados por una minoría y que, paradójicamente, siembran de alarma a toda la sociedad, en realidad es muy poco lo que se conoce de la vida de los más de 200 menores inmigrantes acogidos actualmente en Gipuzkoa. Casi todo lo que encuentran en el territorio les resulta desconocido: el idioma, la cultura, la religión... Tradiciones situadas en las antípodas de sus referencias, que les exigen un esfuerzo de adaptación infinito. A pesar de esta carrera de obstáculos, estos chavales no despiertan precisamente empatía entre buena parte de la sociedad.

Con esta realidad como punto de partida, las instituciones se han preguntado qué más puede hacerse para contribuir a una mejor integración. Y de este modo ha surgido el Proyecto Izeba, presentado ayer en Donostia, fruto de la colaboración entre el centro Baketik de Arantzazu y la Diputación de Gipuzkoa.

El proyecto consiste en crear una red de familias que aceptan actuar como si fueran tíos o tías acogedores para contribuir a su integración, "el principal déficit que siguen arrastrando", según recalcó la diputada de Política Social, Maite Etxaniz.

El 9 de noviembre arrancará en Gipuzkoa una campaña informativa con el fin de captar el mayor número de adhesiones, aunque ya está a disposición de cualquier familia interesada el teléfono 943 251 005, en el que obtendrán toda la información que deseen sobre el proyecto. Por el momento ya hay diez familias que han dado su visto bueno.

experiencia previa La iniciativa no surge de la nada. Gipuzkoa cuenta con una experiencia de más de quince años en el acogimiento familiar, y hay una realidad que, según resaltó Etxaniz, se repite una vez que el periodo de acogimiento del menor finaliza, bien por la vuelta a la familia biológica del menor o por la emancipación del chaval. "Quienes fueron acogedores se transforman espontánea y voluntariamente en una familia de acogimiento", destacó la diputada.

Se convierten en algo así como tíos y tías, lo que siempre abre mayores cauces de integración social y aumenta las posibilidades de que esos chavales puedan estructurar su vida de una manera constructiva.

Aunque se ha dado a conocer ahora, el proyecto lleva más de un año gestándose y se ha planificado al detalle. El director del Centro por la Paz Baketik, Jonan Fernández, explicó que las personas voluntarias que se ofrezcan para colaborar no van a estar a solas.

El programa cuenta con un equipo de apoyo especializado compuesto por dos psicólogas. Este servicio estará coordinado con el centro de acogida donde reside el menor y permanecerá en contacto permanente con cada una de las familias para apoyar su labor y responder a cualquiera de las preguntas que puedan suscitarse a lo largo de la experiencia.

El director de Baketik precisó que el objetivo no pasa por convivir a diario con estos chavales, pero sí dar rienda suelta a diferentes iniciativas que permitan estrechar la relación, como "irse de compras con ellos, invitarles a comer y mantener un contacto telefónico".

visitas de apoyo El equipo de apoyo visitará a todas las familias una vez iniciado el proceso y a partir de ese momento la periodicidad de los contactos será mayor o menor según las necesidades de cada caso. Existe una dirección de correo electrónico (izeba@izeba.org) para consultar cualquier duda al respecto.

Fernandez precisó que las personas que de manera voluntaria se inscriban en el proyecto recibirán de la Diputación una dieta económica de cien euros mensuales para compensar mínimamente el esfuerzo personal y los gastos que pudiera ocasionarles su implicación.