LLEGA esta semana a las pantallas Mr. Turner, la última película del director de cine y teatro Mike Leigh, ganador de la Palma de Oro por Secretos y mentiras en 1996. El biopic, que fue presentado en el Festival de Cannes, sigue los 25 últimos años de vida del pintor Joseph Mallord William hasta su muerte en 1851.

Al regresar de sus viajes, se instala en casa de su padre, William Turner, un ex barbero, y su ama de llaves, Hannah Danby, que le adora. Es el padre de Turner quien organiza la compra de pinturas, lienzos y materiales para su hijo y quien se preocupa por verle afeitado o darle de comer. También se encarga de mostrar la galería privada del pintor a clientes especiales.

Profundamente afectado por la muerte de su padre y querido por el ama de llaves a quien subestima y de quien ocasionalmente se aprovecha sexualmente, Turner intima con Sophia Booth, la dueña de una casa de huéspedes junto al mar, para acabar viviendo con ella de forma secreta en Chelsea, donde acabará sus días.

Durante estos 25 años, Turner se dedica a viajar en busca de inspiración, pintar, pasar temporadas con la aristocracia en la campiña inglesa y frecuentar burdeles. Como miembro popular y anárquico de la Real Academia de las Artes es celebrado y denigrado por el público y la realeza.

El artista Mr Turner presenta a un artista genial, con una mente privilegiada e intransigente, extraordinariamente prolífico, revolucionario, muy hábil en su oficio y con una gran clarividencia. “Para ser artista, para conseguir que la gente entienda lo que es estar vivo en el mundo, hay que saber transmitir lo profundo, sublime, espiritual, épico y terrorífico. A pesar de que muchos lo intentan, muy pocos lo consiguen. Turner lo hizo, fue un gigante entre artistas”, ha explicado el director del filme.

Apasionado del mar, Turner es considerado uno de los pintores de escenas marinas más importantes de la historia y una de la figuras más relevantes de la pintura paisajística británica.

Retrató el asombroso poder de la naturaleza sobre el ser humano. La película muestra cómo se hizo atar al mástil de un barco para poder pintar una tormenta de nieve. Con el paso de los años, su pintura se centró en la luz y se hizo más radical y abstracta. Fue abandonando formalidades, lo que provocó burlas e incomprensión en plena era victoriana. Fue querido por muchos y vilipendiado por otros, pero está claro que Turner fue un artista prodigioso. Solo la colección de la Tate alberga veinte mil obras suyas. Es considerado uno de los precursores del Impresionismo y una figura de gran influencia en el arte moderno.

Mr. Turner trata sobre las tensiones y los contrastes entre un hombre mortal y su obra atemporal, entre su fragilidad y su poder. Además del artista genial, en la película se descubre al Turner hombre, un personaje excéntrico, anárquico, vulnerable, imperfecto, errático y a veces tosco. Podía ser egoísta y falso, malvado pero a la vez generoso, capaz de generar una pasión y una poesía desbordantes. Gruñe, ríe hasta casi ahogarse y se muestra en ocasiones cercano a una locura iluminada propia de los artistas. Aunque curtido en el lenguaje pulido de la aristocracia, se expresa con su pintura como un animal y a veces también en sus relaciones personales, donde le cuesta manifestar amor más allá del que siente por su padre. Sin embargo, Leigh también muestra ternura y sentido del humor en el retrato del protagonista.

Al contrario de otras películas estáticas y artísticas, Mike Leigh y su director de fotografía Dick Pope logran colocar al pintor dentro de sus propios cuadros. La cinta no es una recreación estética de la obra de Turner, aunque sus cuadros aparezcan siempre que están justificados por la historia. El filme pretende más bien ser un el retrato de un hombre que era un gran artista y evocar los dramáticos cambios en su mundo: la desaparición de su padre, su relación con el también pintor Benjamin Robert Haydon, su enfrentamiento con John Constable, la incomprensión de su obra o la relación que le vinculó a la viuda Sophia Booth.