bilbao - La participación de EH Bildu en la maniobra de derribo contra el exconsejero de Salud Jon Darpón ha provocado un profundo malestar en el PNV, que anuncia una quiebra en la relación estratégica. Los jeltzales, por principio, no cierran la puerta a sus interlocutores, pero tampoco quieren llevar a nadie a engaño y puntualizan que será más complicado llegar a acuerdos porque la quiebra en la confianza es evidente y la calidad en la relación va a disminuir. El PNV venía de un desengaño por el fracaso de la negociación presupuestaria, y ya entonces dijo que EH Bildu no era de fiar para los acuerdos a largo plazo. Pero esa maniobra era política, y ahora se ha entrado en el terreno de lo humano con un calvario para Darpón, según critican.

Fuentes jeltzales consultadas por este periódico sostienen que los responsables de Sortu y EH Bildu conocían en privado que este asunto era una línea roja, por ser un ataque personal “injusto” contra un buen gestor. “Sabían que iba a disminuir la calidad de la relación. Estaban avisados de que iba a tener consecuencias”, sostienen. Sin embargo, este asunto quedó en manos del grupo parlamentario de EH Bildu y, en concreto, de su portavoz para asuntos sanitarios, Rebeka Ubera. El PNV no oculta su descontento por que la cúpula se haya lavado las manos. Si los Presupuestos provocaron una pérdida de confianza, este movimiento ha sido “la puntilla”. La relación hacía tiempo que no era demasiado fructífera entre las dos grandes familias abertzales. Hay que remontarse a la pasada legislatura y a pactos como la Ley Municipal para encontrar alianzas de enjundia. En la actualidad, al margen de acuerdos puntuales en leyes de escasa trascendencia política, han pactado las bases del estatus de autogobierno, que ahora analiza un grupo de juristas. Sortu ha buscado también al PNV en el debate de la paz y los presos.

Los jeltzales no van a romper el diálogo y sería una exageración hablar en esos términos, pero sí anuncian que “la relación estratégica ha quedado tocada”. Hasta ahí pueden leer, aunque es evidente que la pérdida de la confianza puede reafirmar al PNV en sus acuerdos con los socialistas. Una muestra de este malestar se ve en el artículo del burukide Koldo Mediavilla que publica hoy DEIA, donde asegura que “sin respeto no hay posibilidad de acuerdo alguno”.

El Gobierno vasco asume que las elecciones generales y municipales van a condicionar la estrategia de la oposición y existe una voluntad de castigar a Lakua. La pérdida del PP como aliado económico tras la moción de censura de Pedro Sánchez está complicando la legislatura: primero se negó a pactar los Presupuestos, y después anunció que se sumaría a la reprobación contra Darpón. La oposición puede caer en la tentación de subrayar su debilidad y se podría repetir una concertación entre PP, EH Bildu y Podemos. Sin embargo, fuentes de Lehendakaritza aclaran que todavía tienen un “amplio margen” para funcionar. Recuerdan que tienen una prórroga presupuestaria, tres leyes aprobadas que actualizan ese marco, y los planes de empleo e inversiones dependen solo del Gobierno. Seguirán gobernando “hasta el final”, sin prever adelantos.

En el caso de Darpón, el Ejecutivo asume que la oposición hará leña del árbol caído los próximos días. La semana que viene en los plenos del Parlamento se vivirá el segundo round, aunque el PP ha confirmado que no votará a favor de la comisión de investigación que propondrá el jueves EH Bildu, que mantiene la ofensiva a pesar de la dimisión. Por ese flanco, el asunto no seguirá coleando y el PP dice que no hará sangre. Sin embargo, PP y Elkarrekin Podemos preguntarán un día después a Urkullu por su estabilidad. La investigación judicial, que continuará tras las elecciones y no señala ahora a ningún cargo público, puede contribuir a que se diluya el debate o reavivarlo.

La unión de PP, EH Bildu y Podemos no es tan sencilla más allá de limitarse a tumbar proyectos. El proyecto conjunto para regular los centros comerciales que han llevado a votación el jueves se percibe como algo exótico, aunque no se oculta su importancia y se detecta voluntad de desgastar. Urkullu ve peligrar el microclima vasco de acuerdos, si bien se han pactado leyes recientemente.