El paso de la tormenta tropical Eta por Honduras la semana pasada ha dejado 2,6 millones de damnificados que necesitan ayuda urgente. La Cruz Roja sigue en acciones de rescate de personas "muy tierra adentro", mientras que hay decenas de miles de personas en albergues improvisados, medianas de las carreteras y en comunidades aisladas.

Eta asoló la semana pasada Centroamérica, donde tocó tierra en Nicaragua como un poderoso huracán para luego degradarse a depresión tropical y llegar a Honduras, donde provocó intensas lluvias. "Eta apenas se acercó a Honduras y el desastre estaba hecho, pues las lluvias impactaron fuertemente en las tierras debilitadas por la erosión, deforestación y monocultivos como la palma africana, caña de azúcar, entre otros. Con ello se confirmó que más que el impacto de un fenómeno natural, lo grave es la vulnerabilidad ambiental existente en el país", explica Mercy Ayala, coordinadora del área de investigación y derechos humanos del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC) de El Progreso, ciudad del Valle de Sula, una de las zonas más afectadas.

El fenómeno meteorológico dejó a su paso por Centroamérica más de 120 muertos y cerca de 150 desaparecidos, la mayoría en Honduras y Guatemala, así como la destrucción de casas, cultivos e infraestructura pública en toda la región. Las necesidades son inmediatas. "Nosotros estamos armando kits con víveres como maíz, frijoles y aceite, artículos de higiene, agua y kits de bioseguridad, porque una gran preocupación es el covid", advierte Yolanda González, del ERIC-Radio Progreso.

La Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU calcula que 358.000 personas están alojadas temporalmente en albergues improvisados en escuelas, iglesias y otros edificios de Guatemala, Honduras y El Salvador. "En El Progreso (ciudad de 300.000 habitantes a 30 km de San Pedro Sula), las autoridades contabilizan 66 albergues con alrededor de 7.000 personas, pero nosotros, con otras organizaciones, hemos intentado identificar albergues que no están registrados a nivel municipal y hemos encontrado otros 34 con unas 3.000 personas hacinadas", explica González.

A pesar de las advertencias de los centros de huracanes, el Gobierno hondureño no emitió ninguna alerta hasta el 4 de noviembre, el día que se inundó todo el Valle de Sula. "Hasta ese día seguían animando a la gente a irse de vacaciones porque era feriado. De hecho, llevamos desde marzo con restricciones de circulación y las levantaron para que la gente se fuera de vacaciones y reanimar así el sector turístico", lamenta.

La tormenta llegó y los ríos se desbordaron. Todo ocurrió tan rápido que no hubo tiempo de reacción. "En seis minutos, el agua llegó al techo de las casas". "La carretera del aeropuerto a El Progreso (unos 15 km) está llena de gente, son personas del municipio La Lima (75.000 habitantes), que se inundó casi completamente. Y gente de otras comunidades que no está en albergues porque están aisladas", explica la responsable del ERIC-RP.

PROPAGACIÓN DE ENFERMEDADES

En este tipo de crisis humanitarias es habitual la propagación de enfermedades infecciosas como el dengue o la malaria, que sumadas al covid-19 generan una gran preocupación. De hecho, el Colegio Médico de Honduras ha pedido que se decrete una alerta sanitaria cuanto antes. "Hay una gran cantidad de agua estancada y estas enfermedades viene por ahí. Por ejemplo, en una casa se murieron 150 gallinas y ahí están, muertas, nadie las va a recoger. Hay comunidades en las que el olor empieza a ser muy fuerte. Covid, dengue, malaria y leptospirosis es una combinación muy preocupante", señala González. "Esta es una preocupación de los médicos y veremos las consecuencias en unas semanas".

Unicef también ha manifestado esta semana su inquietud por las enfermedades que pueden propagarse, incluida la covid, en los centenares de albergues habilitados en la región. "Las comunidades remotas que sufren las consecuencias socioeconómicas de la covid-19 son particularmente vulnerables, ya que ahora enfrentan el doble impacto de la pandemia y la tormenta tropical", apuntó el organismo, que advierte que Eta "ha devastado" la vida de más de 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes en Centroamérica.

El director regional de Unicef para América Latina y el Caribe, Bernt Aasen, ha indicado que "el acceso a agua y saneamiento de calidad se ha vuelto muy problemático en las áreas más afectadas por Eta". "Ahora está aumentando el riesgo de enfermedades transmitidas por el agua para los niños, al igual que el riesgo de propagación de la covid-19 en los refugios", ha señalado.

Una de las "preocupaciones crecientes" de Unicef "es cómo brindar más asistencia para salvar vidas a las familias afectadas por la tormenta tropical sin exponerlas a ellas ni a los trabajadores humanitarios a la pandemia". En todos los países de América Latina y el Caribe, Unicef continúa su apoyo para frenar el "número creciente" de casos de la covid mediante la distribución de Equipos de Protección Personal (EPP) a los trabajadores de salud de primera línea y artículos de higiene para niños, niñas y las familias más vulnerables.

Asimismo, los equipos de Unicef también están entregando en terreno "suministros críticos para salvar vidas a las familias evacuadas, incluidos kits de higiene, tanques de agua, tabletas de desinfección, pruebas para el control de la calidad del agua y kits recreativos".

CONSECUENCIAS A MEDIO Y LARGO PLAZO

Más allá de la crisis humanitaria actual, los trabajadores y trabajadoras en terreno advierten de las consecuencias a medio y largo plazo. "Esta zona del Valle de Sula concentra el 60% de la riqueza nacional en dos grandes rubros: el sector maquila y el sector agrícola. Es una tierra muy fértil y hay muchos pequeños agricultores, cooperativas, empresas asociativas campesinas. Habrá que pensar cómo recuperar los medios de vida del sector campesino, que lo han perdido todo", subraya Yolanda González.

"Lo que ha dejado el huracán Eta no es solo una enorme calamidad humanitaria que requiere atención inmediata, sino también la semilla de futuras crisis migratorias que debemos tratar de prevenir", ha advertido la directora la directora general de la OIM para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe, Michele Klein-Solomon.

Varios países, así como organismos internacionales ya han movilizado recursos para ayudar a Centroamérica a hacer frente a esta crisis humanitaria. En Euskal Herria, la ONG Alboan, ha abierto un número de cuenta para donaciones.

Mientas, los centroamericanos están pendientes de lo que pueda ocurrir en los próximos días, cuando se esperan nuevas tormentas.