LAS mujeres bailan mejor. Y son mayoría. Nacen un 2% más. Lo que origina una brecha demográfica del 4% de salida. Esa brecha se termina ensanchando a porcentajes importantes en la mediana edad y abrumadores en la tardía como consecuencia de la secular estupidez autodestructiva del género masculino.

Sin embargo, desde que los dioses arrumbaron las antiguas místicas relacionadas con la tierra y la fertilidad, los hombres hemos tenido la sartén por el mango. Aunque la mujer cocinara en esa sartén y la fregara después. Algo pasó. Los machotes dimos un golpe de estado con la excusa estúpida que fuera. Eso nos permitió usar la violencia, mandar a las mujeres al interior de los hogares y atribuirnos el mando, seguramente para poder matarnos entre nosotros por una tontería cualquiera.

Un rosario de intelectuales machirulos, partiendo quienes escribieron la Biblia, comenzaron a redactar diferentes hipótesis sobre la inferioridad de la mujer: es débil, voluble, dada a la histeria, sin capacidad mental para elaborar pensamientos complejos, sin dotación para comprender los procesos científicos.

No les hizo dudar de la tesis que a lo largo de los siglos hubiera faraones mujeres –mucho antes que Lola Flores–, emperadores de China mujeres, mujeres que manejaron el mundo romano con el sello imperial de sus maridos, comandaron ejércitos y armadas, dirigieron expediciones, pintaron, escribieron, desarrollaron teorías científicas. Hubo asesinas y sacerdotisas, exploradoras y dictadoras. A los intelectuales y gobernantes machirulos les dio igual. La mujer, en casa es donde debe estar. Lo público, como Soberano, es cosa de hombres.

En la España de Franco, la majarada machota alcanzó la perfección. Los alcaldes, así, en masculino, se elegían por unas cámaras municipales que se dividían, como las corridas de toros, en tres tercios. El tercio de las familias, el tercio de los sindicatos y el tercio del mamoneo descarado. El primero es el que nos interesa: el tercio de las familias. Ahí, para contar como elegido o elector había que ser casado y padre de familia. Si. Has leído bien, querida amiga menor de 50 años que crees que el mundo siempre ha sido más o menos como ahora. Por si acaso, también era preceptivo un informe favorable del Gobernador Civil y de la Benemérita antes de la toma de posesión. No fuera a ser que se colara algún peligroso democristiano de veleidades liberales. Liberales en lo socioeconómico, se entiende. Lo otro, en Biarritz, Perpignan o Tánger.

Alguien pensará en Pilar Careaga, alcaldesa de Bilbao en la época de marras. Pero lo suyo merece un libro y se me acaba la página.

La energía del movimiento feminista, su incansable voluntad y su influencia en el establecimiento de la agenda pública de todos los partidos políticos sensatos, sumados a 40 años de educación en nuevos valores y al desarrollo socioeconómico, han ajustado la situación.

A pesar de que resten rémoras y lacras, podemos congratularnos: nos encontramos a las puertas de unas elecciones en las que en Euskadi casi el 65% de los ayuntamientos contarán con una mujer levantando la makila. Lo natural, ya que gobiernan partidos políticos, asambleas parlamentarias, universidades o cuerpos policiales.

Como en la foto de Oskar González, ellas llevan el baile. Nuestra esperanza es que también nos enseñen a bailar mejor.