Bilbao. Decir que alguien ha trabajado con Erik Weisz no tiene mayor significado. Sin embargo, si se cambia ese nombre, de origen inequívocamente húngaro, por el de Harry Houdini, la cosa cambia. Dorothy Young tuvo ese privilegio. Traajar de cerca y conocer todos los secretos de ese tal señor Weisz. La vida de Young es el relato de una existencia dedicada a guardar los secretos del mejor mago de la historia.

Nacida el 3 de mayo de 1907, en Otisville (Nueva York), Dorothy empezó muy joven como ayudante del ilusionista Houdini. Comenzó a trabajar con él cuando, siendo una quinceañera, acudió a unas pruebas de selección que el ilusionista realizó en Manhattan en el año 1925. Young ayudaba al mago a llevar a cabo sus números y en muchos de ellos era la protagonista.

"Me hicieron jurar que guardaría el secreto, nunca divulgar ninguno de los trucos de Houdini", afirmaba en una entrevista en 1999. Y vaya sí lo hizo.

El truco de Houdini que más inquietaba a sus espectadores -y que aun hoy sigue creando inquietud entre quienes contemplan a los magos de hacerlo- era el de la metamorfosis. Houdini era esposado, se metía en una bolsa y en un baúl cerrado con candado. En tres minutos el ilusionista se había liberado y la ayudante era la que ocupaba su lugar. Young siempre guardó el secreto, como con tantos otros trucos del maestro, nunca se supo cómo aparecía ella dentro del baúl.

Houdini era un personaje que tenía admirado al público neoyorquino. Su reconocida trayectoria se vio colmada de desafíos en el escapismo que llevaron su carrera a la cima. Su leyenda dio impulso a muchos profesionales de distintas generaciones a seguir sus pasos. Sus seguidores se preguntaban cómo podía hacer aquellos números. Los silencios de Young eran muy valiosos.

Tras dejar el espectáculo del mago, se convirtió en bailarina profesional y participó en películas, como la comedia musical Volando hacia Río de Janeiro (1933), primer filme que emparejó a Fred Astaire y Ginger Rogers. Además, publicó una novela inspirada en su propia carrera, Dancing on a dime, que fue llevada al cine. Y junto a su marido inventó el rumbalero, su propio baile latino que fue todo un éxito.

Con la muerte de Dorothy Young, a los 103 años, la voz de los secretos del gran Houdini ha enmudecido para siempre.