BILBAO. Pablo Casado supo jugar sus bazas para hoy hace un año vencer en las primarias del PP y convertirse en el sucesor de Mariano Rajoy. Un año lleno de acontecimientos, con luces y sombras, quizá más sombras que luces, en el que el presidente del “nuevo PP”, como él mismo lo denomina, ha pasado por muchas etapas.

El comienzo de su andadura al frente del partido de Génova estuvo marcado por dos circunstancias: una propia, el asunto de su polémico máster; y otra que parecía congénita en la formación popular, la corrupción. Casado inició su mandato con un lastre, el de las supuestas irregularidades del máster en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC). La jueza del caso pidió que se le investigara por prevaricación administrativa y cohecho impropio, pero el Tribunal Supremo rechazó hacerlo, aunque no descartó que pudo haber “un trato de favor”. El partido dio por zanjada y superada la polémica tras esta decisión del Supremo. Además, el líder del PP ha intentado apartarse de los casos de corrupción que llevaron a la salida de Rajoy de La Moncloa. Se ha desligado de esos años de gestión y ha insistido en que ese tipo de comportamientos en el seno del partido son cosa del pasado.

Por eso, ha optado por no referirse a esta cuestión, y cuando tuvo que afrontarla ante la dimisión de María Dolores de Cospedal, tras publicarse los audios del caso Villarejo, aseguró que sería “implacable” ante cualquier conducta irregular, aunque no ha adoptado medidas concretas en este sentido.

El presidente del PP, con solo medio año al frente del partido, afrontó la prueba electoral en Andalucía, donde se volcó como si él fuese el candidato y no Juanma Moreno. Pese a que pocos auguraban que el PP podría gobernar, finalmente la suma con Ciudadanos y Vox dio a los populares la llave de la Junta. El PP bajó hasta el 20,75 % y se quedó con solo 26 diputados, pero el resultado fue vendido como una victoria por los populares que, tras el acuerdo con C’s y Vox, acabaron con 37 años de gobierno socialista.

DESASTRE SALVADO POR PACTOS

Los malos resultados electorales en los comicios generales del 28 de abril, con la pérdida de más de la mitad de los escaños, 66 frente a los 137 de 2016, fueron un duro revés para Casado, que intentó minimizar los daños. La debacle hizo resurgir las voces críticas con la dirección, entre ellas las de varios dirigentes regionales, y el rumbo a la derecha emprendido para restar espacio a Vox. Casado vivió sus peores horas y su liderazgo llegó a cuestionarse, aunque el PP consiguió salvar los muebles en los comicios autonómicos y municipales de mayo, sobre todo gracias a arrebatar a Manuela Carmena el Ayuntamiento de Madrid y por la opción de mantener el gobierno de la Comunidad.

Además, afronta el reto de consolidarse como líder de la oposición, un puesto que le disputa el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. Para desempeñar este papel, ha moderado su tono y se presenta como un hombre de Estado dispuesto a reunirse con Pedro Sánchez cuantas veces le convoque. También le ofrece pactos de gobernabilidad.