La junta militar de Birmania condicionó ayer su compromiso de acabar con la violencia contra civiles, como acordó el fin de semana con sus socios del Sudeste Asiático, a que el país “vuelva a la estabilidad”, mientras se intensifican las protestas y los enfrentamientos entre el Ejército y las guerrillas de minorías étnicas. La junta militar expresó que “considerará con cuidado las sugerencias” de los líderes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) “cuando vuelva la estabilidad al país”, pues las prioridades actuales son “mantener la ley y el orden y restablecer “la paz de la comunidad y la tranquilidad”.

Compromiso

El sábado, el jefe de la junta birmana, el general golpista Min Aung Hlaing, asistió a una reunión de ASEAN en Yakarta, donde se comprometió a frenar la violencia contra los civiles, iniciar el diálogo y aceptar a un mediador para solventar la crisis. Sin embargo, el general Hlaing recalcó en declaraciones a la televisión estatal que se considerará permitir una visita de la delegación de Asean “dependiendo de la estabilidad del país”.

El descontento se trasladó a las calles de las grandes ciudades, donde las protestas retomaron vigor ayer en una nueva modalidad “relámpago” que consiste en marchas poco voluminosas y de tiempo limitado cuya ubicación se decide en el último momento.

Este tipo de movilizaciones se pudieron ver en Rangún con la marcha de entre uno y dos centenares de personas con pancartas y haciendo el gesto de los tres dedos, símbolo contra la dictadura militar inspirado de la saga de Los juegos del hambre.