BILBAO - Con el acuerdo para convocar la Comisión Mixta de Transferencias la próxima semana, ¿el PNV ha salvado la campaña electoral después de haber arriesgado mucho apoyando la moción de censura de Sánchez?

-Yo trascendería de esa visión mercantilista. Sobre un partido como el nuestro, que tiene un peso de cinco parlamentarios sobre 350, han recaído excesivas responsabilidades que el PNV ni pensaba ni quería tener, porque nuestra posición no es gobernar España. Pero nos ha tocado esa responsabilidad, y el balance con el que cerramos esta legislatura tan abrupta prueba que los cinco escaños del PNV son los que más brillan. El PNV ha sabido ser el clavito del abanico, el elemento más pequeño, pero sobre el que gira todo. Estoy muy satisfecho.

Pero, ¿la satisfacción es total? Se cierran cuatro de las ocho competencias que negociaban.

-Las otras pueden venir en breve. Lo que a nosotros nos ha sorprendido en este tramo final del Gobierno de Sánchez ha sido que no sean capaces de gestionar esto de una manera más eficiente y rápida, porque son materias técnicas que no tienen detrás ningún conflicto político ni histórico. El Gobierno no ha sabido imponerse a una casta funcionarial que hay en Madrid, que es más proclive a los posicionamientos de la derecha y más centralistas. No ha sabido imponerles ritmo. Esperamos que en los primeros meses de la próxima legislatura esto salga. En las primeras semanas.

Entiendo que apuestan por mantener la alianza con Sánchez por el bien del calendario de transferencias...

-Bueno, veremos qué Sánchez hay. Casi todos los dirigentes políticos españoles tienen dos caras. Hemos visto las dos caras del PP, la del Rajoy amable y pactista con nosotros, y ahora la de Casado, que es un feroz antivasco y anticatalán. Hemos visto también al Sánchez del 155 y al Sánchez componedor y amigo de las periferias. Hemos visto a un Rivera anti-Concierto, y luego viene y firma en Iruñea un documento con UPN a favor de la foralidad. Todos son Jekyll y mister Hyde. Veremos qué Sánchez viene, o qué Casado viene. Como partido, vamos a mirar por la defensa de los intereses vascos. A día de hoy, parece que es más fácil con este Sánchez que con la derechona, pero es muy importante que la fuerza del PNV sea la máxima, que los escaños del PNV sean los máximos posibles para que Sánchez tenga que pasar por nuestra ventanilla a pedir los apoyos y eso garantice una correcta defensa de los intereses vascos. Nuestro voto es un dos por uno: vale para detener a la derechona, y defender lo vasco.

Atribuye el bloqueo a los funcionarios. ¿No cree que Sánchez ha podido temer que la derecha le recriminara los traspasos?

-Lo que nos transmitían es que no sucedía nada, pero que los técnicos no les pasaban los papeles, o que había cuestiones pendientes con la oficina de control económico. Les daba miedo hacer traspasos sin informes funcionariales.

¿Ha habido riesgo de ruptura en las relaciones con Sánchez?

-Lo que ha habido es un riesgo hasta las 14.45 del miércoles de que votáramos que no a dos decretos, y se lo hice saber yo directamente. A nosotros nos gusta que haya estabilidad, pero no nos gusta que nos tomen el pelo.

¿Les pidió Sánchez que votaran los decretos antes de moverse con los traspasos?

-Fueron en paralelo las dos cosas. No están vinculadas, pero queríamos que sucedieran el mismo día.

¿Pero él les puso esa condición como salvaguarda? ¿Primero los decretos?

-No querían que pareciera un trueque. Les dijimos que podían haberlo hecho hace semanas, y queríamos que fuera cuanto antes, porque en la campaña electoral todo se emponzoña.

El burukide Koldo Mediavilla decía el otro día que, si Sánchez aspira a gobernar y a durar, tiene que tomar decisiones de calado sobre Euskadi y Catalunya. ¿A qué se refiere?

-A que hay un problema político no resuelto, que es el encaje de las dos nacionalidades históricas que conviven en el Estado. Los catalanes no están a gusto, y una mayoría del Parlamento Vasco quiere más autogobierno y otra relación de no subordinación, bilateral, con reconocimiento de la identidad nacional vasca, un sistema de garantías para dirimir los conflictos y presencia en Europa.

