DIMA. El dueño fundador del bar Txirri en el barrio bilbaino de Solokoetxe falleció el pasado 28 de enero en su Dima natal, el mismo día en el que cumplía 88 años. José Ikuza Atutxa Txirri nació en 1923 en el barrio Amantegi. Hijo de Andrés y Balbina fue el sexto de nueve hermanos. A Ikuza le asaltó la Guerra Civil con 13 años. En aquellos días de contienda, él mismo contaba que "Dima se quedó prácticamente vacío" y su familia se trasladó a Gernika con tan mala suerte que padecieron el histórico bombardeo del 26 de abril de 1937.
A su vuelta al caserío, ayudó a sus padres con el carro de bueyes. Más tarde, se desplazó a Bilbao y en los años cincuenta se decantó por emprender un negocio. De ahí, abrió el bar Txirri en la década de los cincuenta. A día de hoy funciona con el mismo nombre. Su mujer, también dimatarra, fue María Teresa Ausmendi. Era cuñada de su hermano y se conocían de toda la vida. Ella -falleció el pasado mes de abril- estuvo casada anteriormente y cuando se quedó viuda contrajo matrimonio con José. Se casaron el 16 de mayo de 1974. No tuvieron descendencia.
Ausmendi había trabajado en una panadería en Bolueta y se incorporó al bar en el que ayudó porque era "una gran cocinera", subraya su sobrina Idoia Ikuza. José regentó el Txirri durante cuarenta años. Por ello, era muy conocido en Solokoetxe y "muy buena persona", enfatiza la familia. Era tan amigo de sus amigos que cuando estaba soltero y organizaban cenas de amigos, solía dejar el bar abierto para que se sirviese cada uno y pagase. "Siempre estaba dispuesto a ayudar", agregan.
La labor de María Teresa era muy reconocida. "Por los pintxos que preparaba, por su fuerte genio jugando a las cartas y su buen corazón, porque por la tarde regalaba todas las tapas que quedaban a los jóvenes", explica Idoia. Otra tradición del matrimonio era que todos los años por Navidad, ellos y un grupo de amigos de la calle Fika sacaban lotería benéfica destinada a ayudar al orfanato del monte Unbe.
En el momento que llegó la jubilación, decidieron disfrutarla en los imponentes parajes que les descubrieron sus ojos siendo niños: a su querido Dima. Su pasión entonces fueron los paseos por el monte o ir a coger setas con los amigos. Otra costumbre afincada era la de salir todos los domingos a potear al bar de los jubilados. El alcalde dimatarra, José Ramón Garai, recuerda esos momentos de ocio. "Ikuza era una persona agradable, tranquila, pacífica y muy querida tanto en Dima como en Solokoetxe. Le recuerdo de ir el domingo al hogar del jubilado con Rufo, Rabín o Patxi; y con su puro en el batzoki", valora Garai.
El matrimonio no tuvo hijos, pero fue muy querido por sus sobrinos, siempre dispuestos a ayudarle en el bar. Ellos recuerdan que su apodo de Txirri le venía de cuando vivía en el caserío. "A una de sus vecinas que no pronunciaba bien la erre le hacía repetir un trabalenguas con muchas erres una y otra vez. Decía: Gure portaleko intxurrean doguan artatxoriek egiten dau txirrin eta txorron".