No habrá nuevas elecciones en Catalunya. A pocos días de que expirara el plazo, ERC y Junts alcanzaron un pacto para conformar un Govern de coalición después de unas negociaciones que estallaron por los aires y que fueron reconducidas por la CUP. Las reuniones mantenidas este fin de semana en sendas masías del Lluçanés y del Maresme entre el líder de Esquerra, Pere Aragonès, y el secretario general de JxCat, Jordi Sànchez, fueron claves para desencallar la operación en la que los posconvergentes han logrado que su socio no se enrocara en la posición del Ejecutivo en solitario, con cesiones por ambas partes, para llegar a un consenso con el que ambos se sienten “reflejados”.

“Tenemos acuerdo para poner en marcha la nueva Generalitat republicana, un Govern que esté al lado de la gente”. Así se pronunció Aragonès en una comparecencia conjunta donde desgranaron esta alianza que incluye órganos de decisión colegiada y estratégica pero donde se respetarán “las funciones indelegables e insustituibles” del president, una clara alusión de que el Consell per la República que comanda Carles Puigdemont no será quien lleve el timón de la nueva ruta del procés. “Las fuerzas independentistas nos hemos dado una nueva oportunidad para hacer posible que en el mínimo tiempo el país pueda asumir el ejercicio pleno de la autodeterminación y conseguir lo que se tuvo tan cerca en el otoño de 2017”.

Ambas fuerzas se conjuran para aplazar el grueso de la estrategia independentista y el peso del Consell pero con el compromiso de crear un nuevo espacio de coordinación y dirección que conformarán las dos formaciones mayoritarias junto a la CUP, Òmnium Cultural y la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Una conjunción que reformula las relaciones entre todas las vertientes del independentismo solo horas después de que la ANC amenazara con retirarles su apoyo si no confluían en este nuevo escenario. Mientras funcione este nuevo organismo, se irá reformando el órgano exterior de Puigdemont. “No es un acuerdo que haga que uno u otro salga derrotado o victorioso”, reseñó Sànchez, quien matizó que el Consell “nunca ha pretendido” interferir en la negociación ni encorsetar el margen de acción del Govern. “No pretende establecer ninguna tutela, ni al independentismo ni al president”.

Los retos de salida se sitúan en recuperar “la confianza” ciudadana provocada “por la falta de entendimiento que ha habido hasta hoy”. “Hemos necesitado mucho tiempo, probablemente demasiado. Se ha dilatado demasiado y trasladamos nuestra voluntad de cara al futuro de que esto sea diferente […], pero congeniar todas la propuestas y puntos de vista a menudo no es fácil”, admitió el republicano, que apuesta por un Ejecutivo “fuerte y con energías renovadas”. Y que gobernará “para todos” los catalanes. Amén de apostar por avanzar hacia la independencia para “hacer valer la fuerza de haber superado el 50% de votos y hacer inevitables los objetivos de amnistía y autodeterminación”; Aragonès añadió que el futuro Govern se marca una prioridad clara: “una agenda transformadora en el ámbito económico y social” para contrarrestar los efectos de la pandemia.

Sànchez valoró como “elemento fundamental” el hecho de que se hayan “combinado” de forma “sólida y coherente” en el pacto las dos miradas estratégicas del independentismo. “No se trataba de poner ambas en el documento”, plasmó, con el convencimiento de que aquellos que les veían “incapaces” de sintonizar ambas estrategias y alcanzar un acuerdo, que les querían “divididos y fracasados, “descubrirán que se han equivocado” y que “tenían una mirada partidista”. Junts tiene la seguridad de que sus bases ratificarán definitivamente esta alianza, aunque si los afiliados no la avalan el compromiso de investir a Aragonès permanecerá vigente aun quedando fuera del gabinete. Este consenso respeta además el compromiso por escrito que Esquerra y la CUP firmaron ya en marzo. “Miraremos de cara” al Estado, añadió Sànchez en un discurso en el que subrayó que “este Govern y la mayoría del 14-F tiene este reto [independentista], no los defraudaremos”.

Aprueban la mesa bilateral

ERC sabe que la estrategia debe desarrollarse pero muestra su convicción de que toca destinar esfuerzos a la buena marcha de la mesa de negociación con Moncloa, que solo se reunió el 26 de febrero de 2020, cuando todavía presidía la Generalitat Quim Torra. “La mesa de diálogo, JxCat la asume”, aclaró Sànchez, valorando que Esquerra habla también en términos de “confrontación”. Los dos socios apelaron a actuar con “lealtad” y se conjuran para la “unidad” en todas las cámaras, incluidas las de Madrid: se intentará ir alineado en todas las cuestiones y, en caso de que no haya consenso, cada uno tomará las decisiones que crea. Es decir, en el caso de los Presupuestos del Estado, se debatirá sobre qué hacer. Si hay acuerdo, actuarán de manera conjunta,

La legislatura tendrá dos etapas, tal como los republicanos acordaron con la CUP, que sostiene que su respaldo no es “un cheque en blanco”. Aragonés se someterá a una cuestión de confianza en dos años, que sigue siendo el margen que dan a la mesa bilateral. Un periodo en el que se impulsará el denominado acuerdo nacional para la autodeterminación y se presionará al Estado para resolver la situación de los presos, exiliados y encausados ??a través de la amnistía. El pleno de investidura podría celebrarse el jueves o viernes.