Sara González (Sant Celoni, Barcelona, 1985) se multiplica en los últimos meses. Ha escrito Per raó d’Estat (Por razón de Estado), un libro sobre la “guerra sucia contra la disidencia” de un Estado “dispuesto a atacar a todo el que ponga en peligro el statu quo y cuestione su unidad”. Ensayo con aproximación vasca incluida, preludio de este momento político.

¿Cómo ve estas elecciones?

—Complicadas. Las de 2017 ya lo fueron mucho y estas lo son en un doble sentido. Por el contexto insólito de una pandemia a escala mundial, y porque da la impresión de que se va a escoger la vía a través de la cual se va a intentar resolver el conflicto político hace años enquistado. Llegamos prácticamente con un triple empate técnico que dan las encuestas. En Catalunya sabemos que no gana quien saca más votos, sino quien tiene capacidad de tejer alianzas. Me refiero a la victoria estéril de Ciudadanos en 2017. Al final, de poco le sirvió ganar si tenía dinamitados todos los puentes para poder pactar. Ahora, todas las encuestas pronostican de entrada que la mayoría independentista se va a conservar. Una posibilidad es que el PSC ganara en cantidad de votos estas elecciones, pero se quedara sin poder gobernar, como le pasó a Inés Arrimadas.

Según usted, el acuerdo entre el PSC y ERC no es posible y hay un veto cruzado inamovible.

—Hay un problema a la hora de distinguir cuál es la estrategia de ERC en el Congreso y en Catalunya. La de Madrid es la de intentar influir y también la de embarrar el paso a un gobierno influido por la derecha o donde Ciudadanos tenga la clave. Pero en Catalunya la estrategia es comerse el terreno del PSC. De hecho, ha crecido en buena parte en los últimos años comiéndose terreno del PSC. También pasa a la inversa. El PSC tampoco concibe pactos de gobierno con ERC, porque lo ve como su rival directo en esa lucha por la hegemonía.

¿Y para desatrancar este conflicto, sería mejor que compartieran gobierno o al revés?

—Es inverosímil que gobiernen juntos y vayan a defender juntos una solución, porque la que ponen encima de la mesa es completamente antagónica. ERC no renunciará, al menos hasta ahora, al referéndum y a la amnistía de todos los presos. En cambio, el PSC niega ambas cosas. ¿Cómo coses eso? Es imposible.

¿Con indultos y una vía de referéndum?

—Esa podría ser una opción, la pregunta es si la Moncloa está dispuesta a ofrecer un referéndum de estas características, pero no estamos ante ese escenario. Creo que Podemos sí entraría en ese tipo de negociación, pero el PSOE en ningún caso ha planteado una posibilidad así, sobre todo porque significaría abrir una guerra interna en el propio PSOE. Porque ese es el problema que tiene. Para intentar resolver el conflicto con Catalunya, tiene que ser capaz de tensionarse internamente. Para llegar a la resolución de un conflicto, las dos partes tienen que tensionar a los suyos para poder encontrar una vía en común.

Se va a valorar la gestión del independentismo en estos tres años, parece que pobre y con fricciones.

—Esta legislatura ha sido de bronca permanente, y la gestión de la pandemia, lejos de unir a los dos socios, incluso ha acrecentado esas discrepancias. Llevamos más de un año desde que el ahora expresident, porque fue inhabilitado, dio la legislatura por finiquitada acusando de traición a sus socios. Ha sido un gobierno en agonía; eso obviamente ha repercutido y afectado en la gestión, cosa que desde el punto de vista de los ciudadanos es nefasto. La pregunta es si esa coalición se vuelve a repetir cómo se van a solventar esas desconfianzas, a no ser que entren en juego nuevos actores, que es lo que pretende ERC invitando a entrar a los comuns y a la CUP. Dos cuestiones han envenenado la legislatura. Las discrepancias entre los dos socios de gobierno, porque los dos luchan por la presidencia de la Generalitat, y la judicialización del conflicto. La prueba es que hemos ido a estas elecciones primero porque los dos socios no se pusieron de acuerdo en convocar antes, y a posteriori, porque el president fue inhabilitado. Los tribunales han continuado siendo protagonistas, y la cuestión de los presos y los exiliados marca profundamente la situación. Hasta que no se resuelva, es muy difícil que se solucione el conflicto. / Foto: C

“En Catalunya sabemos que no gana quien saca más votos, sino quien tiene capacidad de tejer alianzas”