Del barro al fango hay una finísima línea que dibuja el recorrido de lo que ha sido la campaña que ayer expiró y que tiene hoy a la ciudadanía reflexionando. No tanto sobre el voto, que también, sino acerca de lo que se le viene encima en este ciclo electoral de sesión continua. Arrancó con la polémica por la inclusión de exmiembros de ETA en las listas de Bildu y culmina con las denuncias de compra de votos en diversos municipios del Estado. Y nada parece ser casual. Si, en primer término, desde la derecha española se abrió la espita a la ilegalización de la coalición soberanista, quién sabe si como amenaza para atar en corto a otras formaciones (de izquierda, por supuesto); la trama corrupta de la papeleta por correo y su hipérbole mediática no hacen más que sembrar el camino de la estrategia del ataque al Capitolio si, llegado el caso, los resultados en las urnas no responden a los intereses de quienes llevan tiempo instalados en el cuanto peor, mejor. Y para combatir tamañas dosis de degradación política solo existe una receta: acudir mañana a votar. Dejar de hacerlo, como indicó el lehendakari Urkullu en un nuevo aliento a la movilización, “tiene consecuencias”.

La sensación es que a todos les ha sobrado la última semana. En la CAV se ha redoblado, como pocas veces antes, la pugna en el soberanismo. El PNV, que aspira a reforzar su liderazgo, entiende que EH Bildu ha tratado de hacer equilibrios buscando “blanquearse de cara al gran público” pero sin perder la “cohesión interna con su núcleo más duro”, señaló el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, responsabilizando de los episodios de “embarramiento” más cercanos a la izquierda abertzale, que ha llegado a acusar a los jeltzales de actitudes “trumpistas”. Seguramente, los nuevos modos de comunicación y el peligro de las redes no han ayudado a aplacar este innecesario temporal al que, justo en la recta final, se quiso unir el PSE. Desde su rincón de pensar salió Eneko Andueza para atizar a su socio de gobierno culpándole, por insistente, del incumplimiento del calendario de transferencias. El mundo al revés. Un escenario donde Elkarrekin Podemos ha evitado entrar al trapo porque bastante ha tenido con pasear el efecto Díaz en busca del voto perdido. O más bien, de evitar una sangría.

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En imágenes: Así se preparan los colegios electorales de Bizkaia para el 28M Pablo Viñas

El seguidismo del PP vasco a Génova ha recordado a tiempos pretéritos, uniéndose a la clá ultra de que ETA “sigue viva” en las instituciones y “sostiene” a Pedro Sánchez. El líder del PSOE imputó al partido de Alberto Núñez Feijóo el lodazal con el que ha cuestionado la pureza democrática hasta el punto de ligar las excursiones vacacionales del presidente español con las prácticas disolutas en el voto por correo. “Insultan y descalifican porque no quieren que vayamos a votar”, espetó el socialista, entregado en su última parada a Barcelona, tampoco por casualidad. Como no lo fue que la ideóloga de Sumar cerrara igualmente allí junto a Ada Colau; o que el líder del PP lo hiciera en Madrid como guardaespaldas de Díaz Ayuso; que Podemos, obligado a rescatar la figura de Iglesias, echara el resto en la capital para salvar sus propios restos; o que Vox profiriera en Toledo sus últimos gritos de ultratumba.

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En semejante coyuntura toca dilucidar con qué motivación pisar el colegio electoral. Si a favor de o en contra de, diatriba resultante de un desacertado clima. Probablemente Urkullu expuso el mejor de los razonamientos. “El voto de castigo afectará a las propuestas que son en beneficio de la sociedad”, advirtió, preocupado además por “el nulo conocimiento de lo que es el ámbito competencial que corresponde a las elecciones municipales y forales en Euskadi”.

Y es que en el tenderete de esta quincena solo ha faltado que a Vinicius le tocara haber aparecido por uno de nuestros campos. Y ya tendríamos el chapapote al completo.