LA violencia contra las mujeres no solo no cesa; aunque la sociedad cree estar hoy en día concienciada sobre esta lacra, siguen produciéndose situaciones que todavía no se reconocen como tal. Un cóctel peligroso. Para atajarlo, los expertos aseguran que son necesarias nueva herramientas que sirvan para cortar esa cadena del sufrimiento que arrastra a la oscuridad a miles de mujeres anualmente. Las cifras son sangrantes: todos los días una mujer es víctima de una agresión -verbal o física- y en gran parte de los casos lo sufre a manos de su pareja o expareja. Pero hay más: en Euskadi 4.565 mujeres reciben en la actualidad atención de la Er-tzaintza por violencia de género. No pueden salir de sus casas, ni llevar a la ikastola a sus hijos sin un escolta que las proteja de su agresor. Paradojas de la vida, ellas son las vigiladas, mientras que ellos se mueven a sus anchas, sin control.

Hoy domingo se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y DEIA ha querido ahondar en esta realidad con cuatro mujeres de perfiles diferentes de la sociedad vasca. La presidenta del Bizkaia Buru Batzar del PNV, Itxaso Atutxa; la abogada experta en violencia contra las mujeres, Ana Hernando Tojo; la periodista de ETB, Estibaliz Ruiz de Azua, y la psicóloga y profesora de filosofía, Amaia Castaños, comparten su experiencia para realizar una reflexión sobre esta problemática que se manifiesta con formas diferentes. “Las caras de la violencia son múltiples y no siempre aparecen en forma de golpe y moratón. Detrás de un asesinato hay una falta de respeto, una marcada desigualdad que ha ido calando y ha derivado en una situación extrema”, sentencian.

Las cuatro mujeres que forman la mesa de debate coinciden al asegurar que el principal germen de la violencia radica en la desigualdad de género y que ponerle freno es una responsabilidad de toda la sociedad, tanto de hombres como de mujeres sin excepción. Para ello es fundamental romper con esos estereotipos de género desde la educación para lograr que toda la ciudadanía deslegitime la violencia, a la que describen como “un virus dañino. Hay que trabajar la prevención”, insisten.

En toda esta realidad, “muy compleja y con muchas barreras por sortear”, Itxaso, Ana, Estibaliz y Amaia no pierden la esperanza de poder acabar con ella aunque saben que todavía es necesario cambiar muchos aspectos de esta sociedad en la que las víctimas no son tratadas con el respeto que se merecen. Para la psicóloga, es primordial mejorar en el servicio de atención a las víctimas, que a día de hoy “depende del azar y eso es injusto. Depende de con quién te toque puede que dejes de ser víctima o lo seas para siempre. No solo depende del azar, sino también de la justicia. Se tiende a culpabilizar a las víctima en el ámbito judicial”.

En opinión de la letrada Ana Hernando Tojo, aunque se están dando avances todavía las lagunas en los aspectos jurídicos son “inmensas”, no solo en la preparación del personal sino en la dotación de más juzgados de violencia de género. En Bilbao hay dos, pero se necesitan más para atender todas las denuncia: “El número de juzgados que tenemos en Bizkaia (cuatro) son insuficientes, pero parece que van a poner más. No olvidemos que han decidido poner dos juzgados para las cláusulas suelo en Bilbao. Está claro que todavía no tiene la relevancia que debe tener el problema”, añade la letrada vizcaina.

La violencia está formada por diferentes elementos de cadena. Si no se corta por algún lado, genera más violencia. “Es como un círculo. Solemos utilizar la metáfora de la tijera para cortar la pescadilla y cortar el eslabón de esa cadena”, describe la psicóloga Castaños. Para dar ese corte es fundamental que las personas sean conscientes del problema y de lo que conlleva sus consecuencias. Por eso, es necesario educar en valores de igualdad para que la violencia no siga creciendo. “La palabra responsabilidad y conciencia son necesarias para educar en la desviolencia, pero esto ha de ser ejercido desde el punto de vista de personas, más basado en derechos humanos que en el hecho de que tengamos que ser las mujeres solas las encargadas de hacerlo”, insiste. Ella inició su carrera hace dieciocho años analizando a los maltratadores porque necesitaba entender lo que había en sus mentes. “Creía que estaba relacionado con el mal, pero no. Ese es el problema. La mayoría de las personas que ejerce la violencia lo hace sin saber que la están ejerciendo. Lo asumen como algo normal”, aclara. Los conocimientos que le otorgan haber escuchado durante años las vivencias de muchas mujeres víctimas de violencia también le descubre otra realidad. “La mujer que termina amoratada ha sido víctima de violencia durante años, pero no ha aceptado, lo ha admitido”, describe. Concretamente, según la experta, ese es el primer paso que hay que asumir, aunque resulte difícil. “La violencia física es la que menos duele. Se debe incidir en violencias que son más sutiles y que se nos escapan”, añade la psicóloga.