Sin embargo, Sánchez ha aparcado el modelo plurinacional en su programa. ¿El PNV no tiene encaje sin esa referencia?

-¡Hombre, claro! Ya sabe que con nosotros va a tener que hablar de lo que va a tener que hablar. Me parece un poco cobardica esconder el gran problema que hay en el Estado español, porque lo puede esconder en su programa, pero en el debate sale. Es como pretender no ver el elefante en la habitación. Creo que quiere rehuir en campaña eso porque le abre un flanco, porque una parte importante de su electorado es más bien centralista y no quiere desmovilizarla, pero ese debate esta ahí. Podrá evitarlo hasta el 28 de abril, si puede, pero el 29 de abril vamos a estar ahí. Otra cosa es que los resultados den otra fotografía.

Se está especulando con una opción del PSOE con Ciudadanos.

-Por eso lo digo. No lo descarto en absoluto. Es más, hay una parte del PSOE que estaría feliz en ese ámbito, y parte del mundo económico de Madrid, también. A ese mundo, el PP de Casado no termina de convencerlo, y no le gusta Vox.

¿Y el PNV podría tener la llave o sería imposible, como en 2016?

-Es hacer política ficción, pero es un escenario que para nosotros es casi imposible.

También parece difícil que se pueda reeditar la mayoría de la moción de censura, porque Puigdemont lidera JxCat y parece todo abocado a una situación de bloqueo en la investidura.

-Iremos viendo. Las cosas que se dicen en campaña y las que se dicen al día siguiente son muy diferentes. Las fuerzas soberanistas, más que mirar a Madrid, lo que están mirando es quién se lleva el liderazgo entre ellas. El principal round serán las elecciones catalanas, que todo el mundo ubica en otoño, y veremos. Preveo evoluciones en el escenario político catalán.

¿Las prevé y las desea?

-Sí. Si para castigar al oponente te infliges un castigo mayor, quien sale perdiendo eres tú. Espero que haya una evolución en la política catalana tras estos ciclos electorales, y que de ahí salga una posición distinta.

¿Se le está complicando al PNV la interlocución con la antigua Convergència? Su relación está más vinculada a Bonvehí, Pascal...

-Hay interlocución con todos. Otra cosa es que con unos estamos más de acuerdo que con otros.

¿El PNV se ve obligado a trazar un cordón sanitario en torno al PP para no acordar con él por lo que dice del Estatuto y la Er-tzaintza?

-Ojo con los cordones sanitarios, porque te los pueden hacer a ti. Hemos vivido cordones contra nosotros en Euskadi. Lo que debe hacer el PP es levantar la vista. Se está pegando por un espacio con Vox y C’s, pero esa pelea le lleva a la inanición política porque está pegándose con los dos únicos partidos con los que se va a poder entender. Y con el resto no quiere nada: el PSOE, el PNV y los catalanes son anatema para él. Si el PP quiere ser una opción de gobierno alternativa a Sánchez, debe cambiar.

En algunos ámbitos se ha interpretado que Casado lanzó un guiño al PNV cuando diferenció entre jeltzales e independentismo catalán, porque con los jeltzales se puede pactar.

-No lo dijo así.

Lo dijo en pasado, justificando lo que había hecho el PP en otras etapas.

-Eso es. Eso es otra cosa. El PP, por mucho que quiera, no puede renegar del pasado reciente y de lo que hizo Rajoy. Sin embargo, no creo que por su mente pase hacer acuerdos con el PNV. Él quiere el esquema andaluz, pero va a ser muy difícil de repetir en España.

¿No tiene relación con Casado?

-No. Hemos coincidido en algunos actos, pero en solitario no hemos hablado.

Decía el consejero Erkoreka que presentarán el calendario de traspasos al siguiente Gobierno. Con Casado, no habrá muchas opciones.

-Dependerá. Y creo que no le van a dar los números a Casado para ser el candidato. Sea quien sea, el Gobierno vasco seguirá cumpliendo su función de intentar tener buena relación con Madrid para que se cumpla el Estatuto.

¿Pedirían a Casado una rectificación pública sobre el Estatuto?

-Quien quiera pactar con el PNV sabe lo que hay.

“El mundo económico de Madrid quiere una alianza del PSOE con Ciudadanos; en ese escenario, ser la llave sería casi imposible”

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