AQUÍ se puede y se debe hablar de todo. Y la política no solo está permitida sino que es obligada. La iniciativa Afaloste acaba de celebrar en el txoko Umore Ona de Bilbao el último encuentro de este laboratorio gastronómico-social que explora a través de la conversación y la cocina temas relacionados con la memoria y la convivencia en Euskadi. “Este no es un espacio de revisionismo político sino un espacio de encuentro humano donde la política se queda pequeña”. “Son conversaciones que no tendrías nunca con alguien que no conoces y que, sin embargo, en txokos o sociedades gastronómicas mantienes con naturalidad porque son una especie de ágora social”, explica Iñigo Retolaza, dinamizador del proyecto.

Cocinar y conversar sobre las vivencias en torno a una memoria que siempre es colectiva y charlar sobre lo que ha supuesto para la convivencia, es lo que hacen unos participantes que cada vez se suman más a este tipo de experiencia. Un reto que hace un tiempo parecía misión imposible pero que, tras varios meses en activo, se ha convertido en hechos consumados. “Este es un espacio diverso y plural donde, desde el respeto y el reconocimiento mutuo, se encuentran distintas experiencias, sensibilidades y memorias. Se trata de un encuentro hiperplural con gentes de todos los círculos que hablan de cómo les afectó el conflicto”, resalta Retolaza.

Conversar con la buena mesa como excusa se inspira en los talleres MemoriaLab que son encuentros de uno o dos días donde un grupo diverso de ciudadanos y ciudadanas que no se conocen se juntan para compartir las experiencias de la violencia política y la vulneración de los derechos humanos. “Vimos que no era fácil, que la gente no quería hablar porque tenía miedo a abrirse a un diálogo sobre estos temas. Por eso pensamos en llevar a la ciudadanía a espacios como txokos y sociedades gastronómicas porque unidos por el aspecto cultural de la gastronomía y la buena mesa se podrían abordar de forma más fluida estos asuntos”, indica Retolaza para quien, de esta forma, se pone en valor un lugar como las sociedades. “Juntando los dos aspectos se da un nuevo significado a los txokos”, afirma.

Conversaciones cargadas de simbología por lo que se solicita llevar un alimento, un ingrediente de cocina (sal, un trozo de pescado, unas pocas alubias, algo de pan, una pieza de fruta, o cualquier otro producto) que, de alguna manera, esa persona asocie con algún evento significativo vivido durante las últimas décadas del conflicto. Y así dar rienda suelta al diálogo. “Eso es parte del proceso. Trabajamos con metodologías bastante desarrolladas. Algunas made in Euskadi y otras importadas de fuera. Por eso, pedimos a alguna gente que, antes de venir, traiga algún objeto que simbolice algún evento significativo que hayan tenido. Así, con ese material se hace un primer círculo de testimonios porque lo simbólico ayuda a expresar esos sentimientos tan complejos”, expresa Retolaza.

Con participantes diversos y de todos los colores e ideologías, Afaloste es una iniciativa impulsada por el Foro de Asociaciones en Educación en Derechos Humanos y por la Paz y puesta en marcha por Bakeola-EDE, Gernika Gogoratuz y la Fundación Museo de la Paz de Gernika.