"El tren no frenaba, me tiré al suelo y me hice un ovillo. Menos mal, porque si no los hierros de la ventana me hubieran atravesado". David Ormaza volvió a nacer ayer. Él es uno de los cuatro ocupantes del tren Bilbao-Lezama que a las 16.25 horas de ayer se empotró contra la pared del final de la vía. El conductor, de 50 años, falleció en el acto. Las dos pasajeras que viajaban en el primer vagón resultaron heridas, una de ellas de gravedad, y David, el tercer y último pasajero, salió casi ileso al viajar en el segundo vagón y reaccionar con rapidez.
A última hora de la noche, las causas del accidente seguían siendo un misterio. A las 20.00 horas los bomberos pudieron desencarcelar el cuerpo del maquinista, pero la locomotora quedó hecha un montón de amasijos cortados con rotaflex. Operarios de EuskoTren consiguieron rescatar la caja negra de la cabina del conductor y empezar a sacar los datos del ordenador. De momento, el único hecho indiscutible es que el tren entró en la estación a "una velocidad fuerte", indicaron fuentes de la investigación. A ojos de Ormaza, "a una velocidad desmedida". "El tren empieza a frenar al pasar por el campo del Athletic. Como no disminuía la marcha, quise correr hacia atrás. No tuve tiempo. Me acurruqué en el suelo y el tren impactó contra la pared. En total, escuché cuatro golpes muy fuertes".
En el andén había unas cinco personas esperando. Aitziber Olabarri, de 18 años, llevaba de la mano a una niña de cuatro a la que cuida durante las tardes. "Íbamos cantando y saltando mientras cruzábamos las vías para pasar al otro andén, después de cancelar el billete. De repente oí un ruido y giré la cabeza instintivamente. Vi la locomotora a toda velocidad, cogí a la niña en brazos y eché a correr. Llegamos al andén y le tapé los ojos como pude. Aún así, ella ha visto parte del accidente y yo tengo esa imagen grabada en la retina", explicó entre sollozos después de haber salvado su vida y la de la pequeña. "Llevo toda la tarde llorando y estoy histérica", confesaba. Pero esos sentimientos aparecieron minutos después de haber actuado con la frialdad y los reflejos necesarios para actuar en una situación límite. "Lo primero que hice fue llamar al 112. Les dije: Venid enseguida porque esto es grave. Luego, al ver que la gente socorría a los heridos, me llevé a la niña de la estación".
En esos momentos, David Ormaza le estaba dando "dos patadas" a la puerta del vagón, "que se había quedado bloqueada". Se levantó "lleno de polvo y cristales, alucinando con los hierros de la ventana", que se habían desencajado y quedaron "justo encima de mi cuando estaba acurrucado".Al salir, Ormaza abrió una puerta del primer vagón, donde encontró a una mujer de 50 años inconsciente tirada en el suelo. Una ambulancia medicalizada la trasladó al hospital de Cruces con pronóstico grave. "Les dije al resto de personas: No la toquemos que le podemos hacer una avería. A quien sí asistimos fue a la mujer joven, que tenía cortes en el brazo, en el tobillo y en la espinilla. Estaba sangrando y un hombre que esperaba en el andén vomitó de la impresión", añade.
sólo un minuto El joven declaró ante la Ertzaintza que presintió el descarrilamiento durante treinta segundos. "Dicen que eso es mucho tiempo, pero en la parada anterior, en La Cruz, bajaron una señora y una pareja, el tren retomó la marcha y la locomotora no empezó a frenar al pasar por el campo del Athletic". Desde EuskoTren confirmaron que el tiempo del recorrido entre las dos últimas estaciones es de un minuto y que el convoy, efectivamente, paró en La Cruz.
Fuentes del organismo ferroviario también indicaron que los trenes tienen un mecanismo de seguridad conocido como el pedal del hombre muerto. "Si el conductor no pisa cada poco tiempo el pedal, a los treinta segundos emite un pitido y, si el maquinista no pisa, se activa el freno de emergencia". Hoy analizarán qué ocurrió durante los sesenta segundos que separan ambas estaciones, y si el freno de emergencia se activó.
La joven herida leve tiene 23 años, procede de Latinoamérica, es vecina del municipio de Lezama y responde a las iniciales de C.P.F. De la herida grave no ha trascendido la identidad. Ambulancias de la DYA atendieron y trasladaron a ambos jóvenes al hospital de Galdakao, donde recibieron el alta a última hora de la tarde.