Tras la llamada que recibió el lunes desde el Gobierno español para informarlo del decreto anticrisis para paliar las consecuencias de la guerra de Rusia contra Ucrania, ¿ha vuelto a recibir otra?

—Recibimos una llamada, efectivamente, a primera hora del lunes, y otra hacia las 13.00 horas, en la que ya empezó a dar datos concretos. Pero hay que tener en cuenta también que el decreto se modificó a lo largo del día y el martes. Pero sí, tuvimos información desde las 13.00 horas.

¿Ha habido negociación como tal, con cambios? ¿El PNV se ve reflejado en ese decreto?

—Si nos llegó el lunes y la versión final salió el martes, el decreto no estaba pensado para negociar. Ahora bien, algunas medidas que propusimos la semana pasada en una moción y que el grupo socialista dejó caer con su abstención sí se han visto reflejadas en el decreto. Por ejemplo, pedíamos ir al máximo porcentaje que permite Europa para ayudar en la rebaja de la factura eléctrica, tirando del dinero de las subastas del CO2. Se estaba en el 15% y pedíamos el 25%. El Gobierno lo acepta. Y en una medida que no estaba en el decreto, el desacople del gas, Sánchez asume el método que proponíamos para que se reparta la carga entre los agentes del sistema. Estar al 100% de acuerdo en un decreto que toca muchos palos es complicado, pero nadie se puede plantear votar en contra. El problema vendrá si el 30 de junio seguimos con una inflación rampante. Obligará a tomar medidas. Confiemos en que el desacople ayude y la evolución en Ucrania sea favorable.

Ante la inflación, ¿habría que ir a un control de precios?

—La curva de la inflación se para a base de productividad. Hay que tomar decisiones más veloces en los nuevos proyectos que van a basarse en el dinero de los fondos Next europeos.

¿El PNV tiene fijado su voto ante el decreto?

—No soy el Euzkadi Buru Batzar, pero no va a ser un no. Este decreto es un bloque, e intuyo que votaremos que sí.

Sánchez dice que ha aceptado que los tres proyectos estratégicos de Euskadi se acojan a los fondos europeos, y ha hecho caso al PNV en cómo costear el desacople del gas. ¿El presidente está teniendo más en cuenta al PNV?

—Es evidente que no somos precisamente un partido al que tenga al margen. Sánchez sí suele ir de llanero solitario en los primeros momentos. Se lanza, y después hay que intentar recomponerlo en muchas ocasiones. En los tres proyectos estratégicos, tampoco es que me resolviera una duda: que estén alineados y les parezcan muy necesarios ya nos lo imaginábamos, pero lo que nos hace falta es que nos digan que sí y qué fondos van a tener. Que decida ya. No es serio [la entrevista se realizó el viernes, y ha trascendido la carta de Calviño al lehendakari, donde solo cita los procedimientos para concurrir].

Algunas medidas del decreto, como el descuento de veinte céntimos por litro de carburante, han comenzado con mal pie, se habló de subidas de precios, y la situación en las gasolineras pareció caótica...

—Algunas informaciones transmitían una subida adelantada en todas las gasolineras, y no me consta que haya sucedido exactamente eso. Lo que le reprocho al Gobierno es que, para tomar esa medida, no hacía falta esperar a la reunión europea. Debían haberlo hecho antes y nos hubiéramos ahorrado problemas en el puerto y los suministros. Han faltado reflejos. Sí agradezco que el decreto diga que tenemos haciendas forales y competencia en transportes.

Se han escenificado tensiones entre Podemos y el PSOE, a cuenta del tope del gas. El número que decía Podemos, 30 euros, es el que aparece en la oferta a la Comisión Europea...

—(Interrumpe) ¿Y usted cree que se lo ha inventado la ministra Belarra porque es una gran economista? Esto, seguramente, lo habían hablado, y por eso se adelantó y se cabreó Calviño. Pero vamos a ver qué ocurre, porque la Comisión Europea lo tiene que aceptar. La propuesta hispanoportuguesa tendrá que ir muy bien argumentada, porque no se lo van a poner fácil.

¿Conocía el PNV la oferta que se envió?

—La oferta concreta, no, evidentemente. Quien tiene los datos del mercado eléctrico español es el Gobierno del Estado.

Tras las fricciones que hay entre el PSOE y Unidas Podemos por la Ley de Vivienda o el Sahara, ¿el Gobierno español está roto?