La violencia es como un virus: se propaga, evoluciona y, como tal, ponerle freno es cuestión de tiempo y de un cambio de mentalidad. Hace treinta años estaba directamente relacionada con el machismo; ahora, la violencia que se ejerce va más con la falta de límites. “Es una violencia con un matiz diferente y que para tratar también es diferente; hay que hacerlo asumiendo que existe un problema y que todos tenemos algo que ver en ello”, apunta la psicóloga. Incluso, apuntan a un miedo a atajar la violencia por si finalmente termina por salpicarnos. “La violencia no es solo escondida por quien la padece directamente, sino también por quienes indirectamente conocen de su existencia pero se la callan”, advierte esta experta.

Dotación económica Desde el ámbito político, Itxaso Atutxa considera que los políticos tienen una responsabilidad directa sobre quienes legislan o sobre quienes dotan de medios económicos a juzgados y Ayuntamientos para implementar medidas que ayuden a mujeres víctimas de violencia. “En treinta años se ha avanzado; se habla más, pero es necesario ofrecer medidas y eso cuesta dinero. Hay que ponerlo, nadie más lo va a poner si no lo pone la administración pública”, destaca. En opinión de Atutxa, para avanzar en la erradicación de la violencia es primordial centrarse también en los derechos humanos y dejar a un lado en este tema las diferencias ideológicas porque el objetivo es beneficiar a los afectados. “Hace falta dinero para preparar a los profesionales que se encarguen de atender a las mujeres víctimas de violencia. Es fundamental que se sientan arropadas para que puedan llevar el proceso con mayor tranquilidad y confianza”, destaca la política. Según afirma la responsable de BBB del PNV, en el día a día hay elementos que tenemos asumidos de manera integral como normales, pero que debemos ir eliminando para poder avanzar hacia una sociedad sin violencia, sin agresiones. “Se ha creado un ecosistema en el que todo se ve como normal, derivado de una hegemonía masculina muy fuerte”, reflexiona.

A la letrada Ana Hernando Tojo le toca a diario lidiar con casos cada vez más “sorprendentes” en los que, en muchas ocasiones, los protagonistas son menores, en su opinión, los grandes ignorados en el mundo de la violencia en el seno familiar. “Tengo un caso en el que el padre abusa sexualmente de la menor, la joven finalmente decide denunciarle, pero su padre no la autoriza a realizar una intervención psicológica. Algo lógico porque eso va a constituir una prueba contra él en el procedimiento. La reforma del Código Civil, en cuanto a la patria potestad, era un problema gravísimo. Sin embargo, ahora afortunadamente ha cambiado con el decreto 9/18”, explica.

Tratamiento de las noticias A lo largo del encuentro la periodista de ETB Estibaliz Ruiz de Azua también analiza el papel de los medios de comunicación en el tratamiento de los casos de violencia. Ruiz de Azua asume su parte de responsabilidad y reconoce que muchas veces la urgencia informativa lleva a los profesionales de los medios de comunicación a ser menos reflexivos. “No nos han enseñado cómo debemos tratar estas cuestiones que son muy delicadas. A veces ves textos en los que parece que la culpable es la propia mujer y eso no puede suceder”, comenta la periodista. En su opinión, muchas veces la necesidad de síntesis hace que se pierdan los matices por el camino. “Pero no podemos quedarnos con lo superficial. En la tele hay programas que ocupan horas y horas. Hablan personas que no son expertas, solo por llenar horas”, añade. Pero Ruiz de Azua va más allá en su reflexión porque, además de periodista es madre de dos chicas, de 19 y 14 años, lo que le lleva a ver la violencia desde otro prisma. “Estoy de acuerdo con Itxaso en que hemos avanzado. Nada tiene que ver mi generación con la de mi ama. Sin embargo, tengo dudas de que mis hijas y, los jóvenes en general, le den a la violencia la importancia necesaria”, lanza. En opinión de la periodista, “terminamos explicando cierta lluvia fina de comentarios de hechos, de circunstancias, que parece que no nos moja, pero que termina calando”. La periodista no tiene ninguna duda: en la violencia contra las mujeres todos tienen un grado de responsabilidad. “Hay que tratar y atajar desde la política, la abogacía, los medios de comunicación y desde los centros educativos”, defiende.

