NUEVA YORK. La escapada de una pareja homosexual recién comprometida fuera de la ciudad y sin móviles para conectar consigo mismos termina en el Campamento que da nombre al musical, una invención de un extrovertido francés para dar rienda suelta a su afición por el nudismo. Sin embargo, un senador republicano especialmente conservador quiere cerrarlo por completo.

Con esta premisa arranca la obra de teatro, que a lo largo de las casi dos horas de duración aborda temas como la homofobia interiorizada, la discriminación dentro del colectivo LGBTI en todas sus formas, así como los nuevos conceptos de amor o relaciones abiertas.

"Este es un campamento y una comedia, un campamento político. No empezó de esa manera, como crítica, eso vino más tarde", explica el director y creador de la producción, Marc Eardley, en una entrevista con Efe.

"Sentíamos que teníamos una buena oportunidad de criticar y satirizar las políticas republicanas y a algunos hipócritas antiguos políticos en el poder", detalla, y de ahí el malvado senador, a quien definen como "republicano en el armario cuya brújula moral es su cuenta corriente".

La crítica no se queda en la mera política, asevera el creador, sino que va a las raíces del colectivo, buscando empoderar a hombres con toda clase de cuerpos y de todas las razas: "Es muy importante para nosotros ser inclusivos y es el mensaje del Orgullo y del 50 aniversario del Pride. También es un recordatorio para nosotros de ser tolerantes y que todo el mundo es sexy a su propia manera".

Junto a Eardley se sienta Brady Vigness, que interpreta a Jacques, el inocente director del campamento.

"Jacques es muy inocente con las primeras impresiones de la gente y eso es algo que se ve a lo largo de la obra. Ve demasiado bien en ellos y eso acaba siendo lo peor", explica Vigness.

El actor aparece completamente desnudo desde el principio de la obra, para lo cual, según dice, es necesario "aceptarse a uno mismo".

"Eso no es algo que pueda hacer cualquier actor", dice, sobre todo cuando compartes escenario con más actores que también estarán sobre el escenario tal y como llegaron al mudo: "Este es un grupo muy especial de gente y fuimos capaces de crear vínculos tan rápido gracias a la idea de que estamos desnudos en el escenario".

La ausencia de ropa no es baladí y, de hecho, la obra cuenta con un "director de intimidad", Mitch McCoy, el encargado de que en la coreografía de los momentos más complicados -sexo o contacto muy íntimo- aparezca siempre alguna pieza de decorado o una sutil tela entre genitales, sin que destaque ni quede fuera de lugar.

No es la primera vez que Eardley trabaja con desnudos: una obra anterior, "After Glow", también contaba con actores sin vestuario sobre las tablas.

Esta apuesta por lo nudista también se explica por uno de los productores detrás de la obra, Go Naked!, una asociación que organiza eventos para naturalistas y cuyo creador, según Bradley, "es una de las inspiraciones del espectáculo".

Además, como parte de sus shows, varias de las funciones de la obra -en cartel en el teatro Peter Jay Sharp hasta el 7 de julio- estarán abiertas íntegramente al público nudista.

"Siento que va a ser una experiencia inmersiva y va a romper la cuarta pared del teatro. Las noches desnudas les van a permitir sentir esa vulnerabilidad con nosotros y también la libertad durante el show. Van a estar mucho más empoderados: no hay nada que esconder cuando estás desnudo", asegura Vigness.