Donald Trumpcientos de miles de republicanos de extrema derecha llevaban semanas denunciando el "fraude" demócrata periodista Alejandra Arredondo encerrada en el emblemático edificio

Horas antes de que el caos se apoderara de la capital, la reportera, quien trabaja para el medio estadounidense Voice of America desde 2018, se dirigió junto a su equipo al Capitolio, donde iba a tener lugar el proceso de certificación de la victoria de Joe Biden. Con el recuerdo aún fresco de las protestas del Black Lives Matter ("Las Vidas Negras Importan"), Arredondo, de 25 años, pidió a su jefe que le asignara la cobertura del interior del Capitolio, ya que creía que ahí estaría más segura. Sus deseos, por desgracia, se hicieron realidad: la colombiana fue enviada al ala este del edificio, mientras que otro compañero se instaló en el sector oeste.

Imágenes del asalto al Capitolio

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Seguidores de Trump asaltan el Capitolio

Según Arredondo, la situación por la mañana era relativamente normal, ya que la mayoría de los manifestantes se encontraba frente a la Casa Blanca, donde Trump había asegurado a sus seguidores que "jamás se rendiría" en su lucha contra los demócratas. "Cuando llegué al Capitolio había poca gente, quizás unas 30 o 50 personas", asegura la colombiana, nacida en Medellín.

Una vez dentro, sin embargo, todo se torció. Tras entrevistar a varios legisladores y presenciar la llegada del vicepresidente, Mike Pence, Arredondo bajó a la sala de prensa, situada en el sótano. "Mi medio no pudo darme un pase para quedarme en la Cámara de Representantes debido a las limitaciones de aforo por el coronavirus, así que tuve que irme", explica Arredondo, quien insiste en que la información del exterior fue llegando con cuentagotas: "De repente empezamos a escuchar noticias sobre un grupo que estaba intentando entrar en el Capitolio. ¡Nadie podía creerlo!".

Al cabo de pocos minutos, la colombiana subió al piso de arriba para averiguar qué estaba pasando. Fue entonces cuando Arredondo descubrió que la puerta del edificio había sido bloqueada: "Los policías estaban muy tensos y gritaban que nadie podía entrar ni salir". Poco después, una voz procedente de los altavoces comenzó a pedir a los ocupantes que se alejaran de las puertas y zonas de acceso. Mientras tanto, Arredondo veía a través de la ventana cómo una marea de gente con banderas de Trump se acercaba peligrosamente al edificio.

CAOS E INCREDULIDAD

Consciente de lo que estaba sucediendo, la periodista bajó de nuevo al sótano, donde todos miraban los televisores con incredulidad. Los gritos que se escuchaban, sin embargo, no procedían de las pantallas, sino de los seguidores del presidente, que marchaban desafiantes hacia el Capitolio. "Nadie sabía qué hacer o a dónde ir. Sólo teníamos dos cosas claras: primero, esa gente está armada; segundo, si nos encuentran, nos matan porque somos periodistas", confiesa la colombiana.

Viendo que la policía estaba desbordada, todos optaron por permanecer en su escondite hasta que, sobre las cinco de la tarde, las autoridades les informaron de que podían desplazarse a otros sectores del Capitolio. Fue entonces cuando Arredondo se reencontró con su compañero, quien había sido enviado a otra parte del sótano. "En cuanto nos dejaron salir, recogí mis cosas del Senado y me fui. Creo que salí cerca de las nueve de la noche€ ¡Quería que esa pesadilla terminara cuanto antes!", confiesa.

POCA SEGURIDAD

A medida que la policía fue tomando control del Capitolio, los ciudadanos empezaron a mostrar su incredulidad ante la facilidad con la que los Trumpers habían entrado en el edificio, un búnker que muchos consideraban inviolable. Arredondo tampoco puede dar crédito a lo sucedido, sobre todo si se tienen en cuenta los precedentes de las semanas anteriores: "La gente que estudia los movimientos de ultraderecha sabía que los seguidores de Trump planeaban hacer algo violento. ¿Cómo es posible que los servicios de inteligencia no estuvieran más preparados?".

Esta brecha de seguridad es todavía más alarmante si comparamos lo ocurrido el miércoles con las medidas que se pusieron en marcha para controlar las protestas raciales en verano, las cuales fueron duramente reprimidas por las fuerzas del orden. Esta semana, sin embargo, Arredondo asegura que no percibió nada fuera de lo normal: "Sólo vi una valla frente al Capitolio muy parecida a la de los conciertos. Para hacer frente a los disturbios raciales, en cambio, hubo muchísimo refuerzo policial e incluso se vieron algunos tanques en la calle. Y era un movimiento pacífico".