La psicóloga Amaia Castaños ahonda más en lo expuesto por la periodista. “El problema es que los medios de comunicación señalan hacia la violencia de los golpes, pero hay que tener en cuenta que existe otra violencia mucho más sutil, que está normalizada. Me refiero a la violencia que no se capta, porque los menores creen que violencia es cuando se mata o se golpea a alguien”, comenta. Es aquí donde es primordial trabajar en la educación para eliminar de raíz el problema. “Creo que es clave trabajar desde los colegios”, añade la periodista. En el mismo sentido, Itxaso Atutxa reconoce que escuchar algunas reflexiones en boca de sus dos hijos le encienden todas las alarmas. “La desigualdad sigue siendo tan grande porque los patrones y roles están divididos en la sociedad. Una cosa es escuchar un chiste en la cuadrilla de personas más mayores, pero cuando quien lo dice es más joven es cuando descubres que algo está fallando”, defiende. En este sentido, la psicóloga sí cree que se ha avanzado pero en lo que concierne a “la rotura del silencio”. En la actualidad, una de cada cinco mujeres de más de 60 años ha padecido una situación de violencia de género, según un estudio elaborado por el equipo de investigación Género, riesgo y vulnerabilidad, de la Universidad Pontificia Comillas. “Ahora se cuenta. Las mujeres no aguantan como antes”, apunta.

La manada: un antes y un después No cabe duda que el caso de La Manada -violación múltiple de una joven de 18 años por cinco hombres en los Sanfermines de 2016- ha marcado un antes y un después en el tratamiento de la violencia contra las mujeres. Pese a no compartir la decisión tomada por el juez -los agresores fueron condenados por delitos continuados de abuso sexual, pero no por violación (agresión sexual con violencia e intimidación)- las cuatro mujeres creen que todo lo sucedido no ha caído en saco roto. “Los jueces han estado mucho tiempo creyendo que todo lo que dictaban era inatacable. La sentencia será de obligado cumplimiento y lo que quieras pero estamos en nuestro derecho de cuestionarla”, apunta la abogada. Las cuatro se ponen en el lugar de la víctima y critican sin tapujos el tratamiento que se le dio a lo largo del juicio. Pero eso sí piensan que el fallo es el claro ejemplo de lo que piensa una parte de la sociedad. “La víctima fue juzgada desde el principio y cuestionado su comportamiento, lo que les parece lo realmente preocupante. “La gente no cuestiona por qué cinco tíos hicieron lo que hicieron; lo que pregunta es por qué ella fue allí si no quería nada. Ese es el problema y el germen de todo”, argumenta Amaia Castaños. En este sentido, considera que han sido clave las muestras de solidaridad hacia la víctima y las manifestaciones que se han llevado a cabo en la calle. “Los grupos feministas hacen una gran labor de concienciación”, dice Itxaso Atutxa.

El tanga de una joven de 17 años se interpretó como consentimiento en un juicio en Irlanda. La sentencia ha generado multitud de reacciones en la calle y en las redes sociales. “Si esto lo llego a leer el 28 de diciembre, día de los Santo Inocentes, me lo creo. Es increíble”, añade la abogada.

Lo cierto es que nunca es tarde para cortar los eslabones de esa pesada cadena y para que todas las partes implicadas reflexionen sobre lo que no se está haciendo bien y se puede cambiar. “Nosotras lo hemos hecho”, dicen. Eso sí, las participantes en la mesa creen que mientras que haya una parte de la sociedad que piense que las bragas de cuello vuelto disuaden a los violadores y los tangas con lazo los provoque, la transformación será mucho más lenta.