bilbao - PNV y PSE renovarán los votos de su matrimonio bien avenido en las principales instituciones y confirmaron ayer lo que cabía esperar: tras su buena valoración de la alianza que han mantenido en los últimos años y el respaldo electoral que ha recibido, han alcanzado un preacuerdo para formar nuevamente gobiernos apoyados en mayorías estables en las tres diputaciones y en los ayuntamientos. El preacuerdo, que se logró tras una reunión en la que estuvieron presentes Andoni Ortuzar e Idoia Mendia, establece únicamente un marco general donde se comprometen a no maniobrar en contra del otro en la sesión de constitución de los ayuntamientos del sábado y en las investiduras forales, y a respaldar al candidato más votado de entre ambas formaciones. Este dato implica que solo se garantiza la elección del alcalde o el diputado general, pero no la fórmula de gobierno, aunque es un paso determinante porque la elección queda blindada ante las fricciones que puedan surgir en la negociación.

Se deja abierta la casuística en cada institución (coalición o apoyo desde fuera) o, incluso, qué sucederá con Andoain y Pasaia, dos municipios donde los socialistas decidirán si le disputan la alcaldía a la izquierda abertzale en función de que el PNV asuma un compromiso de estabilidad para toda la legislatura. Según fuentes jeltzales, este preacuerdo no obliga al PSE a presentarse pero, en el caso de que lo hiciera, la ejecutiva del PNV velaría para garantizar que se apoye a los candidatos socialistas, pero no entrará a presionar con las fórmulas de gobierno. Serán concretadas por cada organización municipal y por las asambleas territoriales, y la ejecutiva nacional no va a entrar ahí, porque solo le corresponde velar en términos generales por la convivencia entre los socios y la no agresión. El PSE tendrá que decidir en las próximas horas si se presenta o no y si ve agua en la piscina para lanzarse a gobernar cuatro años.

Este preacuerdo, que será total y se hará público en las próximas horas, no se ha concretado por una razón de urgencia del PSE, que va a someterlo a la consulta de sus bases pasado mañana, pero no hay discrepancias en el fondo. Los términos del preacuerdo son similares a los de 2015, aunque ayer no se hicieron públicos. El compromiso de no agresión es mutuo, como hace cuatro años, aunque hubo sorpresas en municipios como Andoain.

Con la retirada de la candidatura jeltzale que pretendía disputar Irun a los socialistas, PNV y PSE confirmaron su compromiso de no agresión y las negociaciones tomaron velocidad. La incógnita radica en qué pasará con los ayuntamientos donde alguno de los dos ha sido segunda fuerza y está en condiciones de desbancar a la izquierda abertzale, y cuál será la fórmula en instituciones como la Diputación de Bizkaia y Bilbao, donde la situación del PNV es más holgada que hace cuatro años pero el PSE quiere mantener su peso en los gobiernos. Se da por hecho que en Barakaldo e Irun no habrá gobiernos de coalición por su especial rivalidad, pero se respetará al más votado.

En los últimos días ha sorprendido la ambigüedad de los dos partidos a la hora de referirse a los municipios que pueden disputar a EH Bildu, sobre todo en el caso de los socialistas, aunque estén directamente interesados en dos de ellos: Andoain y Pasaia. La explicación de este silencio radica en que el PSE quiere que el PNV le proporcione garantías de estabilidad a lo largo de la legislatura. No quiere arriesgarse a dar el salto y que el mandato sea después un calvario, aunque no dejaría de ser algo muy parecido a lo que vivió la jeltzale Amaia del Campo en Barakaldo, cuando ganó por la mínima en 2015 y los socialistas rompieron el pacto porque no terminaron de asumir una posición colaborativa a pesar de que en ese caso la situación estuviera clara porque el PNV fue el ganador. Ahora que la victoria del PNV ha sido nítida, los jeltzales esperan una actitud constructiva.

ser “de fiar” El secretario general del PSE de Gipuzkoa, Eneko Andueza, pidió ayer al PNV que le proporcione garantías de estabilidad para que merezca la pena disputar las alcaldías. En una entrevista concedida a Euskadi Irratia, no descartó desbancar a EH Bildu, pero matizó que habrá que ver si el PNV da “estabilidad”. En concreto, dejó ver que la confianza en Andoain está muy tocada tras lo sucedido en 2015, cuando un independiente que concurría en la lista del PNV rompió el pacto y dejó que la alcaldía cayera en el zurrón de la izquierda abertzale en lugar de facilitar el ascenso socialista. “No sé si el PNV es de fiar en Andoain”, dijo. Sobre Pasaia, también pidió garantías. “Lo mismo”, dijo.

El PSE quiere que el PNV le dé “muchas garantías”, que pueden ser un gobierno de coalición y un colchón que vaya más allá de los Presupuestos. Teniendo en cuenta que hay un compromiso de no agresión, en principio no puede haber maniobras de presión en contra de los candidatos del PNV en Lezo, Mendaro y Soraluze, donde los jeltzales necesitan al PSE para desbancar a Bildu.

El caso de Pasaia es muy llamativo porque los socialistas se juegan mantener a su alcaldesa Izaskun Gómez o dejar el paso libre a la izquierda abertzale. PNV y PSE han gobernado juntos los últimos cuatro años tras desbancar a EH Bildu en un momento político importante de fuerte reacción contra el sistema puerta a puerta de recogida de residuos, y de apuesta por la regeneración urbanística. En las últimas elecciones municipales, Bildu ha ganado con seis escaños, frente a los cinco del PSE, cuatro del PNV y dos de Podemos. Andueza afeó al PNV que no quiera un gobierno de coalición en Pasaia, según recriminó en la entrevista radiofónica. Aseguró que es un mal comienzo. En Andoain, Bildu ha vuelto a ganar las elecciones, seguida del PSE, el PNV y Podemos. Su candidato Andoni Álvarez aspira a retener la alcaldía para la izquierda abertzale frente a la socialista Maider Lainez. Bildu y Elkarrekin Podemos están cerrando ya sus acuerdos para desplazar a los jeltzales de Durango. Frente a esa posición beligerante, el PP insinuó una propuesta de no agresión a los jeltzales en Araba.