ESTIMADA y también admirada trabajadora de Cruz Roja: No están los tiempos para dar muestras de humanidad, ya lo has comprado dolorosamente. Tu gesto natural, primario, de abrazar a uno de los migrantes usados como carne de cañón en Ceuta ha acabado volviéndose contra ti. Seguro que ni eras consciente de que una cámara estaba captando ese instante lleno de emoción. Pero todavía menos cabría en tu cabeza que la difusión viral de la imagen supondría que la legión de desalmados que hozan en las redes sociales te hiciera diana de su odio envenenado y sin medida. Al final, has tenido que cerrar tus cuentas. Imagino, sin embargo, que en medio del tremendo disgusto, te das cuenta de que somos más los que apreciamos la grandeza de tu gesto.