PAMPLONA. Josh Marshall es un hombre que vive en Kansas con su hijo Gabriel, de ocho años de edad. La familia recibió una terrible noticia cuando hace un año a Gabriel le diagnosticaron un tumor cerebral maligno y el pequeño tuvo que ser operado de forma urgente.

Después de la operación, a Gabriel le quedó una cicatriz grande y muy visible. El padre no dudó en tatuarse la misma cicatriz en la cabeza para que su hijo recuperase la confianza y también para darle una lección a la gente que observaba la herida de su hijo.