Yakarta - Documentos estadounidenses hasta ahora clasificados muestran la pasividad de Washington ante la violencia, por parte de las Fuerzas Armadas indonesias y milicias antiseparatistas timorenses, en torno al referéndum de independencia de Timor Oriental, del que mañana se cumplen veinte años.

Los más de 200 documentos revelan la política de Washington en los meses previos y posteriores al plebiscito del 30 de agosto de 1999, que puso fin a la sangrienta ocupación militar indonesia que comenzó en 1975 bajo la dictadura de Suharto, al retirarse de Timor Oriental la potencia colonial portuguesa. Durante los meses posteriores al referéndum, el territorio se vio sumido en una espiral de violencia en la que murieron más de 1.500 timorenses y unos 250.000 fueron desplazados.

Los telegramas diplomáticos y comunicaciones de inteligencia y gubernamentales fueron desclasificados a petición de la iniciativa del Archivo de Seguridad Nacional de la universidad George Washington. El académico Bradley Simpson, que dirige el equipo que publicó los documentos desclasificados, consideró que el entonces Gobierno del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, debió haber cortado antes sus relaciones militares con Indonesia y haber presionado para una intervención de tropas de la ONU. Según Simpson, los documentos evidencian “la negativa general de Estados Unidos a hacer algo al respecto hasta que Timor Oriental fue destruida en septiembre”, tras la ola de violencia que siguió al referéndum favorable a la independencia.

El documento más antiguo, un informe del Departamento de Estado del 28 de enero de 1999, analiza la decisión tomada aquel mes por el entonces presidente de Indonesia, Yusuf Habibie, de permitir el plebiscito. En el mismo también se advierte sobre la intención del Ejército indonesio de “armar a milicias a favor de la integración”.

Grupos armados Desde que se anunció la consulta popular, grupos paramilitares antiseparatistas creados, armados y dirigidos por el Ejército indonesio iniciaron una campaña de violencia e intimidación contra el voto independentista, mientras que el entonces jefe de las Fuerzas Armadas, general Wiranto, negaba cualquier participación.

Tras la masacre perpetrada en abril por las milicias en Liquica, en la que fueron asesinados 50 civiles que se refugiaban en una iglesia, otro memorando estadounidense alertaba de que “hay altas probabilidades de que el ciclo de intimidación y terror se intensifique”. Dos meses después, cuando la Misión de las Naciones Unidas en Timor Oriental (UNAMET), que buscaba garantizar el referéndum, ya se encontraba sobre el terreno con 12.000 efectivos, las milicias habían ampliado sus amenazas a periodistas y observadores internacionales. La inestabilidad continuó hasta el 30 de agosto, mientras las embajadas preparaban la evacuación.

Horas después de hacerse públicos los resultados, las represalias de las Fuerzas Armadas indonesias y las milicias no se hicieron esperar y comenzó una oleada de violencia, que incluyó asesinatos y la quema de edificios y arrasó muchas de las poblaciones de Timor Oriental.

Finalmente, el 9 de septiembre, la administración Clinton suspendió las relaciones militares con Indonesia ante el aumento de la presión internacional, que también forzó, a finales de aquel mes, a Indonesia a aceptar la llegada de nuevas tropas para el mantenimiento de la paz.

En total, cerca de 200.000 personas fallecieron a causa de asesinatos y enfermedades durante el cuarto de siglo de ocupación militar indonesia de Timor Oriental.