—El Gobierno tiene tensiones internas evidentes y problemas a la hora de llevar adelante iniciativas por sus discrepancias; pero también en una parte del Gobierno, en Podemos, hay unas tensiones terribles. PSOE y Unidas Podemos tienen que convivir, porque no hay alternativa.

Se especula con un adelanto electoral en otoño, para que Sánchez pueda cortar la proyección de Yolanda Díaz, y también la de Feijóo en el PP. ¿Cree que esto es verosímil?

—No tengo ni idea. Dependerá de cómo evolucione la legislatura y cómo nos enfrentemos al final de año, cómo lleguemos al próximo Presupuesto, cómo están las encuestas electorales, cómo está el Gobierno, si ha habido más crisis... Es una legislatura muy agitada, y yo no descarto nada, pero mañana por la mañana no lo puede hacer, porque tiene que dejar a Feijóo que coja las riendas, de manera que sea una liza un poco más justa. Si no, el electorado no lo va a entender. Y él está a gusto en las instituciones europeas, así que intentará llegar a la presidencia de turno europea del último semestre de 2023, pensando además que la economía va a mejorar. Esto es especular en vano, y en medio tenemos las elecciones municipales.

¿Es un error la fotografía que se va a hacer Sánchez con el rey de Marruecos?

—Lo que le puedo decir es que no estamos en absoluto de acuerdo. La posición española debería ser responsable por ser el agente colonizador, y se fue del Sahara sin hacer los deberes. La semana que viene en el Congreso se debatirá una iniciativa de ERC y EH Bildu, y creo que han errado el tiro. Lo que vienen a decir es que hay que respetar las resoluciones de Naciones Unidas. El PSOE va a votar a favor de eso. El problema no es ese. Lo que hay que decirle es que este Parlamento no está de acuerdo con que España se posicione a favor de lo que propone una de las partes, Marruecos, con una propuesta de autonomía. Desde luego, lo voy a enmendar. Si no, el Gobierno se va a ir de rositas. El Gobierno ha tomado esa decisión, por una parte, por la presión en las vallas en Ceuta y Melilla, pero también porque los americanos han decidido no tener un frente sur. España tendrá que arbitrar e intentar llegar a lo que los saharauis quieran, o que se manifieste la voluntad popular.

Sánchez sigue posicionándose con Marruecos. Acaba de reflejarse su soledad en el Congreso, y va a hacerse una foto con el rey de Marruecos sin apoyo del Congreso...

—Sí, incluso dijo, y estoy seguro de que fue una nota que le pasó el ministro Albares, que no veía que nadie se opusiera. Está pasando del Parlamento. Vamos a ver también cómo se posiciona el PP, que se queja de las formas pero no sé lo que está pensando.

¿Debería dimitir Albares?

—Que hagan lo que quieran. Lo único que sé es que hay una ministra a la que cesó Marruecos.

¿Sánchez está proyectando la debilidad del Gobierno español ante Marruecos?

—Los asaltos a la valla y las pateras a Canarias van a parar unos meses. No sé después lo que va a ocurrir. No va a servir para eliminar a las mafias que trafican con personas ni para aliviar el sufrimiento. Los países deben tratarse de tú a tú, y al único al que he visto retroceder es a España. Pero ellos sabrán. Frente a una autocracia, debería haber una posición firme.

¿Se han desactivado los conflictos que tenía el PNV con Sánchez en leyes como la Audiovisual, la de Deportes o la de Vivienda?

—Las de Deportes y Vivienda no van bien y hay mucha tela que cortar. Seguimos con ello. En la Ley Audiovisual se han desbloqueado cosas y ha habido avances. También en la que aludía a las Entidades de Previsión Social Voluntaria (EPSV), a los planes de pensiones públicos, etc.

¿Se va a garantizar que el fondo estatal no vaya en detrimento de las EPSV vascas?

—En principio, se han negociado nuestras enmiendas, y yo confío, porque así está también hablado, en que van a salir adelante. Y si es así, yo entiendo que sí [Esteban se refiere a que, en este proyecto del ministro Escrivá, se va a salvaguardar el modelo vasco de EPSV, que pagan pensiones complementarias. El PNV planteaba que, en las comunidades autónomas con competencia exclusiva, "las empresas que tuvieran constituido un instrumento propio de previsión social de empleo y se vean afectadas con posterioridad por un acuerdo colectivo de carácter sectorial en el que se prevea la instrumentación de compromisos a través de un plan de pensiones simplificado (la nueva figura estatal), podrán mantener los compromisos en el instrumento propio". En las administraciones públicas, los instrumentos propios se abordarán en las mesas generales de negociación. Esto se acepta y solo están en discusión algunos aspectos fiscales].

