T ras diez años alejado de los mandos de la dirección, el cineasta vasco Ibon Cormenzana presenta Alegría tristeza, un filme que, pese a ser un drama desprende luz, asegura el propio director. Se trata, además, de la primera película española distribuida en salas, junto a Alfa Pictures, por Rakuten Cinema, la distribuidora para salas de la plataforma digital Rakuten TV.

En un repaso a la filmografía de Cormenzana, hay que remontarse hasta 2007 para dar con su último largometraje como director, Los Totenwackers. Un filme cuyo rodaje fue “muy difícil”, hasta el punto de que el bilbaino estuvo años “sin querer dirigir”. Pero su negativa cambió cuando en una reunión con el guionista Jordi Vallejo conoció la existencia de una enfermedad muy extraña denominada alexitimia, que supone la incapacidad de hacer corresponder las acciones con las emociones.

Un bloqueo emocional al que vio posibilidades para llevar a la gran pantalla y que fue el punto de partida para el guion de Alegría tristeza. Y es que la película cuenta la historia de Marcos -Roberto Álamo-, un hombre cuya vida y la de su familia cambian al sufrir un bloqueo que no le permitirá reconocer las emociones de los demás ni empatizar con ellos. Con la ayuda de los suyos, iniciará un tratamiento para superar este shock, en un camino en el que su hija Lola será la clave para reconstruir de nuevo su universo.

Las emociones, el miedo a sentir y la vida en general son los ejes del filme, que Ibon Cormenzana -Goya a mejor productor por Blancanieves- define como “un drama luminoso”. Y concreta: “Es una película de superación y esperanza, muestra cómo en la vida siempre nos van a pasar cosas malas y buenas, pero no te puedes esconder en el miedo de no querer seguir viviendo... Tienes que superarte de una u otra manera”.

Un “emocional” Roberto Álamo De cara al elenco, Cormenzana afirma que no dudo en quién debía ser su protagonista: Roberto Álamo, una actor que “parece un tío duro, pero es lo contrario: una persona muy suave y emocional”. Así, el intérprete madrileño, premiado hace dos años con un Goya por su papel en Que Dios nos perdone, es el encargado de ponerse en la piel de Marcos.

Un personaje, el de Marcos, que el propio actor define como “un trabajo complicado”, ya que él mismo se considera “una persona muy emocional”. Afirma que por ello ha basado su interpretación en “el respeto, sin buscar hacer un espectáculo de la enfermedad”. Ha sido un trabajo que ha realizado con la ayuda del neurólogo Pablo Duque, un especialista en este tipo de enfermedades y que le ha dado “algunas claves” de cómo se comportan los enfermos de alexitimia.

En la terapia que recibirá Marcos, además de ser clave su hija Lola para superar ese bloqueo emocional, el protagonista de Alegría tristeza se verá en medio de una batalla médica entre Luna, una joven psicóloga que busca tratar al paciente desde la sensibilización y la paciencia; frente al doctor Durán, un psiquiatra duro y severo que apuesta por una terapia directa y de shock. Y en cuanto a quién gana en todo esto, no dudan en la respuesta: la vida misma.