Bilbao - Escribió para la historia Mario Benedetti: “Después de todo la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida”. La del recientemente finado Juan María Vidarte debió ser máxima, plena, si interpretamos las palabras que con cariño y admiración le dedican más adelante su hijo, Juan Ignacio Vidarte y los también exsenadores Mitxel Unzueta e Iñaki Anasagasti.

El jurista que participó en la ponencia redactora del Estatuto de Autonomía de Gernika falleció a los 88 años de edad el pasado día 18. Los funerales por su persona se oficiaron el pasado lunes en San Vicente de Abando y la misa de salida se celebrará mañana en la iglesia parroquial Andra Mari de Kanala, Gautegiz Arteaga a las 11.00 horas.

Juan María Vidarte de Ugarte (Bilbao, 1919) fue decano del Colegio de Abogados de Bizkaia y miembro de la Comisión ejecutiva del Instituto Español de Derecho Foral, así como senador por Bizkaia, elegido en las elecciones de 15 de junio de 1977.

Concurrió a ellas bajo el paraguas del Frente Autonómico, una plataforma conformada por PNV, PSE y Euskadiko Sozialistak Elkartze Indarra (ESEI). Lo evoca Anasagasti: “Nos preocupaba que el viejo Reino quedara fuera del circuito vasco y aquella plataforma exitosa logró que todos los candidatos propuestos salieran elegidos, entre ellos Manuel de Irujo, Rubial, Unzueta y Vidarte”.

Una vez elegido diputados y senadores viajaron a Donibane Lohizune con el objeto de visitar al lehendakari Leizaola que permanecía en el exilio parisino y había acudido a la localidad labortana a entrevistarse con los nuevos representantes vascos. “Aquella foto tuvo mucha importancia, ya que comenzaba a pasar página a la dictadura y allí estuvo Vidarte con sus compañeros y sus esposas”, reconoce Anasagasti.

El vizcaino fue senador por Bizkaia Independiente. No estuvo afiliado a las siglas del PNV. “Era independiente pero siempre apoyó con interés y vigor aquello que promoviera el partido. Siempre atendió nuestras peticiones y demandas. No fue una figura sin contenido; él mismo aportaba contenido”, diferencia Mitxel Unzueta.

Permaneció en la Cámara Alta hasta comienzos de 1979, tomando parte como vocal en las comisiones de Justicia e Interior, y Obras Públicas y Urbanismo. Para su recuerdo, no se debe olvidar su prolija trayectoria laboral como fundador de la Asociación Pro-Amnistía y presidente de la Asociación Pro-Derechos Humanos de Bizkaia. Tampoco sería justo obviar que, hasta en cuatro ocasiones, fue decano del Colegio de Abogados de Bizkaia y consejero del Consejo General de la Abogacía Española desde 1979 hasta 2002.

El jurista bilbaino era el padre del director general del Museo Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte. A este último le gusta decir que su padre era “bilbaino de nacimiento, balmasedano de origen y kanalés de adopción”, plantea quien analiza su figura como comprometido con su país y con la justicia. “Una persona para quien los valores en que creía han tenido siempre la solidez de la piedra blindada: sus profundas convicciones religiosas, el respeto hacia los demás, el amor a la familia, la honestidad, el saber que es siempre mejor dar que recibir, el estar permanentemente dispuesto a ayudar a quien lo necesitara. El mejor amigo de sus amigos. Así era nuestro padre”.

Mitxel Unzueta asiente las palabras de Juan Ignacio. “Nos llevamos siempre muy bien. Tratamos de ser buenos compañeros. Era un hombre activo, simpático, de ningún partido político, y con quien era espléndido convivir. Tenía un sentido del humor muy necesario para aquellos momentos en los que nos costaba abrirnos camino. Pierdo a un gran amigo”, lamenta.

Amante del Athletic y la música Vidarte hijo desea que quienes le han conocido hayan aprendido algo del humor que habla Mitxel Unzueta. “Del humor y de su actitud ante la vida: una vida exprimida al máximo, donde ha procurado no perderse un partido de tu Athletic, ni una comida de los miércoles con sus amigos, ni un concierto de la BOS o una buena tarde de ópera. Siempre dispuesto a celebrarlo todo”.

Anasagasti también guarda palabras de admiración para el plano humano. “Hombre afable y humano recuerdo que la última vez que tuve la suerte de hablar con él me comentó el último artículo que yo había escrito en DEIA y tuvimos una agradable conversación”, subraya. Iñaki Anasagasti estima que la generación de Vidarte, por ley de vida, “se está yendo silenciosamente y todavía no se les ha reconocido el inmenso e importantísimo trabajo que realizaron”.

El presidente del Euzkadi Buru Ba-tzar de EAJ-PNV, Andoni Ortuzar, resume a Vidarte como “un abertzale, abogado de todas las causas justas, gran conversador y mejor anfitrión. Siempre intentó tender puentes entre diferentes para construir país. Hizo su aportación a la política en los primeros compases de la democracia, dejando su impronta de jurista competente y vasco comprometido”.

La presidenta del Bizkai Buru Batzar de EAJ-PNV, Itxaso Atutxa, le recordará como un “hombre dialogante, buscador de consensos y hacedor de acuerdos. Aportó profundo sentido jurídico a la defensa de la justicia, la igualdad y la democracia. Él también fue la voz de Euskadi en Madrid”.

Mitxel Unzueta le recuerda también echando humo, pero con olor a Partagás 898. “Siempre me acordaré del olor de sus puros, de aquellos de las sesiones nocturnas en el Senado que en ocasiones se dilataban hasta la una de la mañana. Cuando salía a fumar su aroma era el de los 898, era su marca, como su amabilidad y fair play”, sonríe su compañero de aquellas veladas políticas.

Vidarte hijo aporta una idea final que llaman a la reflexión: “Cuando nace un niño todos se alegran; cuando muere alguien, todos lloran. Deberíamos hacer lo contrario. Porque nadie puede decir qué pruebas y esfuerzos le esperan a un recién nacido. Pero cuando un mortal muere después de una vida plena, deberíamos alegrarnos porque ha completado un largo viaje, y no hay mayor bendición que dejar este mundo con la inmortal corona de un buen nombre”.