Washington - El impeachment está servido. Hay pocos días históricos que sean verdaderamente históricos. Y ayer fue una de esas jornadas en Estados de Unidos. Por tercera vez en sus poco más de dos siglos de historia, la Cámara de Representantes votó formalmente la aprobación de cargos para abrir un juicio político al presidente, en este caso a Donald Trump. Como todas las jornadas en el Legislativo, las históricas y las no históricas, la de ayer miércoles comenzó con una oración y el juramento de lealtad a la bandera estadounidense.

Es uno de los escasos puntos de acuerdo entre republicanos y demócratas en el Capitolio.

Desde la sala de prensa, un funcionario se sube a una mesa para gritar, y obligar a repetir en voz alta, la norma básica que deberán seguir el selecto grupo de periodistas que tienen acceso al salón plenario: ¡Prohibido fotografiar!".

Los legisladores, conscientes del largo día que les esperaba, fueron llegando poco a poco al pleno de la Cámara de Representantes en el Capitolio estadounidense.

Con el paso de los minutos, y en un cinematográfico crescendo, el ambiente se fue tornando brusco y crispado, en fiel reflejo de la realidad de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump.

Con tanta educación como contundencia, los congresistas se echaron en cara las supuestas vergüenzas ajenas. Todo dentro de un guión establecido que ya tenía marcado el desenlace debido a la mayoría demócrata: la imputación política de Trump saldría adelante.

Los republicanos, por un lado, criticaron un proceso "apresurado", "sesgado" y que no ha ofrecido "pruebas", y buscaron aplazar la discusión con varios trucos procesales que fueron rechazados por los progresistas.

Por su lado, los demócratas explicaban que la jornada definiría la "democracia" del país y reprocharon el traicionero comportamiento de Trump, a quien acusan de poner por delante su interés personal al de la República. "Tenemos a un presidente que parece creer que es un rey", afirmó James Clyburn, veterano demócrata de Carolina del Sur.

Los republicanos y demócratas no solo discrepan sobre el juicio político, sino también acerca de las propias reglas del debate en la discusión previa.

Poco antes del mediodía, aparecía, vestida de negro y con un pequeño broche dorado, una de las figuras clave del proceso y la considerada como la directora de orquesta de la estrategia demócrata, Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara.

Pelosi fue la primera en tomar la palabra para levantar el telón y dar inicio formal al debate. "Es un hecho que el presidente es una amenaza continuada a la seguridad nacional y a la integridad de nuestras elecciones, la base de nuestra democracia", remarcaba Pelosi.

La réplica la ofreció Doug Collins, el republicano de mayor rango en el comité Judicial de esa cámara, quien criticó las prisas y la "manipulación política" del proceso por parte de los demócratas. "Eso no es una ocasión solemne. Han estado queriendo hacerlo desde las elecciones (de 2016) (...). Los ciudadanos estadounidenses entienden el debido proceso y saben cuándo está siendo pisoteado en la casa del pueblo", sostenía Collins. "Paremos -reclamó- esta farsa".

A partir de ahí, una larga retahíla de acusaciones recíprocas, todas documentadas por la estoica taquígrafa del Congreso que teclea con celeridad, que se prolongaron hasta bien avanzada la tarde.

Mientras las televisiones retransmitían el debate sin parpadear, la mayoría de los legisladores abandonaban sus asientos para continuar con sus asuntos o entrar en directo con alguna de esas mismas televisiones para dar su opinión.

Los pocos que se quedaron en la sala a la espera de su turno de palabra revisaban con atención, ensimismados, sus teléfonos móviles.

Y desde la Casa Blanca, el gran protagonista del día, el presidente Trump, aseguraba que dedicaría el día a trabajar sin encender la televisión. Entre su trabajo, sin embargo, pareció encontrar tiempo para comentar en Twitter la sesión en el Congreso sobre el más que posible juicio político. "¡¡¡¡Menudas Atroces Mentiras De Le Izquierda Radical, Y Los Demócratas, Que No Hacen Nada. Esto Es Un Asalto A Estados Unidos, Y Un Asalto Al Partido Republicano!!!!", escribió en su medio favorito. Jornada histórica, desde luego, que exigía mayúsculas y varios signos de exclamación.