En la Ley Audiovisual, ¿se refiere a que el control de EITB seguirá en manos vascas?

—Efectivamente. Hay avances ahí, y algún acuerdo [el control de EITB seguirá sujeto a la ley vasca de 1982, y no pasa a Madrid]. Todavía estamos negociando y es mucho más dificultoso, porque ya había compromisos cerrados a varias bandas al haber adelantado ERC la discusión en los Presupuestos generales sobre los idiomas.

¿Qué sucede en la Ley de Vivienda? Visto desde fuera, da la sensación de que el Gobierno español prefiere pactarla con ERC y EH Bildu, que parece que plantean menos pegas.

—Claro que ponen menos pegas. Es una invasión competencial del primer artículo al último, y a ERC y a Bildu, cuando les gusta algo ideológicamente, como creen que no se va a entender entre sus votantes que se argumente un tema competencial, toman esas decisiones. Pero nosotros en esto somos muy estrictos. Lo que defendemos es el ámbito de autogobierno y la soberanía vasca. Ahí vamos a intentar poner pie en pared. ERC y otros grupos ven un avance. Sí, pero lo debería hacer tu país, no España.

¿Esos grupos priorizan lo social antes que la defensa competencial?

—¡Como si los demás no priorizáramos lo social! Priorizan su visión ideológica. Si un independentista no tiene clara la defensa del autogobierno, ¿quién la va a tener? Unidas Podemos, como tiene minoría en las comunidades autónomas, va al Parlamento español, lo presenta desde el Gobierno, y le da igual si quita competencias. Euskadi es la más avanzada en política social.

Cuando se aprobó la reforma laboral, el PNV dijo que esperaba que Sánchez hubiera aprendido la lección y cuidara más a sus socios de investidura... ¿Qué conclusión saca de lo que ocurre ahora con estas leyes?

—No ha acabado la tramitación. Nos hubiera gustado que se hubiera echado atrás la Ley de Vivienda. ERC estaba en duda, y sé que ha pedido tiempo. Hay que pelear todos los balones hasta el final. La agenda del Gobierno no es pacífica. En la reforma laboral, verá cómo al final lo que se podía haber hecho y no se hizo (prevalencia de los convenios vascos sobre los estatales) se acabará haciendo. Somos persistentes.

¿El gran olvidado de Sánchez es el autogobierno? Ha recurrido la Ley Antipandemia y las transferencias no avanzan.

—La Ley Antipandemia se ha recurrido en un tema técnico que es menor. En las transferencias, cada una nos cuesta sudor, sangre y de todo. Nos costó el Ingreso Mínimo Vital, y para los ferrocarriles tendremos que ver cómo evoluciona la Ley del Sistema Ferroviario, porque hacen falta enmiendas que faciliten esas transferencias. Y en eso andamos. Con otros gobiernos también pasaba. A uno le gustaría que la cosa fuera más engrasada, pero no haría una lectura negativa de la legislatura. Es verdad que estás en vilo continuamente, pero unos cuantos balones hemos salvado y hemos conseguido cosas para Euskadi. Si no lo conseguimos, hay que hacerles ver que les vamos a apretar en algunas votaciones. Vamos a ver lo positivo porque, ¿qué otra alternativa había de gobierno?

Se especula con que el PP de Feijóo será más centrado. ¿Está usted atento a sus movimientos por si le ofrece una alternativa viable?

—Una alternativa, en esta legislatura, no. Hemos llegado a un acuerdo con el gobierno. Lo que pasó con Rajoy es que hubo una sentencia demoledora y nadie iba a entender que se siguiera colaborando con el gobierno. No sé si va a haber un escándalo en el Gobierno español, pero lo normal es seguir desarrollando el acuerdo. Yo a Feijóo no lo conozco y no sé qué va a dar de sí. Con una prensa que no le da leña en Galicia, ahora llega a Madrid. Es otro ecosistema y le lloverán chuzos. Estoy sorprendido por algunas declaraciones suyas. Y a Vox le ha dejado entrar en el gobierno de Castilla y León. Es darle un marchamo de partido del sistema.