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Un gudari que estuvo a las órdenes de Pablo Beldarrain

Un gudari que estuvo a las órdenes de Pablo BeldarrainFoto: familia madariaga

BILBAO. El pasado viernes falleció Ángel Madariaga Torres a los 98 años de edad. Viudo de Josune de Eguileor y Eguía, fue un gudari del batallón Martiartu del PNV del Gobierno de Euzkadi presidido por José Antonio Aguirre Lekube. El funeral se ofició el pasado lunes y la misa de salida se celebrará el domingo en la parroquia San Francisco de Asís -antes Quinta Parroquia- de Bilbao, a las 13.00 horas.

Madariaga nació el 10 de enero de 1915 en la misma casa que el literato bilbaino por excelencia Miguel de Unamuno. Ángel fue el segundo de cuatro hermanos nacidos del matrimonio compuesto por el capitán de barco Ángel Madariaga Basteguieta, natural de Bermeo, y de Vicenta Torres Cristóbal, del municipio entonces de Begoña. El abuelo materno de Ángel fue el primer inspector de la compañía Sota.

La Guerra Civil le sorprendió a Madariaga cumpliendo el servicio militar de la Segunda República en Garellano, centro militar orgulloso de haberse negado a apoyar la sublevación de los autodenominados nacionales y del que las autoridades, tras su demolición, no han mantenido piedra alguna que deje constancia de aquel actuar épico.

Voluntario De allí, Madariaga se alistó de forma voluntaria en el Batallón 56 Martiartu, a los 21 años, mandado en un principio por el histórico Pablo Beldarrain, el considerado "único gudari peneuvista que llegó a mandar división en Euskadi", valora el investigador Francisco Manuel Vargas Alonso. Cuando este ascendió a jefe de Brigada (la Cuarta) en abril de 1937, le sucedió al frente del batallón José Urrutia. El comandante intendente fue Antonio Figueroa. Benito Añabeitia fue teniente ayudante del batallón, al igual que José María Lenitz. Sus capitanes de compañía fueron, en la primera, José Urrutia; José María Pérez Aramendi en la segunda; Tasio Esturo, en la tercera; Francisco Gallaga, en la cuarta, y Juan Madariaga, en la de ametralladoras. El cuartel principal del batallón se situó en Erandio, en las Escuelas de Jado. Su nombre hacía referencia a la Torre de Martiartu, una fortaleza del siglo XV enclavada en la anteiglesia erandiotarra, que había destacado por su papel en las famosas Guerras Banderizas vizcainas, según acuña Vargas.

El 31 de diciembre de 1936, la mitad del batallón pasó al frente alavés, para relevar al batallón Larrazabal, que cedió su armamento. Poco después se incorporó el resto del batallón. A mediados de enero tenía 574 hombres activos o en el cuartel, y 28 más de baja. El 2 de marzo el Martiartu pasó al frente de Elgeta, relevando al batallón Muñatones.

En las nuevas posiciones, los días 20 y 23 de abril, el batallón participó destacadamente en la defensa de los montes Intxorta, sufriendo decenas de bajas. El Martiartu se retiró el 24, cuando el enemigo estaba a punto de envolver la zona tras abrir una vía de penetración entre Udala y Elorrio.

Tras retirarse de los Intxorta, el batallón participó en la defensa de Muxika, hasta el 10 de mayo en que la ofensiva enemiga obligó una nueva retirada. Esta se efectuó bajo el fuego enemigo, sufriendo el batallón varias decenas de bajas, según Beldarrain. Los días 29 y 30 de mayo el Martiartu se vio envuelto en los combates por Peña Lemona, sufriendo alrededor de un centenar de bajas, y en los días siguientes cayó una treintena más. Retirado a Bilbao, pasó a Barakaldo donde se entregó.

Ángel Madariaga formó parte del departamento de comunicaciones de este batallón, lo que él denominaba en euskara como alkartzeak. "Mi padre -analiza su hijo Gotzon- tuvo un perfil característico del nacionalista de la época". Madariaga luchó por las libertades y por Euskadi en los frentes de los montes Intxorta, Bizkargi… Cayó herido y hubo de entregarse cuando los golpistas franquistas entraron en Bilbao en junio de 1937. Si los fascistas ocuparon por la fuerza la villa el día 19, fue el 21 cuando le hicieron preso y estuvo ingresado en Escolapios.

Trabajos forzados A partir de ahí, los franquistas le esclavizaron en batallones de trabajadores. En su caso, tuvo que trabajar obligado en Iruñea (estuvo preso en la prisión Ciudadela junto a un tío suyo), en Palencia, Navas del Marqués y Ávila ("donde contrajo fiebres")… En total padeció seis meses de opresión.

A su regreso a casa en 1950, trabajó en el Banco Exterior, en la Gran Vía bilbaina. Se casó con Josune de Eguileor y Eguía, hija del histórico Manuel de Eguileor Orueta, diputado a Cortes, director del diario Euzkadi y Aberri. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Gotzon, Jon Ander, Andoni Gaizka y Zuriñe.

Esta última recuerda a su padre como "un hombre terriblemente trabajador, que lo dio todo por la familia y por Euskadi. Una persona que era todo bondad", describe a este aitite de cuatro nietos: Irati, Ane, Eider y Elisa.

Fue, además, un amante del deporte hasta el punto de, por ejemplo, que cuando veraneaba en Igorr,e iba con amigos en bicicleta hasta Sopelana, se bañaba en la mar, jugaban un partido a pala y volvían a casa. "Le encantaban los deportes de frontón", concluye Zuriñe.