Bruselas - La deriva de la Hungría de Viktor Orbán que culminó con la Eurocámara dando luz verde a aplicarle el atómico Artículo 7 marcó el camino. El Partido Popular Europeo lidió por entonces con su alumno más rebelde, pero los últimos ataques del primer ministro húngaro a Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión y compañero de filas, han vuelto a agitar las aguas y lo sitúan más cerca de su expulsión a tres meses de las elecciones europeas. La tensión entre Budapest y Bruselas terminó de estallar esta semana. El Gobierno húngaro inició una campaña contra la Comisión Europea poniendo a su líder, Juncker, en el centro de la diana. El Ejecutivo comunitario respondió con un fact-check respondiendo a cada una de las acusaciones vertidas. Pero el altercado no suponía un cruce de fuego puntual, sino que obligaba a su vez al Partido Popular Europeo (PPE) -al que pertenecen tanto Juncker como Orbán- a lidiar con su alumno rebelde y su gran dolor de cabeza.

Juncker ya había sido en alguna ocasión el objetivo de los ataques de Orbán, pero nunca a estos niveles. El luxemburgués era además una de las voces críticas en la familia popular con el líder de las democracias iliberales que se secundan en el este de Europa. Tras el famoso “Hi dictator”, que el luxemburgués dedicó en 2015 al húngaro en tono de broma, llegaron las declaraciones abiertas de Juncker sobre que Orbán no puede seguir perteneciendo a los populares europeos.

dos posturas En el Partido Popular Europeo (PPE) el debate sobre el mantenimiento del Fidesz de Orbán en la familia es un debate que lleva candente durante meses: mientras una facción aboga por mantenerlo cerca para tenerlo más controlado y sumar sus 12 asientos en las próximas elecciones, otra piensa que el varapalo a sus ideales y valores que supone el autoritarismo de Orbán está yendo demasiado lejos en detrimento de la credibilidad del partido.

Después de que el Parlamento Europeo aprobase iniciar el camino para aplicar el Artículo 7 contra del país por sus ataques a los valores fundamentales comunitarios, los populares ya tuvieron un debate sobre qué hacer con Orbán. Finalmente se impuso la corriente de mantenerlo. Ahora, una nueva cuenta atrás ha comenzado: dos partidos populares de Bélgica, el CSV luxemburgués y el Partido Popular portugués han enviado una carta a Joseph Daul, presidente del partido, pidiendo la expulsión del Fidesz, según recogen varios medios.

Elecciones europeas Los firmantes estiman que ante una de las elecciones más decisivas del proyecto europeo, el mayor partido de la Eurocámara debe estar unido. “Últimamente se han desatado varios conflictos e incidentes dolorosos que se unen a una larga lista de declaraciones y decisiones que son de todo menos compatibles con la ideología, el programa y la posición del PPE. Debemos frenar esta deriva”, apunta la misiva.

Así, a la iniciativa para ‘detener’ a Orbán podría sumar a los populares suecos, finlandeses y holandeses. Según el Artículo 9 del código interno del partido para que salga adelante necesita el aval de siete partidos de al menos cinco países diferentes. La próxima cita clave para el futuro del que se ha convertido en uno de los mayores dolores de cabeza de los populares será el próximo 20 de marzo, en la reunión de partido previa a la cumbre de líderes europeos que arranca el día siguiente en la capital comunitaria.