BRUSELAS. El presidente francés, Emmanuel Macron, afronta la madre de todas sus reformas, las pensiones, con el anuncio de un gran debate y concertación social hasta finales de año que impida que las resistencias que ya se manifiestan desde una parte del frente sindical cuajen en una protesta que le condene al inmovilismo.

Dos días después de que el comisario que él mismo eligió para la reforma, Jean-Paul Delevoye, presentara públicamente sus propuestas, Macron se esforzó en señalar ayer que no son la última palabra y que a la vuelta de las vacaciones de verano habrá una fase de varios meses de debate social y concertación. Será “a finales de año o a comienzos del año próximo” cuando las modalidades quedarán fijadas en un proyecto de ley que aprobará entonces su Gobierno y que probablemente no se empezará a debatir en el Parlamento hasta después de las elecciones municipales de marzo.

Durante ese periodo de debate, uno de sus principales retos es decantar a favor al primer sindicato del país, la Confederación Francesa de Trabajadores (CFDT), que se ha mostrado dispuesto pero si se aceptan algunas de sus modificaciones, en particular sobre la llamada “edad de jubilación de equilibrio”.

El presidente insiste en que se trata de mantener “un sistema de reparto en el que los que trabajan financian las pensiones de los que están jubilados, pero que sea más justo, en particular para las mujeres y para los que han tenido carreras entrecortadas”. En la práctica eso significa en primer lugar un sistema universal de cotización que sustituya los 42 que existen en la actualidad en el sector público y privado, y por tanto la desaparición de la decena de regímenes especiales con condiciones muy favorables. En esos regímenes hay cerca de 765.000 personas como enfermeras o policías, pero sobre todo de empresas de capital público como la ferroviaria SNCF, la eléctrica EDF o la del transporte metropolitano de París RATP, que pueden jubilarse a una edad más temprana que el resto. Más de la mitad deberían perder ese privilegio y ahí está el mayor foco potencial de protestas en forma de huelgas, manifestaciones y perturbación de la actividad.

La creación de un régimen universal se hará mediante un sistema de puntos que se irán acumulando durante toda la carrera profesional, y Macron ha hecho hincapié en el carácter progresivo del nuevo dispositivo. No afectará a los actuales jubilados ni a los trabajadores nacidos antes de 1963.

Principales cambios

La modificación que más atención ha suscitado ees la “edad de jubilación de equilibrio” que permitirá cobrar una pensión completa y que inicialmente se fijará en 64 años en 2025, cuando se prevé que empiece a aplicarse la reforma.

Es la edad con la que se garantizaría el equilibrio financiero del sistema, y que tendrá tendencia a aumentar si sigue subiendo la esperanza de vida como hasta ahora, o si el envejecimiento demográfico empeora el nivel de dependencia entre activos y jubilados.

Como era una promesa de Macron desde que fue elegido en 2017, se mantiene la posibilidad de jubilarse a los 62 años, pero con una rebaja del 5% respecto a la pensión completa por cada año que falte para llegar a la edad de equilibrio.