HERNANI. Los Jai Alai de todo el mundo viven una nueva huelga: la de pelotaris que, aunque no lo quieren y en lo mejor de la vida, nos están diciendo adiós. Tras una larga lista de pérdidas en los últimos años, el pasado 5 de enero falleció Antton Lujanbio, Lujanbio I. Hernaniarra de 64 años era hermano del también cestapuntista José Ramón Lujanbio, quien, además, tuvo una trayectoria paralela a la de su hermano porque eligieron destinos juntos. Antton fue además uno de los dos socios fundadores del famoso Trinkete Ibaeta de Donostia.

Lujanbio I había nacido en Hernani el 3 de febrero de 1948. Debutó como profesional en el Principal Palace de Barcelona en 1965, para seguir después jugando en el Club Deportivo de Bilbao, durante un año. Los frontones guipuzcoanos de Urretxu y Zumaia, o el vizcaino de Gernika, a finales de los años 60, también vieron sus evoluciones. En los Jai Alai estadounidenses de Daytona Beach y Melbourne completó tres temporadas. En los 70 se entregó al deporte de la cesta en Las Vegas y Orlando. En Daytona Beach y Melbourne actuó con el nombre de Jambio, mientras en Las Vegas y Orlando lo hacía como Antón.

Antton fue el mayor de una saga de nueve hermanos: cinco varones y cuatro mujeres. Su iniciación a los deportes de frontón le vino heredada, como a José Ramón, por su padre, José, gran aficionado a la pelota. "Era su pasión. Él nos mandó a ensayar con un expelotari llamado Rafael Elizondo, a Andoain", recuerda José Ramón, que matiza que yo tenía entonces "8 añitos y mi hermano, 9 y medio", matiza.

Tras estudiar en la escuela del barrio, sus conocimientos académicos los completó en los Hermanos Maristas de Oroinoz-Mugaire y el Bachiller, en La Salle de Donostia. Los dos hermanos debutaron juntos en el Principal Palace de Barcelona en 1965. El mayor tenía 17 años y medio, mientras que el menor había cumplido 16.

Regreso a casa Tras el periplo de treinta años por América, Antton regresó a casa, a sus orígenes. "Echaba de menos su familia, Euskal Herria", argumenta José Ramón. Durante unos años, cerca de una década, trabajó como masajista, licencia que había obtenido durante sus años de trabajo como puntista. Sin embargo, su ilusión por los Jai Alai seguía al pilpil. Por ello, junto a otro socio, abrió el Trinkete de Ibaeta en 1983. Durante los primeros años, las instalaciones ubicadas junto al restaurante Portuetxe contaban únicamente con una cancha de trinkete que se conserva actualmente y donde es posible practicar paleta a goma, cuero y paleta argentina.

A día de hoy, el Trinkete de Ibaeta es un centro pionero del pádel en la capital guipuzcoana y ofrece cinco pistas a sus clientes. Además, incluye zona de relax -con piscina de hidromasaje y de dos saunas, seca y de vapor- y un gimnasio. La dirección corre a cargo de uno de los dos hijos de Antton, Joseba. "El aita me quería enseñar todo el negocio, era atento. Estaba preocupado por dejar todo hecho: la reforma del trinkete la hizo por nosotros. Solo pensaba en nuestro futuro. Era bastante protector. Un ejemplo fue que quería que tuviéramos un coche seguro", explica Joseba. Su otra hija es Ainhoa, que estudia Magisterio.

Lujanbio I fue un delantero que llegó a jugar con pelotaris de la talla de Aramaio o Gisasola. En su periplo por Estados Unidos, estuvo en las mejores quinielas, "en las de arriba", ensalza su hermano José Ramón quien analiza que Jambio hacía gala de "un juego agresivo, de tratar de dominar el tanto y seguido rematar". Sus mejores bazas eran "la cortada y el revés de costado". Así, lo confirmó el expelotari donostiarra José Ramón Garmendia. "Tenía una pegada tremenda, un revés buenísimo", asiente quien trabajó las últimas dos décadas para Antton en el Ibaeta, tras haber coincidido un verano jugando en Euskal Herria. "Era una persona buenísima", concluye con admiración Garmendia, quien fuera parte del cuadro de Orlando.

Antton fue un hombre fiel a sus amigos y familia. Su funeral se ofició el pasado día 7 en la parroquia San Juan Bautista de Hernani. "Vino mucha gente, yo conocía a Zulaika… pero ya me dijeron que se desplazaron muchos pelotaris de Bizkaia también. Por lo que he podido percibir, el aita era muy apreciado y querido. Era un hombre gracioso y abierto, pero no juerguista de aquellos que él contaba que hicieron dinero en América y lo fundieron aquí todo. Él no. Abrió su centro de masaje en Hernani y luego el Ibaeta. Por su forma de hablar euskera, en el trinquete le llamaban Cashero. Se llevaba muy bien con todo tipo de personas", redondea Joseba.