BILBAO - Luce una rosa tatuada en su antebrazo izquierdo como homenaje a su adolescencia y a su grupo favorito, Depeche Mode, pues es la que aparece en la portada de su disco Violator (1990). Un guiño progre que en nada se asemeja al discurso de Isabel Díaz Ayuso, desde ayer presidenta de la Comunidad de Madrid con los votos de su partido, el PP, así como de C’s, con quien compartirá gobierno, y Vox, marca que la dirigente conservadora blanqueó pese a que la formación de Santiago Abascal, liderada por Rocío Monasterio, le advirtió de que someterá al Ejecutivo a un duro marcaje para que se cumplan sus exigencias. Con anterioridad a que los grupos de la oposición mostraran su disconformidad con los ejes programáticos defendidos por Ayuso, esta acusó a la izquierda de tratar de “desacreditar” a Vox “para arrinconarlo ante el acoso institucional y mediático” al que están siendo “sometidos”, a su juicio, las fuerzas de la derecha.

Ayuso fue más allá al citar a Abascal y tratar de responder a las críticas recibidas sobre su trabajo en Madrid bajo el gobierno de Esperanza Aguirre, justificándolo porque su familia y él estuvieron “sufriendo el acoso totalitario del entorno de la ETA” y que le pintaron los caballos para decirles que eran “non gratos”. La nueva lideresa del PP volvió a echar mano de la “relación de ETA con Bildu”, una de las máximas en los alegatos de Pablo Casado, y precisó que cumplirá “en su totalidad” las demandas de C’s y Vox, limitándose a decir que tienen un plan “común basado en el respeto a la Constitución, a la libertad y a la igualdad de las personas, al respeto de los símbolos del Estado, a la convivencia y a los valores fundamentales que han hecho de Madrid la comunidad más próspera”. Además, azuzó a la izquierda madrileña de demostrar su “poco talante democrático y poca cintura a la hora de aceptar los resultados electorales” e ironizó con cómo tienen que ser los madrileños para haber apostado por que haya una mayoría de derechas. “Lo mismo es que son estúpidos e idiotas y les gusta sufrir”.

Por su lado, y como aviso, Monasterio situó las líneas rojas de Vox. “Entre permitir un Gobierno del PSOE con comunistas y chavistas o apoyarle a usted, está claro lo que preferimos”, señaló antes de realizar malabares dialécticos entre el respaldo a Ayuso y la oposición a sus posibles políticas. “No somos chantajistas, pero tampoco toleraremos ningún tipo de extorsión”, aventuró la portavoz de la extrema derecha madrileña mientras abogaba por una mínima intervención estatal y la familia como institución central. “Le pido que se lo tome muy en serio”, espetó a Ayuso. “No hemos venido aquí a pasar por el aro de la dictadura progre para que todo siga igual”, enfatizó Monasterio, que tuvo tiempo de hacer un primer reproche al Gobierno de coalición: “No es muy oportuno pasar de nueve a trece consejerías. No tienen sillones para tanto consejero. ¿Con qué dinero van a pagarlo? Venimos a desmontar chiringuitos. Ni somos parte del Gobierno ni queremos ser sus socios”. Amenazas veladas a las que Ayuso restó trascendencia avalando la alianza: “Vox presentó un documento con propuestas que no son incompatibles con nuestro pacto y que, por tanto, son perfectamente asumibles”.