Bilbao - Verónica Dulanto cuenta con todos los ingredientes para despertar el morbo en la audiencia de En el punto mira con la emisión hoy de La vida secreta del rey del cachopo. A las acusaciones de estafa y farsa, se une la de presunto asesino de su pareja. Muchos detalles escabrosos y una investigación policial que aún no ha sido determinante.
¿Cómo es esa vida secreta de ‘El rey del cachopo’?
-Una vida llena de mentiras, de estafas, de farsas, de vidas inventadas, de identidades que no son... Esa era a simple vista la vida de este hombre cuando empecé a hacer este reportaje, pero los últimos acontecimientos le sitúan como el presunto asesino de su novia Heidi. Las cosas han cambiado mucho en las últimas semanas.
Empezaron a trabajar sobre una desaparición y ahora se encuentran que en el medio hay un asesinato.
-Exacto. Este señor, César Román, parecía un hostelero venido a menos, un estafador...
¿De medio pelo?
-No, yo no diría eso después de la investigación que hemos hecho porque las ha ido liando por donde ha pasado. No hacía una a derechas dentro del sector de la hostelería, abría y cerraba negocios dejando pufos, no pagaba a la gente. Cuando empezamos el reportaje, este señor estaba desaparecido, también lo estaba su novia, pero según pasaban los días la dimensión es mayor. Ahora todos sabemos hasta dónde ha llegado este caso, no lo sabíamos al principio.
¿Un reportaje complicado?
-Nos hemos tenido que ir adaptando día a día a las noticias que surgían y grabando al mismo tiempo. Hemos dado la vuelta a un reportaje que nada tenía que ver con lo que se va a ver mañana (hoy) en El punto de mira.
Parece sacado de la mente perversa de un guionista de cine, ¿no?
-Después de haber analizado todos los datos que teníamos, después de ver cómo se ha desarrollado toda la historia, este señor quería ser alguien en la vida...
Y lo ha conseguido en el peor de los sentidos.
-Él lo intentó en todos los campos que pudo: la política, la hostelería o el periodismo. Pero nunca llegó a nada. ¿Sabes lo que pienso? Que dentro de ese atroz crimen que ha cometido con su novia, si es que ha sido él el asesino de Heidi, él tuvo que pensar: “Si lo hago, lo haré a lo grande, por lo menos como uno de los grandes asesinos de este país”. La manera en la que esta chica ha sido asesinada no tiene perdón de Dios.
¿Ha descubierto datos que otros medios no han desvelado o no tenían?
-Nuestro plato fuerte del reportaje y que nadie tiene son las imágenes en exclusiva de El rey del cachopo en Zaragoza oculto bajo una identidad usurpada a un cocinero venezolano y cómo fue capaz de trabajar en ese bar durante más de un mes. Vamos a verle tratando como si nada pasara con los clientes, con sus jefes, con sus compañeros... Le vamos a ver con una tranquilidad asombrosa y, sobre todo, las imágenes del día de la detención.
Lo denuncia su jefa.
-Así es. Ella pone la televisión, no lo hace habitualmente, y le identifica a través de unas imágenes que se emiten en el programa de Ana Rosa Quintana. Veremos imágenes que no se han emitido de los momentos de la detención. Vamos a verle salir detenido por los tres agentes. Veremos cómo es capaz de pararse ante la dueña del restaurante, la persona que le había denunciado, y darle la mano con toda tranquilidad, mirando de frente y a los ojos.
¿Un personaje peligroso al que se le ha ido todo de las manos?
-Hasta que se identificó el cadáver de Heidi y todas las pruebas le señalaban a él, era un farsante o un estafador, pero se quedaba en eso. Tras la detención se sabe que hay piezas de su vida pasada que apuntan a una persona peligrosa. Tiene antecedentes de violencia con sus exnovias. Hay gente que le veía un perfil violento, pero no había llegado a más.
¿Cree que lo tenía todo controlado?
-Creo que lo tenía todo pensado y todo atado. No es tan listo, pero tampoco es tan tonto.
Llevaba meses desaparecido. Sin embargo los medios se han hecho eco muy recientemente.
-Pasó desapercibido, sí que denunciaron las desapariciones de él y de Heidi sus familiares. Fue el incendio el 13 de agosto de una nave alquilada por él el que pone todo el caso patas arriba. Allí se encuentra el cadáver descuartizado de una mujer y el caso cobra otra dimensión. Hasta ese momento era un desaparecido, pero a partir de entonces se le empieza a señalar como el principal sospechoso de la muerte de esa mujer. Esa fecha cambia todas las circunstancias.
¿Cuánto tiempo lleva haciendo reportajes de investigación?
-Yo provengo de El programa de Ana Rosa, he estado allí casi toda mi vida profesional, he estado casi trece años. Hace dos años me propusieron hacer reportajes de investigación y he descubierto que es un campo apasionante que me gusta mucho. Ha sido un cambio brutal para mí.
Supongo que hacer este tipo de reportajes no es tan cómodo como otras tareas periodísticas.
-No, por supuesto que no. Un trabajo como este, si te apasiona, lo vives y te absorbe, no tienes vida. Con este reportaje, esté en la calle o en la oficina, pienso en él; pero llego a mi casa y me lo llevo detrás. No soy capaz de desconectar y es algo que tendría que hacer de vez en cuando...
¿Lo compagina bien con la familia?
-Difícil. Pareja, dos hijas pequeñas, una familia... Es complicado compaginar las dos cosas, pero hago lo que puedo.
Este va a ser un reportaje que lleva una carga importante de morbo.
-Todo lo que lo rodea le da morbo, pero desde El punto de mira, la pretensión es mostrar un trabajo de investigación periodística.