Inacción - A la hora de teclear estas líneas, en la demarcación autonómica hemos alcanzado una velocidad de crucero de 1.200 contagios diarios. En la foral nos movemos entre 400 y 450. Los ingresos hospitalarios no dejan de crecer y, proporcionalmente, las derivaciones de pacientes a las UCI. En el conjunto del Estado pintan los mismos bastos. Vamos a toda pastilla por la cuesta arriba de la sexta ola sin que dé la impresión de que se esté haciendo nada por pararla. O apenas nada. Todo parece fiarse al comodín del pasaporte covid, como si fuera un talismán o un detente-bala inexpugnable. Pero ya sabemos (o deberíamos saber) que no es así ni de lejos. Y si a alguien le queda alguna duda, que se lo pregunte a los trabajadores del Hospital Regional de Málaga que se fueron a comer juntos creyendo que sus tres dosis de la vacuna Pfizer les mantenían a salvo de la infección. Casi la mitad de los doscientos sanitarios que compartieron mesa y mantel han dado positivo.

¿Restricciones, para qué? - En esta situación, el presidente español, Pedro Sánchez, se felicita por la victoria sobre la pandemia. Como avanzadilla, su ministra de Sanidad lleva días jurando, o sea, perjurando, que de cara a las navidades no hace falta decretar ninguna restricción porque basta y sobra con ese tercer pinchazo que ni siquiera se va a aplicar a toda la población. Eso, sin contar, como pueden certificar los currelas del hospital malagueño, que si bien el suero indiscutiblemente evita la mayor parte de los casos graves, no garantiza estar libres de contagiarse ni de la posibilidad de transmitir el virus a los demás.

Alegres multitudes - Mientras, en los países de nuestro entorno parecen haberse dado cuenta de lo que tenemos encima y ponen en marcha medidas drásticas. En Francia, Alemania, Austria, Italia, Portugal o Reino Unido se aplica un confinamiento de hecho a los no vacunados, se vuelven a exigir PCR negativas para mil actividades y se suspende cualquier evento que implique acumulación de público. Aquí, sin embargo, se ha dado barra libre para disfrutar del puente y en los mismos espacios informativos en los que nos echamos las manos a la cabeza por lo chunga que se está poniendo la cosa, se muestran imágenes de despreocupadas multitudes jugando a la ruleta rusa igual en exteriores que en interiores. ¿Qué puede salir mal? No respondo. Solo copio y pego las palabras del jefe de la UCI del Hospital Donostia, Félix Zubia: “Necesitamos medidas y las necesitamos para todos, porque la situación se está haciendo muy dura”.